Salvador Allende

Palabras ante el pueblo reunido en la Avenida Bernardo O´Higgins


Pronunciado: El 28 de noviembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Muy queridas compañeras y estimados compañeros:

Pueblo de Santiago:

Este acto tiene una extraordinaria significación. No es un acto político más. Es un acto de reafirmación patriótica, de fe en Chile y su destino. Son las fuerzas sociales, no sólo de los partidos de la Unidad Popular o la Central Única de Trabajadores. Son los chilenos que aman nuestra Patria y nuestra historia, los que han querido, generosamente, reunirse para entregarme su fuerza moral, su apoyo, su hondo sentido patriótico, para decirme con su presencia, con la presencia de miles y miles y miles de hombres y mujeres y jóvenes, que el Pueblo de Santiago interpreta al Pueblo de Chile, que el Pueblo de Chile está unido en esta batalla por nuestra dignidad. (Aplausos).

Yo sé que cientos de gentes, que miles de gentes que no están aquí, están también junto a nosotros, pensando en nuestra Patria, sintiéndose unidos a nosotros en esta gran tarea que la historia nos ha entregado.

Por ello, esta concentración rompe los moldes habituales y aquí, en el crisol de Chile, aseguramos nuestra fe como chilenos en el destino independiente y soberano que juntos vamos a alcanzar definitivamente. (Aplausos).

Gracias por la multitudinaria presencia de ustedes. ¿Qué podía ser más elocuente? ¿Qué podía fortalecer aún más mi decisión? ¿Qué podía interpretar mejor la inquietud esperanzada que tenía, en vísperas del viaje, que este acto sin precedentes, en donde se reafirma la confianza y la fe del pueblo en sus propias fuerzas, y en donde se expresa su gran conciencia patriótica y revolucionaria?

Hace tiempo hice un primer viaje. Estuve en Argentina. Posteriormente, en Ecuador, Colombia y Perú. Y en esos cuatro países, encontré la voz fraterna y el espíritu latinoamericano que es la convicción que nace de los albores de nuestra historia.

Viaje fecundo que hizo trizas las banderas ideológicas; que afianzó el entendimiento entre nuestros pueblos y los Gobiernos de ellos, de los pueblos que visité. Viaje que significó hacer más profundo el entendimiento, sobre todo con los países, signatarios del Pacto Andino, hecho importante que ha ido día a día demostrando en la práctica la importancia que tiene el dar pasos, cuya meta será la integración de nuestro continente.

El jueves, llevando en mis pupilas, esta extraordinaria concentración o en mi conciencia el mandato de ustedes, iré de nuevo a otros países. Iré a países latinoamericanos, para reiterar, nuestra fe en nuestro pueblo continente; haré, una escala, técnica en Perú, y tendré la oportunidad de conversar, seguramente, con el Presidente Juan Velasco Alvarado, y reiterar el reconocimiento de Chile y de su pueblo, por la actitud solidaria del Perú, expresada sin reticencias frente a la agresión que una poderosa empresa transnacional nos hace.

Iré a México, para devolver la visita con que nos honrara el Presidente, Licenciado Luis Echeverría. México y Chile han mantenido, y mantendrán, una amistad que cada día se hace más profunda. Ella se afianza en conceptos similares; en planteamientos comunes, como quedó claramente establecida cuando el Presidente. Echeverría ocupara la tribuna de la III UNCTAD, señalando la necesidad de que se dicte la carta de los derechos y deberes de los pueblos.

Iré a México y les diré a su pueblo y a su Gobierno, que llevo el calor y el afecto del pueblo de Chile, que conoce, la historia de México y que sabe que Lázaro Cárdenas en 1938 empezara a caminar, nacionalizando el petróleo para su Patria.

Estaré en Argelia, en una escala técnica más prolongada. País no comprometido, que ganó su independencia con su impulso y heroísmo; país socialista del África, que ha expresado también su apoyo a Chile, antes y ahora, frente al embate agresivo en nuestra contra.

Iré a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Iré a la cuna del socialismo. (Ovación).

Iré allá, al que fue el primer país socialista que me invitó, para expresar cómo Chile agradece y comprende. La Unión Soviética ha entregado generosamente su apoyo, su colaboración; son 500 científicos y técnicos, es la ayuda crediticia, son las perspectivas de obtener grandes bienes de capital para nuestro desarrollo industrial.

