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F. Engels

El origen de la familia, la propiedad privada y el estado

(1884)


 

I

Estadios Prehistóricos de Cultura

 

 

Morgan fue el primero que con conocimiento de causa trat� de introducir un orden preciso en la prehistoria de la humanidad, y su clasificaci�n permanecer� sin duda en vigor hasta que una riqueza de datos mucho m�s considerable no obligue a modificarla.

De las tres �pocas principales -salvajismo, barbarie, civilizaci�n-s�lo se ocupa, naturalmente, de las dos primeras y del paso a la tercera. Subdivide cada una de estas dos etapas en los estadios inferior, medio y superior, seg�n los progresos obtenidos en la producci�n de los medios de existencia, porque, dice: "La habilidad en esa producci�n desempe�a un papel decisivo en el grado de superioridad y de dominio del hombre sobre la naturaleza: el hombre es, entre todos los seres, el �nico que ha logrado un dominio casi absoluto de la producci�n de alimentos. Todas las grandes �pocas del progreso de la humanidad coinciden, de manera m�s o menos directa, con las �pocas en que se extienden las fuentes de existencia". El desarrollo de la familia se opera paralelamente, pero sin ofrecer indicios tan acusados para la delimitaci�n de los periodos.

 

I. SALVAJISMO

1. Estadio inferior. Infancia del g�nero humano. Los hombres permanec�an a�n en los bosques tropicales o subtropicales y viv�an, por lo menos parcialmente, en los �rboles; esta es la �nica explicaci�n de que pudieran continuar existiendo entre grandes fieras salvajes. Los frutos, las nueces y las ra�ces serv�an de alimento; el principal progreso de esta �poca es la formaci�n del lenguaje articulado. Ninguno de los pueblos conocidos en el per�odo hist�rico se encontraba ya en tal estado primitivo. Y aunque este periodo dur�, probablemente, muchos milenios, no podemos demostrar su existencia bas�ndonos en testimonios directos; pero si admitimos que el hombre procede del reino animal, debemos aceptar, necesariamente, ese estado transitorio.

2. Estadio medio. Comienza con el empleo del pescado (incluimos aqu� tambi�n los crust�ceos, los moluscos y otros animales acu�ticos) como alimento con el uso del fuego. Ambos fen�menos van juntos, porque el pescado s�lo puede ser empleado plenamente como alimento gracias al fuego. Pero con este nuevo alimento los hombres se hicieron independientes del clima y de los lugares; siguiendo el curso de los r�os y las costas de los mares pudieron, aun en estado salvaje, extenderse sobre la mayor parte de la Tierra. Los toscos instrumentos de piedra sin pulimentar de la primitiva Edad de Piedra, conocidos con el nombre de paleol�ticos, pertenecen todos o la mayor�a de ellos a este per�odo y se encuentran desparramados por todos los continentes, siendo una prueba de esas emigraciones. La poblaci�n de nuevos lugares y el incansable y activo af�n de nuevos descubrimientos, vinculado a la posesi�n del fuego, que se obten�a por frotamiento, condujeron al empleo de nuevos elementos, como las ra�ces y los tub�rculos farin�ceos, cocidos en ceniza caliente o en hornos excavados en el suelo, y tambi�n la caza, que, con la invenci�n de las primeras armas -la maza y la lanza-, lleg� a ser un alimento suplementario ocasional. Jam�s hubo pueblos exclusivamente cazadores, como se dice en los libros, es decir, que vivieran s�lo de la caza, porque sus frutos son harto problem�ticos. Por efecto de la constante incertidumbre respecto a las fuentes de alimentaci�n, parece ser que la antropofagia nace en ese estadio para subsistir durante largo tiempo. Los australianos y muchos polinesios se hallan hoy a�n en ese estadio medio del salvajismo.

3. Estadio superior. Comienza con la invenci�n del arco y la flecha, gracias a los cuales llega la caza a ser un alimento regular, y el cazar, una de las ocupaciones normales. El arco, la cuerda y la flecha forman ya un instrumento muy complejo, cuya invenci�n supone larga experiencia acumulada y facultades mentales desarrolladas, as� como el conocimiento simult�neo de otros muchos inventos. Si comparamos los pueblos que conocen el arco y la flecha, pero no el arte de la alfarer�a (con el que empieza, seg�n Morgan, el tr�nsito a la barbarie), encontramos ya algunos indicios de residencia fija en aldeas, cierta maestr�a en la producci�n de medios de subsistencia: vasijas y trebejos de madera, el tejido a mano (sin telar) con fibras de albura, cestos trenzados con albura o con juncos, instrumentos de piedra pulimentada (neol�ticos). En la mayor�a de los casos, el fuego y el hacha de piedra han producido ya la piragua formada de un solo tronco de �rbol y en ciertos lugares las vigas y las tablas necesarias para construir viviendas. Todos estos progresos los encontramos, por ejemplo, entre los indios del noroeste de Am�rica, que conocen el arco y la flecha, pero no la alfarer�a. El arco y la flecha fueron para el estadio salvaje lo que la espada de hierro para la barbarie y el arma de fuego para la civilizaci�n: el arma decisiva.

