Christopher Caudwell

 

Libertad

Un estudio sobre la ilusión burguesa

 


Escrito: Entre 1934 y 1937.
Historial de publicación: Publicado posthumamente en: C. Caudwell, Studies in a Dying Culture, The Bodley Head, Londres, 1938, págs. 193-228.
Traducción: Luis Salvatierra, 2017.
Esta edición digital: Marxists Internet Archive, junio de 2017. 


 

 

 

Muchos podrán haber escuchado una transmisión de H.G. Wells (donde comentaba acerca de la Unión Soviética) a la que describía como “un gran experimento que no ha cumplido más que la mitad de su promesa", que sigue siendo un “lugar sin libertad mental". Existen también varios ensayos de Bertrand Russell donde este filósofo explica la importancia de la libertad, de cómo el goce de la libertad es la meta más alta e importante de la humanidad. Fisher expone que la historia de Europa de los dos o tres siglos pasados simplemente es la lucha por la libertad. Continua y variadamente, para los artistas, científicos y filósofos por igual, se elogia a la libertad y se afirma imperiosamente el derecho de la humanidad a gozarla.

Estoy de acuerdo con esto. Me parece que la libertad es el más importante de los bienes generalizados –tal como la justicia, la belleza, la verdad- que se hace presenta tan fácilmente a nuestros labios. Y así, cuando se discuta acerca de la libertad se hace notar algo muy extraño. Estos hombres –artistas, cuidadosos son sus palabras, científicos, investigadores de entidades denotadas con palabras, filósofos escrupulosos en relación entre las palabras y las entidades- nunca definen con precisión lo que ellos quieren decir por libertad. Ellos parecen entender que se trata de un concepto claro donde todos deberían estar de acuerdo con aquel.

A pesar de ello ¿quién no sabe que libertad es un concepto del que los hombres han quizás peleado más que sobre cualquier otro? Las disputas históricas que dicen relación con el Karma, la libertad de escoger, Moira, la salvación por la fé o las acciones, el determinismo, el destino, Kismet, el imperativo categórico, la gracia suficiente, el ocasionalismo, la divina providencia, el castigo y la responsabilidad han nacidos todas en la naturaleza de la libertad del hombre para escoger y actuar. Los griegos, los romanos los budistas, los mahometanos, los católicos, los jansenistas y los calvinistas han tenido todos diferentes ideas sobre la libertad. ¿Por qué entonces todos estos intelectuales burgueses entienden que la libertad es un concepto claro, que se entiende de la misma manera por quien lo escucha y, por tanto no necesita definición? Por ejemplo, Russell se ha pasado la vida tratando de encontrar una definición satisfactoria de número y hasta ahora se discute si ha tenido éxito. En sus escritos no puedo encontrar una definición clara de lo que quiere decir por libertad. A pesar de ello, la mayoría de la gente habría supuesto que el hombre estaría mucho más de acuerdo con lo que significa número que lo que significa libertad.

El uso indefinitivo de la palabra solamente puede significar ya sea que piensan que el significado de la palabra no cambia en la historia o que la usan en el sentido burgués contemporáneo. Si creen que el significado no cambia, lo extraño es que el hombre haya discutido tanto sobre libertad. Estos intelectuales por seguro son incapaces de tal torpeza. Deben haber querido decir libertad tal como los hombres en su situación la viven. Por libertad deben entender que la humanidad en su situación carece de situaciones impuestas sobre ella más que las que sufren en esa época. Queda suficientemente claro que no desean –estos señores de Oxford o los escritores de éxito-, las restricciones del fascismo. Aquello no sería libertad Pero gracias a dios que en el presente ellos son razonablemente libres.

Hoy esta concepción de libertad es superficial ya que no todos sus compatriotas están en la misma situación. A, un intelectual de buena educación, con un ingreso modesto, sin muchos amigos antipáticos, que no puede comprar un yate, aquel que desea; pero capaz de hacer deportes de invierno, considera que esto es (más o menos) libertad. Le gustaría aquel yate; pero de todas maneras –puede escribir en contra del fascismo o comunismo o el sistema existente. Acordemos por el momento que A es libre. Me propongo más adelante a analizar esta afirmación en más profundidad y demostrar que se trata de una parcialidad. Mas por el momento garanticemos que A goza de libertad. ¿Es B libre? B es un explotado asistente de fábrica de Houndsditch no sindicalizado que trabaja siete días a la semana. No sabe nada de arte, ciencias o filosofía. No tiene mas cultura que algunos prejuicios absurdos, su educación primaria se aseguró de esto. Cree en la superioridad de la raza inglesa, la sabiduría del rey y de su amabilidad amorosa hacia sus súbditos, la existencia verdadera de dios, del infierno, del pecado y de lo pecaminoso del acto sexual si no estuviese aminorado por el matrimonio. Su saber de los hechos mundiales nace de News of the World[1] ya que en otros días no tiene tiempo para leer periódicos. Cree que cuando muera (con suerte) entrará en la felicidad eterna. Ahora, en cambio, su mayor temor es que por no dejar contento al jefe en alguna disputa puede quedar cesante. El problema de B es que no tiene tiempo para la diversión en la cual cultivar la libertad. C no sufre de esto. Es un hombre de la tercera edad desempleado. Puede hacer lo que desea 24 horas al día. Puede ir donde quiera –en las calles o en el prque y en los museos. Puede pensar en lo que quiera –La teoría de Einstein, la definición de clases de Frege[2] o la doctrina de la concepción inmaculada. Lamentablemente, no hace ninguna de estas cosas. Pelea con su mujer que lo llama un inútil que no hace nada y con sus hijos que por problema de medios deben pagar su renta y con sus ex amigos porque ellos gozan los placeres que él no puede costear. Afortunadamente, está libre de escaparse de su propia existencia y esta tarde, cuando su mujer tiene suficiente dinero para la calefacción, lo hará.

A es libre. ¿Lo son B y C? Supongo que A dirá que ni B ni C no son libres. Si A afirma que B y C no gozan de libertad real, la mayoría de nosotros, sin mayor definición, sabremos qué pensar sobre la libertad de A. Pero un Wells, un Forster, o un Russell sin duda que consentirán tan vehementemente como nosotros que esta no es libertad, sino una esclavitud degradante al ambiente. El dirá que para ser libres, B y C deberán elevarse al nivel de A, el nivel, digamos, del caballero de Oxford. Como esl caballero de Oxford, B y C deben gozar de entretenimiento y un ingreso modesto con el cual gozar las buenas cosas y las buenas ideas del mundo.

