Rosa Luxemburgo

Masas y jefes

 


Escrito: Entre 1903 - 1904.

Nota sobre la primera publicacion: Artículo aparecido en el Nº 2 de Die Neue Zeit revista teórica de la socialdemocracia alemana bajo el titulo "Esperanzas frustradas." Este concluye -provisionalmente- la lucha comprometida contra los revisionistas dirigidos por E. Bernstein.

Fuente digital de esta edicion: texto tomado del MIA.org frances.

Traduccion: Carlos Guerrero, con cuyo permiso aparece aqui.

Transcripcion/html: Rodrigo Cisterna, Abril de 2014


 

Y una vez más la actitud de toda la prensa burguesa con respecto a lo que está sucediendo en nuestro partido nos muestra como aquel instinto infalible de clase triunfa por sobre cualquier superficial discrepancia de los partidos burgueses. Una vez más, aquí, el acuerdo de los nacional liberales y el Centro Católico. Obispo Oertel, que glorifica el látigo en el Deutsche Tageszeitung y la Gaceta de Voss, que derrama todo su júbilo lacrimoso sobre los males de la socialdemocracia. Algunos están encantados de ver a los socialistas "rasgarse entre sí" ¿no siempre habían predicho que la socialdemocracia, contra la cual todos los remedios de farmacia burguesa habían demostrado ser impotente, a la larga terminaría por "devorarse ella misma?" Otros se muestran satisfechos las mésaventures en que incurren algunos "universitarios miembros del Partido Socialista, prueba definitiva (según ellos) "del abismo que separa al hombre culto de la masa ciega" y de la imposibilidad de franquear este abismo sin "romperse el cuello". Otros no dejan de alegrarse, porque finalmente los socialistas no podrán ver con soberbia al mundo burgués, ya que la corrupción se ha instalado en ellos "como en nosotros". Y a una sola voz, se retoman los refranes: este es el final de la aureola, la radiación más fascinante que rodea el Partido Socialista. Se ha ido para siempre.

La comedia de este júbilo está bien jugada. A tal punto que un periódico del partido se ha dejado influenciar, y con un gran suspiro patético, ha comenzado a implorar al partido recuperarse, si no fuera más que para proporcionar al oponente tales objetos de satisfacción.

Y, sin embargo, simplemente no es bastante sordo para distinguir en este concierto estridente y sosteniblemente alegre las notas de de una amarga decepción, de rabia contenida. Precisamente, la simpatía que la prensa burguesa no cesa de prodigar a dos o tres "hombres cultos" maltratados por una horda de bárbaros, y estas invectivas exageradas contra la "masa ciega" que se atrevió "a rebelarse contra los universitarios" nos muestran claramente cuál es el nudo que el partido no ha tenido miedo en desatar.

Sin lugar a dudas los medios burgueses de hoy pueden considerar como una exageración ridícula y barbará el brutal ruido entre los socialistas sobre "bagatelas que cualquier partido burgués se habrían terminado con un encogimiento de hombros y una mirada de presagio. Para estos medio, es probable que sea ridículo ver a un grupo de tres millones de adultos agitarse por unas "insinceridades", cuyo total no representa, en comparación con la cantidad de mentiras que un conservador ofrece en uno de sus discursos de campaña, más que la luz de una vela comparación con el sol del mediodía.

¡El conflicto con el revisionismo ha llevado al presente a estas cuestiones de la gente a cuestiones personales! Nosotros no podemos negarlo, nosotros nos vemos obligados a admitir con profunda contrición. Lo siguiente: nosotros no estamos en la misma situación cómoda como la de los nacional- liberales, la del centro, la de los buenos-hombres prusianos o la situación de los demócratas, para los cuales la corrupción política y el arte de engañar a las masas son los fundamentos mismos de su existencia política, gracias a las cuales las pequeñas infamias individuales desaparecen en la acción de conjunto, como una gota de agua en el océano.