 

II. LA BARBARIE

1. Estadio inferior. Empieza con la introducci�n de la alfarer�a. Puede demostrarse que en muchos casos y probablemente en todas partes, naci� de la costumbre de recubrir con arcilla las vasijas de cester�a o de madera para hacerlas refractarias al fuego; y pronto se descubri� que la arcilla moldeada serv�a para el caso sin necesidad de la vasija interior.

Hasta aqu� hemos podido considerar el curso del desarrollo como un fen�meno absolutamente general, v�lido en un per�odo determinado para todos los pueblos, sin distinci�n de lugar. Pero con el advenimiento de la barbarie llegamos a un estadio en que empieza a hacerse sentir la diferencia de condiciones naturales entre los dos grandes continentes. El rasgo caracter�stico del per�odo de la barbarie es la domesticaci�n y cr�a de animales y el cultivo de las plantas. Pues bien; el continente oriental, el llamado mundo antiguo, pose�a casi todos los animales domesticables y todos los cereales propios para el cultivo, menos uno; el continente occidental, Am�rica, no ten�a m�s mam�feros domesticables que la llama -y a�n as�, nada m�s que en la parte del Sur-, y uno s�lo de los cereales cultivables, pero el mejor, el ma�z. En virtud de estas condiciones naturales diferentes, desde este momento la poblaci�n de cada hemisferio se desarrolla de una manera particular, y los mojones que se�alen los l�mites de los estadios particulares son diferentes para cada uno de los hemisferios.

2. Estadio medio. En el Este, comienza con la domesticaci�n de animales y en el Oeste, con el cultivo de las hortalizas por medio del riego y con el empleo de adobes (ladrillos secados al sol) y de la piedra para la construcci�n.

Comenzamos por el Oeste, porque aqu� este estadio no fue superado en ninguna parte hasta la conquista de Am�rica por los europeos.

Entre los indios del estadio inferior de la barbarie (figuran aqu� todos los que viven al este del Misisip�) exist�a ya en la �poca de su descubrimiento cierto cultivo hortense del ma�z y quiz� de la calabaza, del mel�n y otras plantas de huerta que les suministraban una parte muy esencial de su alimentaci�n; viv�an en casas de madera, en aldeas protegidas por empalizadas. Las tribus del Noroeste, principalmente las del valle del Columbia, hall�banse a�n en el estadio superior del estado salvaje y no conoc�an la alfarer�a ni el m�s simple cultivo de las plantas. Por el contrario, los indios de los llamados pueblos de Nuevo M�xico, los mexicanos, los centroamericanos y los peruanos de la �poca de la conquista, hall�banse en el estadio medio de la barbarie; viv�an en casas de adobes y de piedra en forma de fortalezas; cultivaban en huertos de riego artificial el ma�z y otras plantas comestibles, diferentes seg�n el lugar y el clima, que eran su principal fuente de alimentaci�n, y hasta hab�an reducido a la domesticidad algunos animales: los mexicanos, el pavo y otras aves; los peruanos, la llama. Adem�s, sab�an labrar los metales, excepto el hierro; por eso no pod�an a�n prescindir de sus armas a instrumentos de piedra. La conquista espa�ola cort� en redondo todo ulterior desenvolvimiento independiente.

En el Este, el estado medio de la barbarie comenz� con la domesticaci�n de animales para el suministro de leche y carne, mientras que, al parecer, el cultivo de las plantas permaneci� desconocido all� hasta muy avanzado este per�odo. La domesticaci�n de animales, la cr�a de ganado y la formaci�n de grandes reba�os parecen ser la causa de que los arios y los semitas se apartasen del resto de la masa de los b�rbaros. Los nombres con que los arios de Europa y Asia designan a los animales son a�n comunes, pero los de las plantas cultivadas son casi siempre distintos.

La formaci�n de reba�os llev�, en los lugares adecuados, a la vida pastoril; los semitas, en las praderas del Eufrates y del Tigris; los arios, en las de la India, del Oxus y el Jaxartes [1]; del Don y el Dni�p�r. Fue por lo visto en estas tierras ricas en pastizales donde primero se consigui� domesticar animales. Por ello a las generaciones posteriores les parece que los pueblos pastores proceden de comarcas que, en realidad, lejos de ser la cuna del g�nero humano, eran casi inhabitables para sus salvajes abuelos y hasta para los hombres del estadio inferior de la barbarie. Y, a la inversa, en cuanto esos b�rbaros del estadio medio se habituaron a la vida pastoril, nunca se les hubiera podido ocurrir la idea de abandonar voluntariamente las praderas situadas en los valles de los r�os para volver a los territorios selv�ticos donde habitaran sus antepasados. Y ni aun cuando fueron empujados hacia el Norte y el Oeste les fue posible a los semitas y a los arios retirarse a las regiones forestales del Oeste de Asia y de Europa antes de que el cultivo de los cereales les permitiera en este suelo menos favorable alimentar sus ganados, sobre todo en invierno. Es m�s que probable que el cultivo de los cereales naciese aqu�, en primer t�rmino, de la necesidad de proporcionar forrajes a las bestias, y que hasta m�s tarde no cobrase importancia para la alimentaci�n del hombre.