Y desde allí, desde la Unión Soviética, agradeceré a los países del campo socialista, ya que lamentablemente no podré alcanzar a otras de esas naciones.

Iré a Cuba. (Ovación).

Devolveré la visita que hiciera a nuestra tierra, que lo recibió con afecto y con cariño, Fidel Castro. (Ovación).

Chile sabe que el primer acto de alcance internacional de mi Gobierno, fue reanudar las relaciones con la Patria de Martí. Volveré a Cuba, que tantas veces visité como simple ciudadano o como senador de la República, volveré allá llevando el mensaje de ustedes, que entregaré al pueblo de Cuba, como Compañero Presidente de ustedes y como compañero y amigo de los cubanos. (Aplausos).

Sólo serán catorce días. Yo hubiera deseado, por cierto, visitar otros países que me han invitado como personero de ustedes, queridos compatriotas. No es posible hacerlo. En catorce días, además de los países que he nombrado, debo ir a ocupar el Foro de las Naciones Unidas.

¡Debo ir a levantar la voz de Chile! ¡Debo ir a decir qué somos, qué queremos, qué camino hemos elegido! ¡Debo expresar allá nuestra protesta por la agresión injusta que recibimos, y debo manifestar frente al mundo la decisión nuestra de continuar en la lucha por hacer de Chile un país independiente en lo económico y soberano en lo político! (Ovación).

No es un viaje más. Es un viaje de extraordinaria transcendencia, y ustedes lo han comprendido, al darme con el calor de su presencia, la fuerza moral que va a vigorizar más mis palabras, en el organismo internacional más importante de la historia del mundo.

Este viaje está enclavado en las serias y profundas, tareas nacionales que tenemos que realizar. Es un viaje indispensable, necesario. Es un viaje apretado y pesado, por la brevedad del tiempo y los largos y largos kilómetros de distancia que debemos recorrer, por la obligación de aprovechar las horas y los minutos para vincularnos más y más a los pueblos y a sus gobiernos, a los pueblos y gobiernos que visite.

Será un viaje que cumpliré con satisfacción, por ser una tarea al servicio de Chile. Será un viaje que cumpliré por ustedes, en nombre de este pueblo y en nombre de esta Patria. (Aplausos).

Por eso, vuelvo a insistir. Este acto, que rompe todos los moldes tradicionales de nuestras concentraciones, es la reafirmación de la unidad, del sentimiento nacional y del patriotismo de los chilenos. Cuando Chile es injustamente atacado por una de aquellas grandes empresas transnacionales, una de las empresas que durante muchos años explotó en El Teniente la riqueza básica nuestra, que es el cobre; cuando por acción de esa compañía, en los tribunales internacionales, o mejor dicho en los tribunales de otros países, en los tribunales ordinarios de otros países, esta compañía pretende, obtener el embargo, ya sea del cobre o del valor de las exportaciones. ¡El cobre de El Teniente, que pretenden que es “su” cobre! ¡Cuando las minas fueron siempre chilenas, y ahora, definitivamente, las empresas que eran extranjeras pertenecen al patrimonio de todos los chilenos! (Aplausos).

E1 hecho de que hayan recurrido a los Tribunales de otros países, como es el caso de Francia, y posiblemente sea también el de Suecia u Holanda. Cuando se ha buscado deliberadamente perjudicarnos; cuando ello crea incertidumbre en el mercado del comercio del metal rojo; cuando los consumidores habituales, frente a esas acciones, pretenden garantías adicionales, que antes nunca solicitaron; cuando, lamentablemente, coinciden publicaciones, artículos, declaraciones, que nacen de gentes que no miden la responsabilidad plena de sus palabras y que contribuyen a hacer todavía más difícil la posición de Chile; cuando, lamentablemente, esto coincide con los minutos en que el precio del cobre alcanza niveles más bajos; cuando Chile entero sabe que nosotros pasamos por dificultades, ya que carecemos de las divisas, de los dólares suficientes; cuando hemos tenido que ajustamos -frente a los compromisos que Chile tenía- para pagar la deuda externa, habiendo renegociado tan solo un 70%; cuando han disminuido los ingresos de divisas, frente a la baja del precio del cobre; cuando se han alzado los precios internacionales de alimentos, repuestos, insumos, medicamentos y fletes; cuando Chile sabe que tenemos que hacer un esfuerzo sacrificado para ahorrar dólares, esta respuesta tiene que ser: ¡Producir más! ¡Trabajar más! ¡Gastar menos dólares! ¡Hacer posible un mayor control popular en la producción industrial y agrícola! (Aplausos).