¿Pero cómo se logra esto? Las relaciones sociales burguesas son las que tenemos hoy. Nadie niega que el motivo dinámico de tales relaciones es la ganancia privada. En esto los economistas burgueses y marxistas están de acuerdo. Es más, si la causalidad tiene algún sentido, y si no es que botemos por la borda todos los métodos científicos, las relaciones económicas actuales y la falta de libertad de B y C deben estar relacionadas entre sí. Por tanto, tenemos relaciones burguesas sociales por una parte y estos grados varios de falta de libertad –A, B y C- por la otra, interconectadas como causa y efecto. Hasta ahora, cualquiera puede ser la causa porque no hemos decidido si los estados mentales nacen de las relaciones sociales o viceversa. Pero en el momento en que nos preguntemos cómo la acción puede resolver el problema, veremos cuál prima. No sirve que se entregue a B, por medio de charlas y galerías de arte, la oportunidad de entender la filosofía o ver las obras maestras del arte. No tiene el tiempo para adquirir, antes de empezar su trabajo, el placer de ellas o al comenzar su trabajo el tiempo para satisfacerlas. Tampoco C está libre para gozar las riquezas de la cultura burguesa mientras toda su existencia está nublada por su posición económica. Son las circunstancias las que aprisionan la conciencia y no lo contrario. No se trata que B y C no tengan conciencia de que son miembros de la clase obrera, sino que dado a que son miembros de la clase obrera es que no tienen conciencia de ello. Y Russell, que escribe Sobre la vaguedad, alaba correctamente, porque es inteligente ya que es vago y burgués y no vago y burgués porque es inteligente. Ahora ya vemos la causa y efecto de la situación. Vemos que no es esta libertad y falta de ella la que produce las relaciones sociales burguesas, sino que las relaciones burguesas mismas dan nacimiento a estos dos extremos, la libertad del burgués ocioso y la falta de libertad del proletario trabajador. Se hace claro que este efecto, si es rechazable, solamente se puede cambiar al cambiar la causa. Por tanto el intelectual se ve enfrentado a otro problema tal como aquel donde tuvo que definir más precisamente quién goza más la libertad que entendía como contemporánea. ¿Desea que estos dos estados de cautividad y libertad o de miseria y felicidad existan para siempre?¿Puede gozar una libertad basada sobre las mismas causas que la falta de libertad del trabajador? Si no es así, debe avanzar más allá y decir “las relaciones burguesas deben cambiar". Y cambiarán precisamente gracias a esta falta de libertad que aumentan en generar; pero hoy el intelectual debe decidir si será parte de las fuerzas sociales que generan el cambio o seguirá plantado en contra de ellas. ¿Pero cómo cambiar las relaciones sociales burguesas? No por un mero esfuerzo de la voluntad porque ya vimos que la mente nació de las relaciones sociales y no al revés. Es la materia, la fundación cuantitativa de la ideología cualitativa la que se debe cambiar. No es suficiente conversar y convencer. Se debe hacer trabajo. Se debe cambiar el medio ambiente.

La ciencia nos demuestra cómo. Siempre logramos nuestras necesidades, no por los deseos solamente, no al desear que sean, sino que con acciones asistidas por el conocimiento al usar las leyes físicas de la realidad. Movemos montañas no por el mero movimiento del deseo sino porque entendemos la rigidez de determinadas leyes de la cinética, la hidráulica y la ingeniería eléctrica y ellas pueden guiar nuestras acciones. Logramos la libertad – quiere decir el logro de nuestros deseos- por medio de la obediencia de las leyes de la realidad. El respeto a estas leyes es simple; lo que es difícil es el descubrimiento y esta es la tarea de la ciencia.

Por tanto, la tarea de definir la libertad se hace aún más difícil. Después de todo, no es fácil establecer ni hasta una definición contemporánea de libertad. No solamente tiene el intelectual que decidir cambiar las relaciones sociales burguesas, sino que debe hallar las leyes del movimiento de la sociedad y engranar las relaciones sociales con un esquema causal. No basta con desear ser libre; también se necesita saber.

Solamente existe un análisis científico de las leyes del movimiento de las relaciones sociales y es el marxismo. Para entender cómo, físicamente, a nivel material del ser social, los movimientos cuantitativos del capital, de la materia, de las cosas, entrega la base causal predictiva de la sociedad y pasa, por medio de las relaciones sociales, a los cambios cualitativos de la mente, el deseo y la ideología se hace necesario referir al intelectual burgués a Marx, Engels, Plekhanov, Lenin y Bukharin. Supongamos que ahora ha hecho esto y regresa nuevamente a la difícil tarea de la lucha por la libertad.

Su concepción causal de la sociedad ahora le posibilitará lograr la tarea hacer que las relaciones sociales produzcan libertad está tan rígidamente condicionada por la realidad como la tarea de hacer que la materia logre sus deseos en la forma de la maquinaria. Toda materia –maquinaria, capital, gente- y las relaciones que exhiben en la sociedad – pueden solamente moverse de acuerdo a las leyes causales. Lo primero que esto implica es que las viejas relaciones se deben romper tal como se debe derruir una casa si se desea reconstruirla completamente y la transición, construir y destruir, debe seguir ciertas leyes. No podemos destruir los cimientos primero no construir el techo antes que las paredes.

Este estado transitorio implica la alteración de todas las adherencias entre humanos y el capital, la maquinaria y los materiales, que son las que median las relaciones sociales. Estas no deben seguir adheridas a personas individuales –la clase burguesa- sino a todos los miembros de la sociedad. No se trata de un mero cambio de posesión, porque también implica que ninguna persona saque ganancia de la posesión sin que trabaje. No se destina los bienes a las rondas del mercado –el movimiento de la ganancia- sino directamente al uso –al movimiento del uso. Es más, esto implica que todas las instituciones visibles que dependen de las relaciones privadas de la ganancia –leyes, iglesia, burocracia, poder judicial, ejército, policía, educación- deben destruirse y reconstruir. La burguesía no puede hacer esto ya que por medio de estas mismas instituciones –propiedad privada (el ingreso modesto), la ley, la universidad, el servicio civil, etc., - es que logran su libertad. El esperar que ellos destruyan estas relaciones sobre las cuales, como ya vimos, depende su libertad y la falta de libertad de los obreros sería pedirles que vayan en busca de su cautividad que, como la libertad es lo que buscan todos los hombres, ellos no lo harán. Pero el caso de aquellos a los que la falta la libertad, con el proletariado, es lo opuesto. El día que vayan en busca de la libertad, se rebelarán. La burguesía, luchando por su libertad, deberá necesariamente encontrarse antagonizando a la no-burguesía, que también lucha por su libertad. El motivo eventual de esta lucha se debe al hecho que la economía capitalista, al desarrollarse, disminuye aún más la clase que realmente es dueña de la libertad hasta el día en que llega el intelectual, el doctor, el pequeño burgués, el oficinista y el campesino se dan cuenta que ellos tampoco libres después de todo. Y se dan cuenta que la lucha del proletariado es su lucha.

Para el proletariado, ¿qué es la libertad? –el exterminio de aquellas instituciones y relaciones burguesas que las mantienen cautivas- es necesariamente compulsión y atamiento a la burguesía, tal como la vieja libertad burguesa generó la falta de libertad para el trabajador. Las dos nociones de la libertad son irreconciliables. Ya con el proletariado en el poder, todos los intentos de reestablecer las relaciones sociales burguesas serán ataques a la libertad proletaria y por tanto serán rechazadas tan fieramente como los hombres rechazan los ataques contra su libertad. Este es el significado de la dictadura del proletariado y con ello viene la censura y todas las otras herramientas desarrolladas por la burguesía en la evolución del estado coercitivo que asegura su libertad.

