Salvador Allende

Palabras desde los balcones de La Moneda


Pronunciado: El 21 de mayo de 1973.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 9 de febrero de 2016.


Queridas compañeras y estimados compañeros:

Pueblo de Santiago:

Es difícil expresar el profundo sentimiento que me embarga, porque en el día de hoy ustedes han reafirmado su lealtad al Gobierno y a la tarea en que estamos empeñados. Yo recibo la demostración de afecto y de cariño de ustedes, como una muestra de comprensión hacia un hombre cuyo único mérito consiste en seguir siendo el compañero de ustedes, el Compañero Presidente, leal a los compromisos contraídos con el pueblo y con Chile. (Aplausos).

Este 21 de mayo, día y aniversario tan significativo para nuestra historia, día de la Armada Nacional, evoca el recuerdo de los héroes, del Capitán del mar, Arturo Prat y de aquellos que con él escribieron una de las páginas más trascendentes; el espíritu de ello está impregnado en nuestras Fuerzas Armadas y debe guiar también al pueblo en su amor a Chile; en la necesidad de ser cada vez ‐en el sentido superior del contenido de esta palabra‐ más chilenos y más patriotas.

Mientras más trabajemos por Chile, mientras más nos esforcemos en hacer posible el avance del país, mientras más trabajemos y más podamos producir, mientras más se estudie, más afianzaremos la revolución y más haremos posible que el futuro lo construyan los trabajadores. (Aplausos).

He cumplido con la obligación Constitucional de informar al país fundamentalmente ‐como lo establece la Carta‐ al Congreso, de la marcha política, económica y administrativa de la Nación.

He destacado los logros que hemos obtenido, los errores que hemos cometido; he hecho presente que hay algo que tiene que estar en, el espíritu y en la conciencia de todos los chilenos, fundamentalmente entre los trabajadores: ¡no podrán lograr dividir a los obreros, campesinos, empleados, técnicos, pequeños comerciantes, a los trabajadores en general! ¡No podrán hacer olvidar a los obreros que tienen que tener una posición de clase! ¡No podrán meter una cuña entre las Fuerzas Armadas y el Gobierno o las Fuerzas Armadas y el Pueblo!

¡El fascismo no pasará!

¡No habrá guerra civil en nuestro país! (Aplausos).

He destacado el proceso chileno, que es mirado con interés en los distintos países del mundo.

He hecho presente el camino seguido por nosotros, que al no ser recorrido por otros países, nos obliga a ir improvisando; a ir teniendo que enfrentarnos con realidades distintas todos los días. Pero, como era legítimo y justo, he hecho presente que lo alcanzado y lo que alcanzaremos está basado en la unidad, en la solidaridad, en la firmeza de los trabajadores.

La experiencia de octubre tiene que enseñarnos. Vivimos horas muy duras en ese entonces, pero tendremos que vivir, queridos compañeros horas todavía más duras. El bloqueo económico sigue contra Chile. Iremos en junio a tratar de renegociar la deuda externa; no sabemos si encontraremos facilidades. Repercute en el ingreso de divisas, el hecho de la baja brutal que tuvo el precio del cobre; el alza que ha tenido ahora último puede ser transitoria.

Nadie puede desconocer que un proceso inflacionista nos golpea, por causas externas e internas. Es nuestra obligación destacar una política, hacer una política dura, de guerra, para defender al país; para no caer en una inflación descontrolada, en este combate tienen una gran responsabilidad los trabajadores. Nosotros tomaremos las medidas necesarias para que los sectores de la burguesía,‐que todavía tienen un gran poder económico y que no han sido golpeados como debieran haberlo sido por carecer de los instrumentos legales‐ comprendan que es nuestra obligación defender a la mayoría del país, y fundamentalmente a aquellos que viven de un sueldo y de un salario. Por eso llamamos, en esta hora trascendente de la Patria, a la conciencia de los trabajadores. No sacamos nada con una política economicista destinada a sacar ventajas para un sector o un grupo, necesitamos tener una política global para todos los chilenos.