Por otra parte, un instinto de clase muy seguro se manifiesta en la gran ira de la burguesía. El levantamiento de las masas proletarias contra casos aislados de corrupción entre los "universitarios" irrita extremadamente a la burguesía porque perciben los aspectos más perniciosos -para ellos- del movimiento obrero moderno, a saber, el cambio radical que la socialdemocracia ha traído desde medio siglo en las relaciones entre la "masa" y los "jefes".

La frase de Goethe sobre la " odiosa mayoría que sería compuesta de algunos cabecillas vigorosos, de muchos pícaros que se adaptan, débiles que se dejan asimilar y de la "masa" que "trota a la cola sin saber nada del mundo que desea, estas palabras con las cuales los plumíferos burgueses caracterizarían a la masas socialista es el modelo clásico de la "mayoría" de los partidos burgueses. En todas las luchas de clases del pasado, que se llevaron a cabo en beneficio de las minorías, y donde, para hablar con Marx, "todo el desarrollo se realiza en oposición a la gran masa de la gente", una de las condiciones esenciales de la acción era la inconsciencia de las masas acerca de los verdaderos objetivos, el contenido material y alcance de este movimiento. Esta discrepancia fue también la base histórica específica del "papel principal" de la burguesía "educada", a la cual corresponde con el seguidismo de la masa.

Pero, como ya Marx escribió en 1845, "con la profundidad de la acción histórica se incrementará el volumen de la masa comprometida en esta acción". La lucha de clases del proletariado es "la más profunda de todas las acciones históricas que han tenido lugar hasta ahora", que abarca la totalidad de los estratos más bajos de la población, y ya que no existe más que una sociedad dividida en clases, es la primera acción que se corresponde con el interés de las masas.

Esta es la razón de la inteligencia propia de la masa en cuanto a sus tareas y los medios de acción socialista, como condición histórica necesaria, al igual que la inconsciencia de la masa lo fue una vez la condición de las acciones de las clases dominantes.

De este modo, la oposición entre los "jefes" y la mayoría que "trote tras ellos" se encuentra abolida, la relación entre la masa y los jefes esta invertida. El papel único de los llamados "dirigentes" de la socialdemocracia consiste en iluminar a las masas en su misión histórica. La autoridad y la influencia de los "jefes" en la democracia socialista solo aumentan en proporción al trabajo educativo que están haciendo en este sentido. En otras palabras, su prestigio y su influencia aumenta en la medida en que los jefes destruyen lo que antes era la base de cualquier función del liderazgo: la ceguera de las masas, en la medida en que se desnudan ellos de su calidad de jefes, en la medida en que logran que de la masa dirija ellas misma sus órganos ejecutivos de su acción consciente. La "dictadura" de un Bebel, es decir, su inmenso prestigio e influencia, reposa únicamente en el tremendo esfuerzo que ha hecho para hacer de la masa políticamente mejor. Y Bebel cosecha los beneficios de este largo esfuerzo ahora que la masa le sigue con entusiasmo, en la medida en que el expresa, como ahora, la voluntad y el pensamiento de esta masa. Sin duda, la transformación de la masa en "dirigente" segura, consciente, lúcida, la fusión soñada por Lassalle de la ciencia con la clase obrera, no es y no puede ser más que un proceso dialéctico, ya que el movimiento obrero absorbe ininterrumpidamente elementos proletarios nuevo y tránsfugas de otros estratos sociales. Sin embargo, esto es y seguirá siendo la tónica dominante del movimiento socialista: la abolición de los "jefes" y de masas "dirigidas" en el sentido burgués, la abolición de este fundamento histórico de toda dominación de clase.

Pero sería un insulto al espíritu de los antiguos campeones burgueses de la libertad que desean asimilar a los "jefes" de los partidos burgueses de hoy.