Sin embargo, exista una diferencia vital. Las relaciones sociales burguesas generan la libertad de la burguesía y la falta de libertad del proletariado depende de la existencia de tanto la libertad como la falta de libertad de su continuación. La burguesía no gozaría su ocio sin el trabajo del trabajador ni el trabajador se mantendría en una relación burguesa sin la guía coercitiva y el liderazgo de la burguesía. Por tanto, la libertad de los pocos, en las relaciones sociales burguesas, se construye sobre la falta de libertad de muchos. Las dos nociones viven en antagonismo perpetuo. Pero tras el despojamiento de la burguesía, el antagonismo entre el despojado y el ya burgués sin libertad y la herencia y por tanto proletariado libre es solamente temporal. El resultado es que los dueños de los medios de producción, que también los trabajadores de aquellos medios, no necesita la existencia de la clase expropiada. Cuando, por tanto, la transición está completa y la burguesía ha sido absorbida o ha muerto ya no exista una clase obligadamente no-libre. Eso es lo que significa el “agotamiento" del estado hacia una sociedad sin clases tal como el período transitorio como el que se está dando en Rusia hoy [década de 1930 - Traductor].

Esto, definido en términos simples, es el proceso causal donde las relaciones sociales burguesas pueden transformarse en nuevas relaciones sociales que no generan una masa de sin libertades como el polo opuesto a un poco de libertad. Lo hemos hecho fácil a conciencia. Una discusión más completa, tal como la que hace Marx, habría hecho más clara la naturaleza interpenetrante de la fluidez del proceso; de cómo la economía capitalista misma la hace nacer causalmente, que no puede quedarse inmóvil sino que se agrupa continuamente en centralizaciones mayores dando nacimiento a guerras imperialistas que el hombre no tolerará para siempre y a relaciones de dinero efectivo llenando a los hombres de odio, lo que algún día llegará a ser odio al sistema. Y de la forma en que el capitalismo penetra estas enormidades, la causa de la revuelta, entrega al proletariado los medios de la revuelta por medio de unirles, llegar a concientizarse y organizarse más, por lo que, cuando la revuelta nace, cuentan con tanto la solidaridad y la habilidad ejecutiva necesaria para apoderarse de la propiedad burguesa. Al mismo tiempo, las relaciones sociales burguesas revelan que hasta su propia realidad no es libertad real, que la libertad burguesa es casi tan aprisionante para quienes la gozan como para los trabajadores con su falta de libertad. Por tanto, la burguesía no se haya a sí misma como una clase sólida contrapuesta al proletariado, sino tiene divisiones entre sus propias filas, unas pocas al principio, que más tarde son más y más. La revolución se da tan pronto como el proletariado está suficientemente organizado para cooperar en su lucha en contra de las relaciones sociales burguesas, presionado suficientemente por su falta de libertad, para exigir un nuevo mundo a todas costas; y cuando, en el otro lado, como resultado de las contradicciones que se desarrollan en el capitalismo, la burguesía misma ha perdido su control.

Por tanto, vayamos más profundo y examinemos más dedicadamente la naturaleza de la libertad burguesa. ¿Son H. G. Wells, Bertrand Russell, E. M. Forster, usted lector y yo realmente libres? ¿Gozamos por lo menos libertad mental? Porque si no la gozamos, ciertamente no gozamos libertad física.

Bertrand Russell es un filósofo y un matemático. Toma en serio la ciencia y la aplica a varios campos del conocimiento. El cree que los pensamientos son simples ordenamientos de la materia a pesar que identifica a la materia como cosa del pensamiento. Está de acuerdo que con cada “psiquismo"[3] corresponde un “neurismo"[4], que la vida es un fenómeno químico especial tal como el pensamiento es un fenómeno biológico especial. No está de acuerdo con la tontera de las entelequias y la memoria pura. Entonces, ¿por qué se abstiene de aplicar ciertas categorías que se usan en todos lados al concepto de libertad? ¿En qué sentido puede creer que la humanidad será completamente libre? Detecta correctamente el embaucamiento que el contrabandear a dios hacia la ciencia como una fuerza vital, entelequia ó la primera causa es solamente un juego de manos. Pero su libertad es una especie de dios; algo que él acepta con fé que de alguna manera interviene en los asuntos del universo y sin conexiones con la causalidad, la libertad de Russell y su filosofía viven en mundos diferentes. Ha hecho que la teología se una a la ciencia y ha entendido que la teología es una reliquia bárbara. Pero no ha dado el último acto de integración; no ha pedido la opinión de la ciencia sobre esta creencia que el graduado de una de las mejores universidades, con un ingreso moderado y alguna forma de diversión es realmente libre.

No se trata de que si una persona por alguna razón misteriosa fuera libre. Si ese fuese el problema, toda la humanidad tendría o no tendría libertad. Si la libertad consiste en tener libertad de selección y el hombre es libre de escoger, podemos tener libre albedrío bajo el fascismo o el proletariado como bajo un gobierno burgués. Pero todos aceptan que hay grados de libertad. ¿En qué consiste entonces esta diferencia en la libertad?

Por tanto, aunque la libertad no depende del libre albedrío, nos ayudará a entender libertad si consideramos lo que es libre albedrío. Libre albedrío consiste en lo siguiente, que el hombre está consciente de los motivos que causan esta acción. Sin la conciencia de motivación antecedente, no hay libre albedrío. Levanto mi mano para defenderme de un golpe. El golpe dictó mi acción; sin embargo, tenía conciencia de que deseaba evitar un golpe; deseaba hacerlo. Mi albedrío era libre, era un acto de mi albedrío. Hubo un causal; pero yo estaba consciente de mi libre voluntad. I yo estaba consciente de la causa, del golpe.

En el sueño, un cosquilleo en la planta de los pies aviva el reflejo plantario. A esa acción la llamamos involuntaria. Tal como el movimiento de prevención fue instigado por un estímulo foráneo, también lo fue el doblar la pierna. A pesar de ello, entendemos que el segundo no es libre, es involuntario. No era resultado de un motivo consciente. Ya vemos que el libre albedrío existe tanto como estamos conscientes de los motivos que se anteceden en nuestra mente y que se entienden como la causa inmediata de la acción. Si este motivo o acto de la voluntad es todavía libre y no es forzado, debemos también por su parte estar conscientes de la motivación que antecede lo producido. El libre albedrío por tanto no es lo opuesto a la causalidad, es la conciencia de la causalidad. Esa es la razón por la que el hombre encaja todos los sucesos que ocurren fuera de él en un marco causal; porque está consciente de la causalidad en sí mismo. Si no fuese así, sería un misterio si la humanidad, que experimenta solamente la falta de causalidad en el libre albedrío, debe suponer, como lo hace, que todas las otras cosas están unidas por la causalidad. Si, sin embargo, él solamente supone que otros objetos obedecen las mismas leyes que él, tanto la génesis y el éxito de la causalidad como marco cognitivo porque la realidad se puede explicar.

La causalidad y la libertad son, por tanto, aspectos de su otro. La libertad es la conciencia de la necesidad. El universo como un todo es completamente libre porque aquello que no es libre está determinado por algo fuera de él. Pero todas las cosas son, por definición, contenidas en el universo, por tanto el universo está determinado por nada excepto sí mismo. Pero cada cosa individual en el universo está determinada por otras cosas porque el universo es material. Este material no está “dado" en la definición del universo, sino es exactamente lo que la ciencia establece cuando explica al mundo activa y positivamente.

Por tanto, la única libertad absoluta, como cualquier otra verdad, es el universo mismo. Pero partes del universo tienen grados varios de libertad, concordando con sus grados de auto-determinación. En la auto-determinación, las causas son interiores a la cosa misma; por tanto en la sensación del libre albedrío, el antecedente de la causa de una acción es el pensamiento consciente de un individuo y, como la acción también es la del individuo, hablamos de libertad porque hay auto-determinación.