No podemos mirar con indiferencia a aquellos sectores de trabajadores que quieren tener situaciones de privilegio. Si ustedes supieran, compañeros, cuánto me duele la huelga de El Teniente. ¡Cuán injusta es, compañeros! ¡Cómo es posible que haya trabajadores que no entiendan que se les quiere utilizar! ¡Cómo es posible que esos obreros ‐que están equivocados‐ no despierten a la realidad, cuando ven, por ejemplo en las primeras páginas de El Mercurio y en los diarios que esa Empresa edita, que todos los días se estimula la huelga!

Ellos deberían entender de inmediato la intención que tiene ese apoyo.

¿Con qué autoridad moral, aquellos que siempre estuvieron contra los trabajadores, van hoy día a impulsar sus reivindicaciones económicas, si no tuvieran el propósito de hacer que la crisis se ahondara y que un proceso económico sin contrapeso azotara brutalmente este país?

Saben perfectamente bien, que fracasados sus intentos políticos, buscan como último recurso el caos económico que los sectores imperialistas y reaccionarios anhelan, porque saben que el caos económico traería aparejado el caos político y daría paso al fascismo. Por eso, cada uno de los revolucionarios auténticos de este país, cada uno de ustedes, compañeras y compañeros, que han demostrado tanta lealtad, tanta decisión, tanta valentía, deben comprender que el proceso revolucionario está más allá de logros personales, de ventajas pequeñas al lado de las grandes conquistas que significan que nuestro país es independiente ahora en lo económico y dueño de sus destinos en lo político.

Esos son los valores, que tiene una revolución, mirados en el conjunto por nosotros como pueblo. Además de que los obreros, los trabajadores saben, que este es su Gobierno; que ellos participan por primera vez en la historia con igualdad de derechos, siendo los trabajadores el pilar fundamental, los factores profundos de una nueva conciencia, de un nuevo poder, no sólo en los partidos políticos sino en sus organizaciones sindicales, en la presencia del pueblo organizado en las Juntas de Vecinos, en las JAP, en los Comités Comunales, en los Cordones Industriales. (Aplausos).

Por eso se nos combate, porque ven que o cada día se afianza más, en las propias organizaciones que se da el pueblo, que no pueden ni podrán ser jamás paralelas al Gobierno o contra el Gobierno. (Aplausos).

Cuando han visto que la respuesta popular se expresara en marzo, cuando aquellos que desembozadamente ante la victoria del pueblo, no han podido esconder su inquietud, y dicen que hay que actuar antes de 1976 porque el pueblo se va a consolidar definitivamente, nos obligan entonces a medir nuestra realidad, a pesar los problemas que tenemos.

Cada uno de ustedes que está aquí, que tiene una conciencia política más alta, debe explicarle a la compañera que no vino, a la que vive en la población marginal, el porqué de las dificultades que tenemos. Cuanto nos duelen las colas, compañeros; cuánto sufro cuando veo, al venir desde mi casa hasta acá, a mujeres que pasan horas y horas en busca de alimentos que, o veces no encuentran.

Tampoco hemos podido golpear en la conciencia de muchos, que ven inclusivo en las colas, un motivo para obtener ventajas personales, ocupando puestos para vendarlos, o comprando más de lo que necesitan. Es decir, estimulando el mercado negro.

Las dueñas de casa tienen que entender que es una gran tarea la que tenemos por delante: que queremos organizar las Juntas de Abastecimientos y Precios, para que junto con los comerciantes honestos podamos hacer que la distribución sea democrática y que alcance equitativamente en lo esencial a todos los chilenos. (Aplausos).

Nosotros tenemos que hacerlo entender al campesino, que él ahora está trabajando la tierra que le pertenece a los chilenos y lo que él produzca será para los suyos y para el pueblo.

Este país no podrá avanzar si acaso no somos capaces de poner un acento duro para que el minero produzca más y exportemos más cobre y hierro, y podamos tener más divisas y comprar lo que necesitamos.