El desarrollo de la socialdemocracia, también ha tenido un profundo impacto en la relación entre la masa y jefes fuera de la lucha de clases proletaria, en los propios círculos burgueses. El movimiento de la clase burguesía ascendente se basó no sólo en pérdida de la conciencia de las masas populares acerca de los verdaderos objetivos de las acciones tomadas, pero en gran medida, sobre la confusión de los mismos jefes. Ahora que los verdaderos intereses de las masas han sido puestos al desnudo, la burguesía no puede mantener el sufragio del pueblo más que deliberadamente ocultando sus propias aspiraciones e intereses presentándolas como las del pueblo al que se oponen. Los tribunos de las revoluciones burguesas del pasado eran los jefes del pueblo en virtud de un auto-engaño histórico. Los Karl Bachem ("jefe" de los católicos), los Ernst Bassermann (Jefe de los Nacional-Liberales), los Eugene Richter (jefe de los demócratas) cual plumíferos venales que no cesan de tronar constantemente contra la "dictadura" de Bebel, son representantes del pueblo en virtud de una estafa política.

Ahora, si nos damos cuenta de que, entre todos estos partidos que se basan en el engaño sistemático de las masas, los liberales exceden a los otro por la vehemencia de sus diatribas sobre "masa ciega" del Partido Socialista y la rebelión de la "mano callosa" contra el "Santo Espíritu de los altos Estudios", esto nos da una prueba sorprendente de que el cambio que se ha producido durante el último medio siglo en el contexto histórico y el espíritu de estos señores.

Anteriormente el hegeliano Bruno Bauer, habiendo roto con el movimiento radical en 1840 sostenía contra los "portavoces de los liberales de las masas populares", que el "verdadero enemigo del espíritu" residía "en la masa y no en otro lugar." Los "portavoces del liberalismo" de esta era veían "el verdadero enemigo del espíritu", no en la masa a la que tomaban en serio su fraseología liberal, sino "en otro lugar", específicamente en el Estado reaccionario prusiano. Hoy en día, después de tanto tiempo aliado con la reacción prusiana contra la masa del pueblo "los portavoces del liberalismo" ven en esta masa el "verdadero enemigo del espíritu." Sí, en esta masa que se alejó de ellos con desprecio y que hoy conduce por su propia cuenta la lucha contra la reacción prusiana contra el liberalismo burgués.

¡Están demasiado verdes, las uvas! Después que la burguesía se vio lanzada por sus electores de las clase populares, que pasaban cada día en mayor número, bajo la bandera del socialismo, no alimenta más que la única esperanza de impulsar a la clase obrera socialista, a través del revisionismo en los senderos de la política burguesa, para romper la columna vertebral de la lucha de clases y por lo tanto para tomar un desvío a través de una pequeña venganza por la derrota sufrida en el teatro de la historia.

En tanto que esta esperanza duró, a la burguesía le parecía probable que la masa podría adquirir esta "cultura" e "instrucción" y transformarse poco a poco en una fuerza civilizada". Y ahora resulta que esta masa resultó ser salvaje y brutal como para hacer una tortilla con todos los huevos puestos con tanto esmero por el cuco burgués en el nido socialista. ¡No hay duda! estas lamentables "ovejas ciegas" no se han dejado llevar por sus jefes y dictadores, y han cometido esta acción indigna de seres civilizados.

Un toque cómico no falta para alegrar la mesa, pero nosotros admitámonos voluntarios que con dolor experimentado por los tramposos piperos, que, esta vez, las razones particularmente serias. Si el anterior Congreso han condenado solo unos pocos incidentes aislados de revisionismo teórico y práctico, en Dresde y después de Dresde el partido no sólo ha repetido y reforzado las condenas anteriores, sino también ha puesto sobre l banquillo otro aspecto del revisionismo - ha examinado su moral política y las conexiones personales con ciertos medios burgueses que resultaron de esta moral.

Puede ser que el artículo sobre "La moral del partido" (publicado por Georg Bernhard en Zukunft del Sr. Harden) sea el resultado de circunstancias fortuitas y de ninguna manera caracteriza a la conducta efectiva de todos los camaradas revisionistas. Pero cualquiera que haya reflexionado sobre los acontecimientos de los últimos días no podrá dejar de encontrar en este artículo una expresión adecuada de La moral de revisionismo, al igual que sus ideas con una lógica irresistible. Se considera la masa como un niño para educar a los que no se está en libertad de decir cualquier cosa, en su propio interés, incluso se tiene el derecho a ocultar la verdad, mientras que los "jefes", estadistas consumados, amasen esta arcilla blanda para construir el templo del futuro de acuerdo a sus propios e importantes proyectos. Todo esto constituye la ética de los partidos burgueses, tanto como la del socialismo reformista, por diferentes que sean las intenciones de unos y otros.