La libertad del libre albedrío puede ser solamente relativa. Es la característica de las categorías más recientemente desarrolladas que contienen más libertad. La materia con que la humanidad está compuesta es la relación espaciotemporal con todas las otras materias en el universo y su posición en el espacio y el tiempo es auto-determinada en un grado pequeño. Sin embargo, la percepción humana lo es en menor medida en relación con el resto del universo; se trata de una clase más exclusiva de percepción que no ve en la vecindad inmediata de la humanidad o en lo que no está interesada y está moldeada por la memoria, es decir, por causas internas. Entonces, es más libre, más auto-determinada, especialmente en sus desarrollos posteriores, como la voluntad conciente.

El hombre constantemente supone que es más libre de lo que es. La investigación freudiana ha demostrado recientemente que los acontecimientos a nivel del ser –es decir, los acontecimientos sicológicos inconscientes- pueden hacer aparecer disturbios que roban las funciones conscientes. En tales circunstancias el hombre puede que no esté consciente de los motivos de sus acciones, a pesar que así lo crea. Por tanto no es libre ya que la determinación de su libertad nace de acontecimientos afuera de su conciencia. Un ejemplo es el neurótico. El neurótico no es libre. El logra la libertad por medio de lograr la auto-determinación, es decir, haciendo conscientes los motivos que anteriormente eran inconscientes. Así llega a ser capitán de su alma. En estos momentos no analizo la validez de los métodos varios de los métodos varios por los que se obtiene el conocimiento ó los significados neurológicos que les debemos dar al simbolismo freudiano. Concuerdo con que este supuesto de la terapia freudiana que indica que la humanidad siempre obtiene más libertad, más auto-determinación al expandir de la conciencia o, en otras palabras, por un aumento del conocimiento. En el caso de su propia mente, el hombre, al obtener el conocimiento de su causalidad, obtiene más libertad. Aquí la libertad también se entiende como una forma especial de determinismo, a saber, la conciencia de ello.

Pero la humanidad no puede simplemente sentarse y contemplar su propia mente para comprender su causalidad. Su cuerpo, al igual que su mente, se mantiene en una constante relación metabólica con el resto del universo. El resultado es que cuando queremos rastrear cualquier secuencia mental causal, para estar consciente de ella, la hallamos inextricablemente mezclada con los eventos del mundo exterior. En una etapa temprana nos damos cuenta que debemos buscar la libertad en el mundo exterior tanto como en el interior. Debemos estar conscientes no sólo de nuestras propias leyes, sino también de aquellas de la realidad exterior. La humanidad siempre se ha dado cuenta que lo que signifique libre albedrío, no solamente integra el deseo, sino también la acción que también es parte de la libertad. Por ejemplo, estoy inmerso en un molde de yeso, por lo que no puedo pestañear. A pesar de eso, mi deseo es completamente libre. ¿Soy, por tanto, completamente libre? Solamente los filósofos extremadamente idealistas sugerirían que lo soy. Por tanto, un libre albedrío no es suficiente para asegurar libertad, porque nuestras acciones también deben estar incondicionadas. Ahora todos se dan cuenta que el ambiente exterior continuamente restringe nuestra libertad y que el libre albedrío no es libertad si es que no puede hacer lo que libremente deseamos hacer.

Pero esta libertad también nos lleva al determinismo. Porque entendemos, y aquí ningún filósofo lo disputa, es que el ambiente es completamente determinista. Es decir, cualquier movimiento o fenómeno que vemos tiene un causal que a su vez tiene una causa y suma y sigue. Y en las mismas circunstancias, las mismas causas siempre aseguran tener el mismo efecto. En este momento la comprensión de este determinismo entrega libertad. Porque mientras más comprendemos la causalidad del universo, más capaces seremos de hacer lo que deseamos libremente. Nuestro saber de la causalidad del agua nos permite construir barcos y cruzar los océanos; nuestro conocimiento de las leyes del aire nos permite volar; nuestro conocimiento de los movimientos de los planetas nos permite construir calendarios para que podamos cosechar, embarcarnos en largos viajes y proponernos el hacer acuerdos con otros en momentos más apropiados para lograr lo que deseamos hacer. Por tanto, en el mundo exterior también, se ve que el determinismo produce libertad, libertad siendo una forma especial de necesidad, la conciencia de la necesidad. Comprobamos que logramos la libertad por medio de la conciencia de la causalidad del fenómeno mental subjetivo een conjunto con nuestra conciencia de la causalidad del fenómeno externo. Y no nos sorprende que la característica del comportamiento de los objetos –causalidad– también es la característica de la conciencia, porque la conciencia misma es nada más que un aspecto de un objeto –el cuerpo. Mientras más ganamos de este entendimiento doble, más libres seremos, teniendo libre albedrío y libertad de acción. Existen dos cosas que se eliminan mutuamente, libre albedrío contra determinismo – poro por el contrario, actúan en conjunto.

De esto se entiende que los animales son menos libres que la humanidad. Las criaturas del impulso, actuando sin saber por qué, sujetos a todos los cambios de la naturaleza, de otros animales, de los accidentes geográficos y el cambio climático, se encuentran a la merced de la necesidad, precisamente porque no tienen conciencia de ella.

No quiere decir que no tengan libertad, ya que poseen un grado de libertad. Tienen algún conocimiento de la causalidad de su entorno, lo que se muestra en sus manipulaciones del tiempo, del espacio y de los materiales –el vuelo del pájaro, el salto de la liebre, el nido de la hormiga. Tal como se ve en su comportamiento, tienen algún grado de autodeterminación. Pero comparados con la humanidad, no tienen libertad.

El supuesto que los animales sean la única criatura libre, está implícita en la concepción de pensadores como Russell y Forster, que todas las relaciones sociales son restricciones de la libertad espontánea. Nadie restringe al carnívoro solitario a hacer nada. Sin duda esta es una falacia antigua. Rousseau es el exponente famoso. El hombre nace libre pero está encadenado en todos lados. En la mente burguesa siempre se encuentra esta leyenda de la edad de oro de un hombre perfectamente bueno corrupto por las instituciones. Desafortunadamente, no solamente el hombre no es bueno sin instituciones, tampoco es malvado. No es hombre para nada; ni es bueno ni es malo; es un bruto inconsciente.

La idea que tiene Russell de libertad es la idea no filosófica de bestialidad. Después de todo, la Escuela Narkover no es un mal ejemplo de la libertad de Russell. El hombre solo, sin restricciones, que responde solamente a sus instintos, es el hombre libre de Russell. Por tanto, todo el doloroso progreso desde la bestia se entiende como inútil. Todo el trabajo y el sudor y las revoluciones de la humanidad han estado lejos de la libertad. Si esto es cierto y si alguien cree, como todos nosotros creemos, como Russell cree, que la libertad es la meta esencial de los esfuerzos humanos, entonces debemos abandonar la civilización y regresar a los bosques. Soy comunista porque creo en la libertad. Critico a Russell y a Wells y a Forster porque creo que son los campeones de la falta de libertad.

Pero hay que decir que esto ha ido demasiado lejos. ¿Cómo pueden estos hombres, que han defendido la libertad de pensamiento, de la acción y de la moralidad ser campeones de la falta de libertad? Procedamos con nuestro análisis y veremos por qué.