Cada hombre y cada mujer de la Unidad Popular debe saberlo y entender, que más allá de la Unidad Popular hay sectores revolucionarios que tienen que darse cuenta, que el proceso nuestro es y debe ser también un proceso de ellos, y que por lo tanto deben estar junto a nosotros en la gran batalla para derrotar al fascismo . (Aplausos).

De la misma manera hay que hablarles a los trabajadores, que no siendo de izquierda tienen que tener una posición de clase, y muchos de ellos la tuvieron en el paro sedicioso de Octubre pasado.

Tenemos todas las dificultades de un país capitalista, con todas sus contradicciones, y de un Gobierno que no ha alcanzado a caminar hacia el socialismo. Por ello necesitamos tener serenidad y calma, no precipitarnos. No imaginarse que la revolución se haga de un día para otro.

Construir una sociedad distinta es muy difícil, y pocos países lo han alcanzado en el mundo; y nosotros todavía la hacemos en los marcos de la propia democracia burguesa. Esto lo saben ustedes, pero tienen que llevarlo a los más amplios sectores de Santiago, y tienen que diseminarse a través del país, por medio de cartas, por la conversación, el vínculo amistoso fraternal y familiar.

Hay que crear una gran voluntad nacional. Son muy duros los momentos que tenemos por delante; y tenemos que triunfar, no sólo por Chile, por el pueblo, por los trabajadores, sino por lo que representa como expectativa para millones de hombres y mujeres de distintas latitudes del mundo, lo que estamos haciendo, lo que están haciendo ustedes, lo que hace el pueblo, lo que hace el hombre y la mujer de la patria. (Aplausos).

Por eso deben entender las dificultades que cada día tenemos que enfrentar: amenaza de paro en la movilización colectiva; piden alza en las tarifas ‐que es justa pero lo que reclaman es demasiado alto, y tendrían que pagarlo ustedes-.

Hemos discutido y analizado los costos, establecido lo que significan los repuestos, la bencina y otros. Hay que tomar en cuenta, también, que los empresarios de microbuses son un número muy pequeño, por lo demás tienen personas que trabajan para ellos. Todo esto configura el problema, y resolverlo requiere colocarse en un terreno de equidad frente a esta etapa de transición en que vivimos.

Hemos traído mil buses carrozados Mercedes Benz para la ETC. Son pocos, trajimos mil chasis, y no han podido carrozarse todos, porque las empresas a quienes les dimos esta tarca no estaban organizadas, y porque nos han faltado, inclusive, compañeros, el acero.

Vamos a traer nuevamente mil buses. En diciembre de esta año debe estar terminado, el primer tramo del Metropolitano, las cosas no se hacen fácilmente. Vayan a ver el trabajo que va a ser el primer tramo del Metropolitano.

Cuando esto listo, 100 mil personas se van a movilizar al día, desde Pudahuel hasta la Estación de Alameda frente a Morandé. Esto va a ser un desahogo, pero mientras tanto tenemos colas esperando micros, tenemos colas en los almacenes, y esto, verdaderamente, compañeros nos duele y nos inquieta.

Solo podemos apelar a la confianza en ustedes mismos, al conocimiento de los problemas, al saber que este país, por ejemplo, tiene que importar petróleo, bencina, y que no tenemos ni los barcos para traerla, además que en el mundo faltan los combustibles líquidos.

Hace 3 días tuvimos que apelar a México, porque los proveedores habituales de bencina nos subieron los precios más allá de los precios internacionales y nos exigieron pago al contado y además de vendernos bencina, nos obligaban a comprar dos productos derivados del petróleo que no necesitamos. Si no traíamos esa bencina se iban a paralizar muchas actividades del país. Por suerte se nos ocurrió hablar con el Embajador de México, quien de inmediato se puso en contacto con su Gobierno, y el propio Presidente de México dijo: “Hay que ir de inmediato.” (Aplausos).

Hay que ir de inmediato ‐dijo el Presidente Echeverría‐ a movilizar la administración y la Empresa de Petróleos del Estado mexicano para que se entregue la bencina que necesita Chile.