La aplicación práctica de esta manera de ver la relación entre la masa y sus "jefes" es proporcionada por el jauresismo en Francia y los caprichos de la facción Turati en Italia. Las "federaciones" autónomas y heterogéneas del partido jauresiano, la moción de Turati en el Congreso de Imola proponiendo suprimir el comité central del partido, todo esto no significa otra cosa que no sea la disolución del partido de masas altamente organizado, a fin de que, la dirección autónoma de esta masa se convierta en instrumento dócil de los parlamentarios y se le degrade hasta el estado de "masa ciega" que "trota detrás de la cabeza", sin saber en absoluto lo que ella quiere " o que, si se conoce, como el Congreso de Burdeos, no tenga la fuerza para vencer su voluntad. Los diputados jauresistas aún tienden a emanciparse del control e influencia de las organizaciones partidistas, a las cuales ellos deben sus escaños en el Parlamento, y en llamar a la masa electoral amorfa y desorganizada. He aquí las condiciones organizativas de la relación entre la masa y los jefes tal como el artículo de la Zukunft preconiza, como una necesidad psicológica y como norma de cualquier movimiento popular.

La supresión de toda línea de demarcación en la base, entre la elite de los proletarios conscientes del objetivo y de las masas populares no organizadas corresponde en la cumbre, la eliminación de las barreras entre los "jefes" del partido y el medio burgués -la aproximación entre los parlamentarios socialistas y gente de letras burguesas en el terreno de las "humanidades".

Bajo los auspicios de lo que se llama "cultura" o "humanidades", los socialdemócratas se reunieron en hermosas noches de invierno con los periodistas burgueses para distraerse un poco de los "problemas profesionales" y de "la vulgaridad el juego político". Tal como alrededor de Pericles se unieron todos los que en Atenas eran prominentes en la política, las artes, la filosofía y la literatura, para elevarse, en perfecta libertad de espíritu hasta las cismas supremas del pensamiento y de los sentimientos refinados, sea visto en un bar en Berlín, los hombres de Estado de la socialdemocracia mezclarse con las mujeres con novelistas espirituales para hacer un circulo en torno al Pericles moderno lo Maximilian Harden: durante unas horas exquisitas se olvida la mezcla bárbara de la lucha de clases y el fuerte olor de la plebe, mediante un intercambio sutil sobre los acontecimientos diarios y obras de arte. Las cabezas no estaban ceñidas de guirnaldas de rosas y los vinos de Samos y Mitilene fueron reemplazados por la vulgar cerveza de Munich, pero el verdadero espíritu de amistad antigua y de la más refinada cultura no flotaba menos como un halo de luz alrededor de este cenáculo seleccionado. Y es con la tolerancia, como sólo las mentes más brillantes saben gustar y practicar, que confían de opiniones fuertes independientes y a veces informaciones de detectives sobre camaradas inoportunos. "Fue como es habitual entre la gente educada", dijo el camarada Heine. [*]

Y aquí entra en juego el puño grosero del proletariado, que carecen totalmente de la comprensión de la cultura péricleana, para romper brutalmente todos estos "enlaces tiernos de una sublime humanidad" Dolorosamente heridos y horrorizados los tentáculos que la sociedad burguesa había avanzado hasta el corazón mismo de nuestro partido se vieron obligados a retirarse a toda prisa. M. Jastrow, el eminente economista, en realidad una enfermedad, la Gaceta Voss canto, los liberales al servicio de Rudolf Mosse vertieron torrentes de insultos, así como muchas maneras de confesar la pérdida de las esperanzas más queridas. La niebla revisionista se había disipado, y ante los ojos de la burguesía, lleno de rencor y el odio se levanta, y tan inexpugnable y sólido como nunca, las rocas abruptas de los bastiones proletarios. El abismo que se ha abierto entre ellos y el mundo burgués, y en lugar de la penetración pacífica que confiaba en una la ruta de política pérfida, se convierte en un asalto bien aleatorio y peligroso que hay que pensar.