La sociedad es la creación por medio de la cual la humanidad logra una medida más completa de libertad que las bestias. Es la sociedad, y la sociedad solamente, que diferencia cualitativamente a la humanidad de las bestias. La característica esencial de la sociedad es su producción económica. El hombre, el individuo no puede hacer lo que quiere por sí sólo. Sólo no es libre. Por tanto él logra la libertad por medio de la cooperación con sus pares. La ciencia, por medio de la cual obtiene conciencia de la realidad exterior, es social. El arte, por medio del cual se hace consciente de sus emociones, es social. La producción económica, por medio de la cual hace que la realidad exterior se conforme a sus sentimientos, es social y en sus intersticios genera ciencia y arte. Entonces, es la generación económica la que da la libertad a la humanidad. La razón de que la humanidad sea libre y las bestias no lo sean es la producción económica. Esto es claro por el hecho que la producción económica es la manipulación, por medio de la agricultura, la doma del caballo, la construcción de caminos, la construcción de automóviles, la luz, calefacción y otras ingenierías, del ambiente, que se hace más en conformidad con el deseo de la humanidad. Al hombre le permite hacer lo que desea y él puede hacer lo que desea con la ayuda de otros. Sin caminos, abastecimiento de alimentos, máquinas, casas y vestimenas, serìa como el hombre en un molde de yeso que puede desear lo que quiere y sigue sin ser un hombre libre sino un cauivo. Pero hasa su libre albedrío depende de eso. Porque la conciencia se desarrolla por la evolución del lenguaje, la ciencia y el arte y todo ello nace en la producción económica. Por tanto la liberad de las acciones de la humanidad depende de su nivel maerial, en su producción económica. Lo más avanzado de la producción económica, más libre es la civilización.

Pero, se argumenará, la producción económica es solamente lo que implican todas las “trabas" de la sociedad. El trabajo diario, la división del trabajo bajo los superintendentes, todas las leyes de contrato y el capital, todas las reglamentaciones de la sociedad nacen de este trabajo de la producción económica. Precisamente, porque como vimos, la libertad es la conciencia de la causalidad. Y por medio de la producción económica, que le hace posible a la humanidad lograr su deseo por medio de la acción, el hombre se hace conciente de los medios necesarios para lograrlo. Que se necesite una palanca de un cierto largo para mover la piedra que el hombre quiere mover es una consecuencia, la otra es que una cierta cantidad de hombres debe cooperar en una cierta forma para manejar la palanca. De esto se deduce que solamente es cosa de para llegar a la maquinaria complicada de la vida moderna con todas sus complejas relaciones sociales.

Por tanto, todas las “ataduras", “obligaciones" y “deberes" son los meros medios por los que la humanidad adquiere la libertad. Consecuentemente, libertad no solamente es conciencia de la necesidad porque toda la realidad está unida por la necesidad. Libertad es la conciencia de la necesidad –en la realidad externa, en mí, y en las relaciones sociales que median entre la realidad externa y de la esencia humana. La bestia es la víctima de la mera necesidad, el hombre es socialmente conciente y auto determinado. Por supuesto que no absolutamente, sino más que la bestia.

Por tanto, la liberad de acción, la libertad de hacer lo que deseamos, la parte vital de la libertad, se entiende como asegurada por la conciencia social de la necesidad y de ser generada en el proceso de la producción económica. El precio de la libertad no es vigilancia eterna sino eterno trabajo.

¿Pero cuál es la relación de la sociedad con la otra parte de la libertad, libertad de desear? La producción económica hace que el hombre sea libre para hacer lo que desea, ¿pero es libre de desear lo que desea?

Vimos que él es solamente libre de hacer lo que deseaba por medio de lograr la conciencia de la realidad externa. Es igualmente verdadero que es solamente libre de desear lo que desea por medio de lograr la conciencia de la necesidad interna. Es más, estas dos no son antagonistas, pero como entenderemos ahora, son una. La conciencia es el resultado de una forma de producción económica específica y altamente importante. Suponga que alguien ha ejecutado un lamentable experimento para entregar a Bertrand Russell, a la edad de nueve meses, a una madrastra cabra y dejarlo a su cuidado, en algún lugar remoto donde no recibiría visitantes humanos, para que creciera hasta su madurez. Digamos que cuarenta años más tarde, cuando los hombres visitaron a Bertrand Russell por primera vez, ¿hallarían en su poder los manuscritos del Análisis de la mente y el Análisis de la materia? ¿Hallarían en su poder por lo menos su definición de número como la clase de todas las clases? No. En contradicción con su estado presente, su comportamiento sería tanto ilógico como descortés.

Por tanto, parece ser que Russell, tal como le conocemos y apreciamos, es un producto social. Russell es un filósofo y no un animal porque se le enseñó no solamente buenas costumbres, sino idioma y se le dio acceso a años de esfuerzo de sabiduría social. El lenguaje llenó su mente con ideas, le mostró lo que debía observar, le enseñó lógica, puso toda la sabiduría de la humanidad a su disposición y le despertó afectivamente las decencias de la sociedad –la moralidad, la justicia y la libertad. La conciencia de Russell, como todos los objetos sociales útiles, fue una creación. Es la conciencia de Russell le que le hace distintivamente él, lo que apreciamos en él en comparación con un simio antropoide. La sociedad le hizo tal como se hace un sombrero.

Resulta evidente que las ‘dotes naturales’ (o como diríamos más estrictamente, su genotipo) eran de importancia para el resultado. Pero eso solamente para expresar que las condiciones materiales condicionan el producto final. La sociedad bien sabe que no puede hacer una pulsera de seda si tiene una oreja de chancho, excepto en circunstancias especiales, un señor de un cretino. Pero también sabe que del fierro crudo puede hacer rocas, puentes, barcos o micrómetros y, de aquel material plástico, el genotipo humano, se pueden hacer aztecas, egipcios, atenientes, prusianos, proletarios, párrocos o estudiantes escolares.

También es evidente que el humano no es un sombrero. Es un producto social único, el original de las fantasías de las máquinas de Butler que dio nacimiento a las máquinas. El mismo es una de aquellas máquinas. La verdad esencial de la humanidad, en comparación con los sombreros, es que no es un sombrero, sino que el hombre que se lo pone. Y la verdad esencial de esta verdad del proceso de modificación del hombre por la sociedad es que esta modificación es primariamente de su conciencia, un proceso que no ocurre con nada más. Ahora bien, esto ocurre porque precisamente la sociedad elabora su conciencia, es que el hombre, aunque se trata de un producto social tal como un sombrero, que no es capaz del libre albedrío. El libre albedrío, con respecto a un sombrero, que no es conciente, no es capaz del libre albedrío. El llegar a ser de un hombre, su ‘crecimiento’, es la sociedad que se conforma a sí misma, un grupo de conciencias, ellas mismas creadas por conciencias anteriores, creando otra. Así la antorcha de la libertad avanza y brilla aún con más fuerza. Pero es en la conciencia de un hombre vivo que la conciencia adquiere una estampa específica, y el vivir es solamente entrar en relaciones sociales.