Destaco este hecho, porque demuestra cómo ustedes, cómo el pueblo, como Chile recibe el apoyo, el cariño de pueblos y Gobiernos. De pueblos de los países capitalistas. Si ustedes supieran, por ejemplo, que he recibido anteayer quince afiches distintos, impresos en los países nórdicos, en Suecia y Noruega y también en Holanda. Países que nunca supieron de las luchas de los chilenos, han contribuido en comités; dan obras teatrales, recorren las escuelas, van a las fábricas a hablar de Chile, de la lucha que tenemos, de la violencia del imperialismo; a denunciar a las empresas transnacionales, a decir que Chile no puede fracasar y que ellos están junto a Chile en su lucha y combate. (Aplausos).

Los países latinoamericanos, los pueblos de Latinoamérica, caminan a la integración y hoy los problemas son más comunes. ¡Con Chile ha habido un acento solidario! Para que hablar de los países socialistas, compañeros. No puede nombrarlos, porque tendría que citarlos a todos.

Cual más, cual menos, todos nos han tundido su mano fraterna y solidaria. (Aplausos).

Ello señala que este proceso, siendo auténticamente nuestro, no nos pertenece solo a nosotros. Por eso, esta mañana junto con reiterar mi reconocimiento y mi emoción fraterna hacia el espíritu de ustedes, hacia la lealtad de ustedes, les digo que sobre la unidad, afianzando la unidad, y fortaleciéndola, nada podrá pasar contra el Gobierno Popular, contra ustedes y contra Chile. (Aplausos).

En pocas horas más iré a Argentina para estar presente en la transmisión del mando. Una vez más, llevaré la voz y el cariño fraterno del pueblo de Chile hacia el pueblo hermano de Argentina. Como Uds. ven, nuestra actitud ha hecho que en este Continente, gobernantes y gobernados tengan por Chile comprensión y leal amistad.

Por eso, compañeros, cuando se nos viene encima el invierno, cuando vemos que todavía habrá gente que sentirá la violencia de la lluvia, del frío, cuando todavía no hemos podido llevar a los campamentos lo mínimo que es necesario, cuando no hemos dado término -por la resistencia con que se ataca‐ a la distribución; cuando todavía habrá dificultades con la movilización, más que nunca se necesita el espíritu revolucionario que ustedes muestran, para ver que todos los países que han vivido procesos revolucionarios han tenido que pasar estas horas, entender que lo que hacemos significa herir intereses muy poderosos; que desde fuera y desde dentro se nos agrede todos los días, cada hora y cada minuto; que el enfrentamiento se está produciendo en cada instante en Chile; que la lucha de clases ha adquirido ya una consistencia y una fuerza que está viva y presente, en todas las actividades del país.

Por eso, compañeros es que debemos tener fe en nosotros mismos y apretar filas para defender lo que hemos conquistado, para consolidar la revolución y para seguir avanzando. Y para ello necesitamos, fundamentalmente, que la conciencia revolucionaria de los trabajadores se exprese sobre todo en el apoyo a las medidas económicas que tiene que tomar el Gobierno Popular.

Lo haremos como lo hemos hecho siempre, frente al pueblo, dialogando con el pueblo.

Recorremos todo el país; lo harán los Ministros, los Subsecretarios, los dirigentes políticos, los dirigentes sindicales. Lo hará el compañero Presidente de le República para decirles a los trabajadores que den su palabra. No se va a seguir con una lucha economicista, cuyo símbolo es El Teniente, se va a tener lo responsabilidad revolucionaria de renunciar a tener más billetes, con los cuales poco se puedo comprar, para defender la revolución y el futuro de nuestra patria. (Aplausos).

Gracias compañeros, por esta nueva lección que ustedes dan. Gracias, porque saben comprender el contenido profundo y patriótico que tiene la lucha en que estamos empeñados.

Gracias compañeras que están aquí después de haber caminado seguramente cuadras y cuadras, sabiendo que en su casa faltan cosas, a veces fundamentales. Gracias sobre todo a ustedes compañeras, que las he visto, ‐porque son ustedes iguales; porque son las madres del pueblo- en la colas, que no son culpa nuestra, ya que hemos heredado una estructura económica, que no permitía satisfacer las necesidades del pueblo.