Quiz� la evoluci�n superior de los arios y los semitas se deba a la abundancia de carne y de leche en su alimentaci�n y, particularmente, a la ben�fica influencia de estos alimentos en el desarrollo de los ni�os. En efecto, los indios de los pueblos de Nuevo M�xico, que se ven reducidos a una alimentaci�n casi exclusivamente vegetal, tienen el cerebro mucho m�s peque�o que los indios del estadio inferior de la barbarie, que comen m�s carne y pescado. En todo caso, en este estadio desaparece poco a poco la antropofagia, que ya no sobrevive sino como rito religioso o como un sortilegio, lo cual viene a ser casi lo mismo.

3. Estadio superior. Comienza con la fundici�n del mineral de hierro, y pasa al estadio de la civilizaci�n con el invento de la escritura alfab�tica y su empleo para la notaci�n literaria. Este estadio, que, como hemos dicho, no ha existido de una manera independiente sino en el hemisferio oriental, supera a todos los anteriores juntos en cuanto a los progresos de la producci�n. A este estadio pertenecen los griegos de la �poca heroica, las tribus italas poco antes de la fundaci�n de Roma, los germanos de T�cito, los normandos del tiempo de los vikingos.

Ante todo, encontramos aqu� por primera vez el arado de hierro tirado por animales dom�sticos, lo que hace posible la roturaci�n de la tierra en gran escala -la agricultura- y produce, en las condiciones de entonces, un aumento pr�cticamente casi ilimitado de los medios de existencia; en relaci�n con esto, observamos tambi�n la tala de los bosques y su transformaci�n en tierras de labor y en praderas, cosa imposible en gran escala sin el hacha y la pala de hierro. Todo ello motiv� un r�pido aumento de la poblaci�n, que se instala densamente en peque�as �reas. Antes del cultivo de los campos s�lo circunstancias excepcionales hubieran podido reunir medio mill�n de hombres bajo una direcci�n central; es de creer que esto no aconteci� nunca.

En los poemas hom�ricos, principalmente en la "Iliada", aparece ante nosotros la �poca m�s floreciente del estadio superior de la barbarie. La principal herencia que los griegos llevaron de la barbarie a la civilizaci�n la constituyen instrumentos de hierro perfeccionados, los fuelles de fragua, el molino de brazo, la rueda de alfarero, la preparaci�n del aceite y del vino, el labrado de los metales elevado a la categor�a de arte, la carreta y el carro de guerra, la construcci�n de barcos con tablones y vigas, los comienzos de la arquitectura como arte, las ciudades amuralladas con torres y almenas, las epopeyas hom�ricas y toda la mitolog�a. Si comparamos con esto las descripciones hechas por C�sar, y hasta por T�cito, de los germanos, que se hallaban en el umbral del estadio de cultura del que los griegos de Homero se dispon�an a pasar a un grado m�s alto, veremos cu�n espl�ndido fue el desarrollo de la producci�n en el estadio superior de la barbarie.

El cuadro del desarrollo de la humanidad a trav�s del salvajismo y de la barbarie hasta los comienzos de la civilizaci�n, cuadro que acabo de bosquejar siguiendo a Morgan, es bastante rico ya en rasgos nuevos y, sobre todo, indiscutibles, por cuanto est�n tomados directamente de la producci�n. Y, sin embargo, parecer� empa�ado e incompleto si se compara con el que se ha de desplegar ante nosotros al final de nuestro viaje; s�lo entonces ser� posible presentar con toda claridad el tr�nsito de la barbarie a la civilizaci�n y el pasmoso contraste entre ambas. Por el momento, podemos generalizar la clasificaci�n de Morgan como sigue: Salvajismo. -Per�odo en que predomina la apropiaci�n de productos que la naturaleza da ya hechos; las producciones artificiales del hombre est�n destinadas, sobre todo, a facilitar esa apropiaci�n. Barbarie. -Per�odo en que aparecen la ganader�a y la agricultura y se aprende a incrementar la producci�n de la naturaleza por medio del g�nero humano. Civilizaci�n. -Per�odo en el que el hombre sigue aprendiendo a elaborar los productos naturales, per�odo de la industria, propiamente dicha, y del arte.

 

 

NOTAS

[1] Hoy Am�-Dari� y Sir-Sari�. (N. de Edit. Progreso).