Pero será exigido que el hombre –el individuo- vea el mundo por sí solo- montañas, cielo y mar. Sólo, en su estudio reflexiona acerca del destino y la muerte. Verdad. Pero las montañas y el mar tienen sentido para él precisamente porque habla articuladamente porque tiene una conciencia moldeada socialmente. La muerte, el destino y el mar son conceptos sociales altamente desarrollados. Cada individuo contribuye algo para alterarlos y elaborarlos, ¡pero qué tan menor es la contribución comparada con la inmensa presión del pasado! El idioma, la ciencia y el arte son simplemente el resultado de la unidad del hombre con sus iguales socialmente para aprender acerca de él mismo y de la sociedad exterior para imponer sus deseos sobre ella. Tanto el conocimiento como el esfuerzo son solamente posibles en cooperación, y ambos los ha hecho necesarios por la lucha del hombre para ser más libre.

Por tanto, la libertad interna del hombre, el deseo consciente, actuando hacia fines conscientes, es un producto de la sociedad, es un producto económico. . Es el más refinado de los productos logrado por la sociedad en su búsqueda de la libertad. La conciencia social florece tras el esfuerzo social. Damos rienda suelta en esfuerzo a nuestros deseos instintivos. Aprendiendo cómo lograrlos aprendemos algo sobre la naturaleza de la realidad y cómo dominarla. Esta sabiduría modifica la naturaleza de nuestros deseos, que se transforman en más conscientes, más llenos de imágenes exactas de la realidad. Tan enriquecidos, los deseos llegan a ser más sutiles y, tratando de lograr metas más profundas, en la producción económica más elaborada, obtienen una mirada aún más profunda de la realidad y, como consecuencia, ellas mismas se enriquecen. Por tanto, en el proceso dialéctico, el ser social genera una mente social y este juego entre la profundización de las realidades internas y externas es conservada y transmitida por la cultura. La humanidad, mientras la sociedad avanza, tiene una conciencia compuesta del instinto en forma cada vez menor, y cada vez más por el conocimiento modelado por el conocimiento y la emoción. La humanidad entiende cada vez más claramente las necesidades de su propio ser y de la realidad exterior. Llega a ser cada vez más libre.

La ilusión de que nuestras mentes están libres en la medida que, como las bestias, estamos inconscientes de la causalidad de nuestros estados mentales es lo que asegura nuestra falta de libertad. . La sociedad burguesa actual claramente exhibe esta verdad en la práctica, lo que hemos establecido en el análisis teórico. La burguesía cree que la libertad consiste en la ausencia de la organización social; que la libertad es una calidad negativa, una mengua de los obstáculos hacia ella; y no una calidad positiva, la recompensa del esfuerzo y de la sabiduría. Esta creencia es a su vez el resultado de las relaciones sociales burguesas. Como resultado de ello, el burgués intelectual no está consciente de la causalidad que hace ser a su conciencia lo que es. Tal como el neurótico que rehúsa a creer que su compulsión es el resultado de un cierto inconsciente complejo, el burgués rehúsa a creer que su concepción de la libertad es una mera ausencia de las ataduras sociales nace de las relaciones burguesas mismas y que es esta la ilusión que le restringe por todos lados. El rehúsa ver que su propia libertad limitada, la cautividad del trabajador y todas las contradicciones de las crecientes relaciones burguesas –pacifismo, fascismo, guerra, odio, crueldad, enfermedad- están amarradas en una red de causalidad que se influencian entre ellas y que por tanto es mentira el suponer que un simple esfuerzo del deseo del hombre libre, sin el conocimiento de las causas prohibirá el fascismo, las guerras y las temporadas bajas. Gracias a esta falacia básica, este tipo de intelectual trata de curar los males sociales positivos, como las guerras, por medio de acciones individuales negativas como la no-cooperación, la resistencia pasiva o la objeción de conciencia. Esto es porque no puede liberarse a sí mismo de la suposición que el individuo es libre. Pero hemos demostrado que el individuo nunca es libre. Solamente puede lograr la libertad en la cooperación social. Puede hacer lo que desea al usar las fuerzas sociales. Si, por tanto, desea para la pobreza, la guerra y la miseria, lo debe hacer no por medio de la resistencia pasiva sino usando las relaciones sociales. Pero para usar las relaciones sociales las debe entender. Debe llegar a ser consciente de las leyes de la sociedad tanto como, si desea palanquear una piedra, debe conocer las leyes de las palancas.

Ya para cuando el burgués intelectual pueda ver que la sociedad es el único instrumento de libertad habrá avanzado un paso más en el camino de la libertad. Pero hasta ese momento será no-libre. Verdad es que es un racionalista, entiende la causalidad de la naturaleza, las teorías de Einstein, todos los espléndidos aparatos del descubrimiento social, pero todavía cree en in mundo mágico de las relaciones sociales divorciadas de estas teorías donde solamente el dios de la libertad burguesa manda. Esto se prueba no solamente en su teoría, sino en la forma en que su doctrina de la libertad está aceptada como un dogma teológico y nunca se le cuadra con todo su conocimiento filosófico y científico; pero esto también se comprueba en la acción cuando el intelectual burgués no tiene la fuerza para parar el desarrollo de la creciente falta de libertad en la sociedad burguesa. Todas las obsesiones de la militancia, el fascismo y las urgencias económicas hostigan a la sociedad contemporánea y todo lo que aquel puede oponer es acción individualista, objeción de conciencia y resistencia pasiva. Esto llega a ser el caso si es que es no-libre. Tal como el hombre que cree poder caminar por sobre el agua y se ahoga en ella, el intelectual burgués afirma de una medida de libertad que en verdad no existe y esto lo hace ser mental y físicamente no-libre. ¿Quién no puede ver la obsesión dura acechando sobre el mundo burgués hoy? Somos libres cuando podemos hacer lo que queremos. La sociedad es un instrumento de libertad cuando proporciona lo que la humanidad desea. Los miembros de la sociedad burguesa, todos ellos, trabajadores, capitalistas e intelectuales capitalistas desean un aumento en riquezas materiales, felicidad, libertad de conflictos, del peligro y la muerte, seguridad. Pero la sociedad burguesa actual produce una merma en riqueza material y también crea desempleo, tristeza, conflictos, inseguridad, guerra constante. Por tanto, todos los que viven en una sociedad burguesa –democrática, fascista o roosveltiana- son no-libres porque la sociedad burguesa no les da lo que desean. El hecho de que tengan o no tengan votos o “libertad de palabra" no altera, en cualquier forma, su falta de libertad.

¿Por qué la libertad burguesa no cumple con los deseos de sus miembros? Porque no entiende las leyes de la producción económica –no es desorganizada ni sin planificación. No tiene conciencia de las necesidades de la producción económica y, por causa de aquello, no puede hacer que la producción económica cumpla con sus deseos. ¿Por qué no tiene conciencia de las necesidades de la producción económica? Porque por razones históricas cree que la producción económica resulta mejor cuando a cada hombre se le deja libre para producir para sí mismo lo que le parece ser con lo que obtiene más ganancias. En otras palabras, cree que la libertad se asegura por la falta de organización del individuo en el funcionamiento de la sociedad, la producción económica. Tal como vimos, esta libertad individual por medio de la falta de conciencia es un engaño. La sociedad burguesa, inconsciente, engañada por tanto es no-libre. Hasta Russell es no libre y, en la próxima guerra, tal como en la anterior, será destinado a la cárcel.