La agricultura chilena, nunca entregó lo que el pueblo necesita, y pasarán tres, cuatro, cinco años antes que lo logremos.

Ya he dicho lo que representa el alza brutal de los alimentos en el mercado internacional.

Gracias compañeras a ustedes, que se dan cuenta que nosotros no somos los responsables, ya que utilizaremos los resortes del Estado para impedir que siga pesando sobre ustedes esa injusticia. Sepan compañeras que lo haremos por ustedes y por los hijos de ustedes. Sepan que los hijos de ustedes no van a sufrir lo que ustedes sufren, por el ejemplo de ustedes, por la lealtad revolucionaria del pueblo. (Aplausos).

Gracias trabajadores de Santiago; gracias compañeros trabajadores. Háblenles ustedes a los otros trabajadores; hagan oír su voz a los trabajadores del cobre. Háblenle a los compañeros de El Teniente, y díganle a los compañeros campesinos y a los mineros que hay que trabajar más. No sigamos dando a entender que este Gobierne no tiene autoridad. Nada sacan con tomarse caminos, y es contrario a la revolución tomar edificios públicos. Es prostituir la autoridad, camaradas. (Aplausos).

He tenido que sufrir la más dura crítica porque no he querido usar la fuerza, pero he usado la fuerza de mi pensamiento.

Llamé a todos los dirigentes del cobre hace un mes, y estuve encerrado con ellos dos horas, les hablé de compañero a compañeros, y les dije la gravedad que significaba las reivindicaciones que promovían. Que no podía irse a un reajuste sobre un reajuste, y les propuse una fórmula económica en que iban a ganar más, pero ligaba su ingreso a la producción y a la productividad y es lo que tenemos que hacer. El que trabaja más y el que produce más, debe ganar más. Pero no es posible consagrar ventajas para algunos en detrimento de otros. (Aplausos).

Gracias, compañeros trabajadores, por lo que hicieron en Octubre y por lo que seguirán haciendo, no por un hombre sino por ustedes, por su familia y por Chile.

Y a ustedes compañeros jóvenes, que son la vida del presente y sobre todo del mañana, a ustedes, que han pasado o pasan por la Universidad, los que están en el campo o en las usinas, a los jóvenes de Chile, a ustedes los llama el superior sentido de entender que nunca hay que dejar el diálogo ideológico y la discusión ideológica; pero no hay que caer en el consignismo, ni hay que pensar que siempre se tiene la razón. Ser joven implica ser revolucionario, pero caramba que es difícil llegar a ser viejo y mantener la misma línea y ser siempre revolucionario. (Aplausos).

Por eso, en el crisol de la Patria tenemos nosotros que fundir nuestra pasión por Chile. Ser revolucionario significa ser más patriota, querer más a su patria, sacrificarse por ella, porque la Patria algún día será la patria de todos. No como ha sido, durante mucho años la patria generosa para unos pocos y la patria dura para la inmensa mayoría.

Construyendo la nueva sociedad, trabajando la tierra para que ella produzca, arrancándole al mineral sus riquezas, haciendo que los barcos surquen nuestros mares y arrancando las riquezas que el mar tiene; empeñándonos en que la madera nos sirva para la casa, para el papel; utilizando las grandes posibilidades que tiene Chile sobre la base de la técnica aprendida, pero adecuada a nuestra realidad; teniendo conciencia que hay etapas difíciles que tenemos que recorrer para que mañana podamos caminar, no nosotros sino los hijos nuestros por las grandes alamedas del socialismo, podremos nosotros, con fervor patriótico decir: Camaradas, estamos en la hora dura, pero que abre el camino a una nueva alborada. Yo tengo fe en ustedes; tengo fe en el pueblo y gastaré mis últimas energías para impedir el avance del fascismo, para evita la Guerra Civil, para hacer que Chile solucione sus problemas con conciencia revolucionaria y con voluntad de chilenos.

Adelante, camaradas; ¡Venceremos! (Aplausos)