Ahora la conexión es clara entre los "eventos morales" en los últimos días y los métodos del reformismo. El Feliz va y viene por encima del foso que separa el campo del proletariado del de sus enemigos, el comercio amable establecido por la "libre crítica", los "libres desahogos" y la "libre cooperación" de los revisionistas en la prensa burguesa han preparado el terreno, donde hemos visto surgir entre otras flores curiosas, conspiración contra Mehring. Una endósmosis intelectual se estableció entre la socialdemocracia y el mundo burgués, y los jugos venenosos de la burguesía decadente pudieron entrar libremente en la circulación del cuerpo del partido proletario.

Hinc illae lacrimae [aquí están lagrimas]. He aquí de donde viene las contorsiones de la prensa burguesa, que ahora nos prevé que la socialdemocracia vera acabar la afluencia de los "universitarios" y simpatías "iluminadas". Un periódico liberal espera que el camarada Göhre[**] (en adelante pastor protestante) entienda ahora que se le forzó a renunciar a su mandato parlamentario "el pecado que ha cometido" fue adherirse a la socialdemocracia.

La generosa mentalidad de los liberales obviamente concebía que se puede "engañar" al adherirse al socialismo, como un error en la Bolsa bursátil especulando con el café en lugar de especular con el algodón. Esta gente ni siquiera sospecha que este juicio de los expertos, sea el reconocimiento del hábito de ellos, de poner la política más o menos al mismo nivel que la prostitución.

Pero si los universitarios que vendrían a nosotros con esta mentalidad ahora se deciden abandonar nuestras filas, podemos con toda serenidad verlos reunirse a las sirenas liberales. Como aquellos que gusta montar. Nosotros tememos solamente que deseando ganar así los saldos de la "compañía rival" el pobre Partido Liberal no consiga hacer negocios brillantes, sería sorprendente que los "universitarios" dotados de espíritu practico como nuestros liberales suponen que debe ir obtener el pago de un partido en plena caída.

En cuanto a nuestra misión intelectual, que los terratenientes vibran por vernos en la imposibilidad de cumplir después de las "manos callosas" se "rebelaron contra los universitarios", podemos asegurar a éstos "buenos hombres" llenos de cultura: muy pronto, y sin que ellos encuentran ningún placer, la acción del socialismo salvara a la civilización de las garras feudales prusianas, acción que se desplegarán con un vigor reforzado precisamente a través de liquidación del revisionismo.

Pues la conexión íntima del movimiento socialista con el desarrollo intelectual no tiene lugar a través de desertores procedentes de la burguesía, sino con el auge de las masas proletarias. Esta conexión no se basa en cualquier afinidad de nuestro movimiento con la sociedad burguesa, sino por su oposición a esta sociedad. Su razón de ser es el objetivo final del socialismo, el retorno de todos los valores de la civilización de la humanidad. Y el carácter proletario de la socialdemocracia aumentará, habrá más probabilidades de que la civilización alemana se salve de las garras de sus fanáticos feudales e incluso Alemania se escape a la anquilosis de estilo chino que haría mantener a los conservadores.

Por tanto lo más apremiante es la depuración del partido: es necesario suprimir fenómenos de descomposición que se ha manifestado durante el último lustro. Para "con la profundidad" de esta "acción histórica" -y en cierto sentido, es de hecho aquí se trata de una acción histórica, nosotros veremos crecer el "volumen de la masas" que nos sigan con toda confianza porque nuestro campo es el único donde se combate los verdaderos intereses de la clase obrera con una insignia inmaculada.●

 


Notas

[*] el Socialdemócrata Wolfgang Heine, futuro ministro de Justicia en 1919.

[**] Paul Göhre se convertirá ministro de cultura de Prusia en 1919.