La misma no-libertad –expresada como individualismo- en la función básica de la sociedad, a fin de cuentas genera cada forma de ataduras externas. El revolucionario burgués conformó una libertad falaz –que el hombre nació bueno y estaba encadenado en todas partes, que las instituciones lo hicieron malo. La verdad es que esta libertad que nombraba era el individualismo en la producción privada. Esto revelaba su naturaleza falaz como una libertad al aparecer inmediatamente como una amarra. Puesto que solamente podía asegurarse, era solamente de nombre, en el derecho irrestricto de poseer los medios de producción que es en sí mismo una restricción para aquellos que están alienados de su sustento. Obviamente, mi vecino no puede acceder a lo que yo poseo completamente.

La revolución burguesa cambió todas las relaciones sociales que están basadas en deberes y privilegios para hacerlas derechos exclusivos de la propiedad del dinero efectivo. Yo produzco para mi persona individual, para obtener ganancias. Por tanto, necesariamente, yo produzco para el mercado y no para el uso. Trabajo por dinero en efectivo y no por deberes a mi señor o patrón. Mis deberes hacia el estado ahora podían calcularse en dinero efectivo. Todas mis obligaciones contractuales, ya fuera matrimonio u organización social podían calcularse en efectivo. El dinero efectivo apareció como la única obligación entre hombres, que de otra manera eran completamente libres –dueño libre, trabajador libre, productor libre, consumidor libre, mercados libres, empresario libre, el flujo libre de los capitales de mano en mano y tierra a tierra. Hasta las obligaciones del hombre a él se le asemeja una obligación en efectivo que él debe absolutamente. Esta disolución de las obligaciones sociales se podría justificar si fuera libre como sí, de ser propiedad de él solamente, y haciendo lo que le parece mejor, para su propio bien y ganancia, él de hecho obtendría lo que desea y así asegurar la libertad. Sería un regreso a la aparente libertad de la jungla, donde cada bestia lucha solamente para sí y no le debe obligaciones a nadie. Pero como ya vimos, esta libertad es una ilusión. La bestia es menos libre que el hombre. Los deseos de la jungla se cancelan los unos a los otros y nadie obtiene exactamente lo que desea. No hay bestia que sea libre.

Esta falacia aparece como falacia inmediatamente en la siguiente forma. La libertad completa para poseer propiedad significó que la sociedad misma se halló dividida entre los poseedores y los desposeídos, como las bestias de la jungla. Cada uno de los desposeídos tratando de hacer lo mejor para ellos en circunstancias dadas según la doctrina burguesa de la libertad, tendrían que apoderarse de las propiedades de los poseedores por la fuerza. Pero esto sería una anarquía completa, y a pesar que la anarquía, según la teoría burguesa es libertad completa, en la práctica la burguesía rápidamente entiende que vivir en la jungla no es ser libre. La propiedad es la base de este modo de vida. En tales circunstancias la producción social no se podría llevar a cabo y la sociedad se disolvería, la humanidad volvería al salvajismo y la libertad perecería del todo. Por tanto, en la práctica, la burguesía contradijo su teoría desde un principio. El estado tomó su distintiva forma moderna como la imposición de los derechos de la burguesía por medio de la coerción. La policía, el ejército permanente y las leyes se crearon para proteger a los propietarios de los desposeídos. La libertad burguesa da de inmediato presencia a la coerción, a las prisiones, a los ejércitos a los contratos a todo el pegajoso y prohibitivo aparato de la ley, a toda la ideología y educación centrada en la santidad de la propiedad privada, a todos los mandamientos burgueses. Construyeron la libertad burguesa sobre una mentira que con el tiempo está obligada a revelar sus contradicciones.

Entre los desposeídos, la libertad burguesa dio nacimiento a nuevas contradicciones. El trabajador libre, que no poseía nada, tenía la libertad de vender su trabajo en cualquier mercado. Pero esto llegó a ser una peor forma de esclavitud en su forma irrestricta que la esclavitud de la propiedad, un horror que los Government Blue Books (Libros Azules del Gobierno- libro que informa sobre el precio de las cosas) que describía las condiciones de la Ley de condiciones anteriores a la fábrica hace quedar lívido ante toda su fraseología árida. En ellos se muestra cómo la industrialización de la fábrica desregularizada transformó a los hombres, las mujeres y los niños en bestias, cómo moría de vejez a los treinta años, cómo se levantaban temprano en la mañana cansados a trabajar y terminaban el día tarde por la noche solamente para caer exhaustos en el sueño, cómo a la niñez se le envejecía con el trabajo antes de que hubieran cesado de ser niños. Siendo transformados peor que en esclavos –porque seguía siendo libre para ser desempleado- el trabajador luchó por la libertad al hacer que los patrones cumplieran restricciones sociales. Agrupándose con otros en sindicatos, comenzaron la larga lucha que dio nacimiento a varias Leyes de Fábrica, acuerdos salariales y toda la intrincada legislación social que hasta el día de hoy coerciona al empleador burgués.

Y tras todo esto, ni el burgués mismo es libre. La conclusión irrestricta de esta ilusión de libertad le esclaviza. Su credo exige la competencia irrestricta y esto es porque es irrestricta, funciona tan salvaje y ciegamente como el clima. Lo hace tan sometido, tan a la suerte de una eventualidad que no entiende, como un corcho flotando en las olas. Por tanto él también desea la libertad restringida –la industria está siendo amparada crecientemente por asociaciones, anillos, tarifas, acuerdos de precios, cláusulas de ‘competencia injusta’, subsidios y protecciones gubernamentales para la explotación de áreas coloniales. La libertad burguesa deja en claro sus contradicciones internas al transformarse en monopolios.

Aquí está la paradoja secreta del desarrollo burgués y su regresión. El burgués abandonó las relaciones feudales a nombre de la libertad que visualizó como la libertad de las restricciones sociales. Tal libertad habría llevado al salvajismo. Pero en realidad la libertad que conjuraba –propiedad privada ‘irrestricta’- realmente involucraba restricciones, es decir, dio nacimiento a complejas formas de organización social que tenían varias caras, más incesante y más intrusiva que las ataduras feudales. He ahí que las relaciones en moneda efectiva, que concibió para poner fin a todas las ataduras sociales y que por tanto le daba libertad, le dio una mayor cantidad de libertad que el feudalismo, pero en dirección opuesta a sus expectativas al imponer organizaciones mucho más complejas que aquellas de la civilización feudal. Todas las elaboradas formas de los contratos burgueses, la organización de los mercados, la estructura industrial, los estados nacionales, los contratos de comercio, las tarifas, el imperialismo y los gobiernos democrático burgueses, la presión férrea sobre los consumidores y el mercado laboral, el subsidio de desempleo, el subsidio, las recompensas –todas estas formas múltiples de organización social- se dieron a luz por una clase que exigía la disolución de la organización social. Y el hecho que la civilización burguesa obtuvo una mayor medida de control sobre su entorno que la feudal –y fue tanto más libre- es precisamente el por qué se dio nacimiento a todas estas organizaciones sociales complejas –pero ciegamente.

Ciegamente dadas de nacimiento; es la fuente básica de la falta de libertad de la civilización burguesa. Porque no es consciente del hecho que la propiedad privada de los medios de producción, la competencia irrestricta y el nexo del dinero, de sus naturalezas involucra las formas varias de las restricciones –la alineación de propiedad, el esclavismo a las desigualdades y la guerra, el desempleo y la miseria– la sociedad burguesa no puede controlarse a sí misma. Las varias formas de organización social que ha creado ciegamente, como un animal que hace túneles buscando oro puede desechar grandes montículos de tierra, todas son a la suerte y sin entender. Cree que al llegar a ser totalmente consciente de ellas, a manipularlas concientemente para conseguir las metas del deseo, es ser un abogado del determinismo, a matar la libertad, a hacer nacer el estado de panal de abejas. Puesto que, a pesar de todo el caos que el burgués ve a su alrededor, él cree que solamente la bestia es libre, y que estar sujeto a todos los vientos de la ocasión, a merced de las guerras y desigualdades y la lucha social, es ser libre.

Cualquier definición de libertad es insinceridad que no significa esto: libertad para hacer lo que uno quiera. Un pueblo es libre si sus miembros hacen lo que desean –conseguir los bienes que desean y evitar los males que odian. ¿Qué es lo que la humanidad desea? Quieren ser felices y no morirse de hambre o mirado en menos o despojado de las decencias de la vida. Desean tener seguridad y amistad con sus pares y no ser reclutados para matar o ser asesinados. Desean casarse, tener hijos, y ayudar a no oprimirse entre ellos. ¿Quién es libre, aún teniendo voto y libertad de expresión? Entonces, ¿quién es libre en la sociedad burguesa si es por unos pocos hombres cuando a millones se ven forzados por las circunstancias a quedar desempleados y miserables y mirados en menos e imposibilitados a gozar las decencias de la vida? Son millones los que se ven forzados a ser asesinados o a matar y a oprimirse a sí mismos. Millones se ven forzados a luchar con sus iguales por unos pocos premios brillosos y verse imposibilitados de casarse y de un hogar y niños porque no pueden costearse estas cosas. Millones y millones de hombres no son libres. Estos son los elementos de la libertad y es de locos –hasta que estos se logren- que una clase limitada crea que puede asegurar las sutilezas de la libertad. Solamente cuando estas necesidades se logren el hombre puede elevarse y, por medio de la práctica del arte y de la ciencia, aprender más claramente lo que desea y lo que puede lograr; pasando solamente así desde la esfera de la necesidad a aquella de la libertad.

Cada paso a una conciencia más alta se activa con lucha y dificultad. Es el error natural y fatal del hombre suponer que la senda hacia la libertad es fácil, que la libertad es un mero negativo, una relajación, la eliminación de un obstáculo en su camino. Pero es más que eso. La libertad verdadera se debe crear tan vigorosamente como hacemos los instrumentos de libertad, las herramientas y maquinarias. Se le debe extraer desde el corazón de la realidad, incluyendo la realidad interna de la mente de los hombres. Esto es por lo que todos los amantes de la libertad, que han entendido la naturaleza de la libertad, y escapado de las categorías ignorantes del pensamiento burgués, se dirigen al comunismo. Porque eso simplemente es lo que el comunismo es, el logro de más libertad de lo que la sociedad burguesa puede lograr. El comunismo tiene su base en la comprensión de la causalidad de la sociedad para que la falta de libertad en que participa la sociedad, la esclavización de los desposeídos por los poseedores, y la esclavización de tanto poseedores como desposeídos a las guerras, desigualdades y la superstición pueda ser acabada. Estar consciente de la materia muerta es una cosa; pero no es suficiente. El comunismo se asegura de un nivel mayor de autodeterminación para rescatar a la humanidad de la guerra, hambre, odio y coerción al verse conciente de la causalidad de la sociedad. Es el comunismo el que hace que la libertad sea real para la humanidad al hacer la sociedad consciente de sí misma. Para cambiar la realidad, debemos entender sus leyes. Si deseamos mover una piedra, debemos aplicar la fuerza en el lugar apropiado. Si deseamos cambiar las relaciones sociales burguesas por el comunismo, debemos seguir un cierto camino. Los desposeídos, el proletariado, debe apoderarse de los medios de producción de los poseedores, la burguesía y, como consecuencia, como ya vimos, estas dos libertades son incompatibles, impedimentos, en la forma de un estado coercitivo, debe seguir en existencia por el tiempo en que la burguesía trate de recuperar su antigua propiedad. Pero distinto a su antigua situación, esta etapa es solamente temporal. Esta etapa es lo que se conoce como la dictadura del proletariado, el paso necesario tras la dictadura de la burguesía – que es lo que el estado burgués es- hacia el estado sin clases, que es lo que el comunismo es. Y, como Rusia lo demuestra, hasta en la dictadura del proletariado, antes que el estado sin clases exista, el hombre ya es más libre. Puede evitar el desempleo y la competencia con sus iguales, y la pobreza. Puede casarse y tener hijos y lograr las decencias de la vida. No se le pide que oprima a sus pares.

Al trabajador, sujeto al desempleo, hambriento en medio de la plenitud, este camino eventualmente se le hace claro. A pesar de las aseguraciones por la burguesía que en un estado democrático o nacional es completamente libre, él se rebela. ¿Y quién, en aquellos días, estará a su lado? ¿Será la burguesía misma la que se verá en apuros y privada de derechos por la creciente concentración del capital, descorazonada, pesimista, acosada por la guerra y la opresión por ‘fuerzas fuera de su control’ y aún exigiendo libertad? Para responder a tal pregunta, que cada individuo burgués debe hacerse tarde o temprano, dependerá el si se esfuerza por aquellos días para hacer a los hombres libres o mantenerlos encadenados. Y esto también depende de si ha entendido la naturaleza de la libertad. La clase a la que el capitalismo significa libertad se contrae constantemente, pero aquellos de esa clase que ahora están esclavizados a la guerra, al imperialismo y a la pobreza, aún se agarran a aquella interpretación de libertad que se ha comprobado abundantemente que es falsa. Ellos solamente pueden escapar y ser llegar a ser libres al entender la naturaleza activa de libertad, y al hacerse conscientes del camino que deben tomar para lograrlo. Su albedrío no está libre mientras desean libertad pero crean sujeción. Se es solamente libre cuando deseen comunismo y hagan libertad.

Este bien, la libertad, contiene todo lo bueno. No solamente al nivel simple de los deseos materiales, sino donde todas las aspiraciones de la humanidad florecen, la libertad es la misma meta, que se trata de lograr de la misma forma. La ciencia es el medio por el cual la humanidad aprende lo que debe hacer y por tanto explora la necesidad existente en la realidad exterior. Arte es el medio por el cual aprende lo que desea hacer y por tanto explora la esencia del corazón humano. Y el dominio de la burguesía, al cerrar los ojos a la belleza, al dar la espalda a la ciencia, solamente sigue su estupidez hasta el final. Crucifica la libertad en una cruz de oro y si se pregunta a nombre de quién lo hace, contesta ‘En nombre de la libertad personal’.

 

 

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NOTAS

[1] Semanario chismoso ingles publicado entre 1843 y 2011 con tendencias de derecha.

[2] Gottlob Frege (1848—1925), filósofo alemán al que se le nombra como el creador de la lógica moderna.

[3] La doctrina que dice que existe una fluidez universalmente difusa que anima a todos los seres vivientes en forma pareja. [Nota del traductor]

[4] En biología, forma obsoleta, una de las tres fuerzas vitales. A saber, la fuerza nerviosa. [Nota del traductor]