Y esta es una obligación mayor. Sobre todo, si pensamos cuál ha sido la solidaridad que pueblos y Gobiernos de distintos continentes nos han entregado. Gobiernos de América Latina; organizaciones de intelectuales, artistas y estudiantes; sindicatos de mineros; organizaciones internacionales de proyección mundial, han dado su palabra condenatoria y su palabra de adhesión.

Solo quiero recordar el hecho extraordinario, sin procedentes, realizado por los obreros portuarios de Le Havre, que se negaron a desembarcar el cobre, como una manera de expresar su apoyo a Chile. No quisieron desembarcar el cobre que la Kennecott decía que era de ellos.

Igual actitud estaban dispuestos a tomar los obreros en Holanda, y la misma decisión habrían tomado los trabajadores en Suecia.

Eso demuestra la conciencia mundial que han alcanzado los obreros, para señalar quienes son los enemigos de los trabajadores, de la libertad de los pueblos, del progreso de la humanidad. (Aplausos).

Quiero destacar, que se reunió en París el Consejo Intergubernamental de los países exportadores de cobre. Es decir, Perú, Zambia, Zaire y Chile. Estos cuatro países, han organizado este Consejo, cuya sigla es “CIPEC”. Estos cuatro países, producen el 70% del cobre exportable más de 3 millones, de toneladas al año.

Y allí, en París, acordaron un apoyo solidario a nuestro país, frente a los ataques de la Kennecott.

Pero han ido más allá: están aquí, en nuestra Patria; y el pueblo y el Gobierno agradecen su presencia. Están en Chile, y se van a reunir los Ministros de Minas, Carburantes y Petróleo de los países signatarios de CIPEC.

Yo he tenido ya -esta mañana- una reunión con ellos, que seguirán trabajando esta semana.

Están aquí los Ministros de Minería y Petróleo de Perú y Zambia, y representa a Zaire el Embajador de ese país en París.

Han venido a discutir, analizar, a pesar las perspectivas que tienen los países productores; han venido a afianzar la planificación de la producción y a estudiar el mejoramiento técnico, han venido a dar una respuesta a la agresión, para defender los precios del metal rojo que produce estos cuatro países, que son países en vías de desarrollo.

Estos pueblos, como el resto de los pueblos en vías de desarrollo o subdesarrollados, ya no pueden aceptar que siendo productores de materias primas, sean importadores de artículos manufacturados.

¡Países que producimos y vendemos barato y países que tenemos que comprar caro, queridos compañeros! (Aplausos).

Me interesa, que el pueblo aquí reunido, junto con comprender el alcance de la tarea internacional que tengo que cumplir, también sepa lo que pienso en estos momentos de nuestra vida. Hace horas tan sólo, nuestro país fue sacudido por la tentativa de un paro nacional; (Pifias) paro que califiqué oportunamente de paralítico. (Aplausos).

Se quiso detener la marcha de Chile en su aspecto económico, y también en algunos aspectos sociales.

So pretexto de reivindicaciones gremiales que jamás este Gobierno podrá desconocer, algunos tuvieron esta actitud, intencionadamente, contribuyeron a esta tentativa que fue -repito- un artero golpe en contra del pueblo.

No culpo a todos, ni pienso que aquellos que participaron tuvieran como ese grupo pequeño, la intención sediciosa de hacer de un paro aparentemente gremial un paro de contenido político.

Fuimos nosotros los que defendimos la democracia; fuimos nosotros los que hicimos posible la mantención, con dificultades, del orden público; fue el Gobierno, fue el Pueblo, fueron los trabajadores, los que evitamos el enfrentamiento que otros buscaban irresponsablemente, sin medir las consecuencias que ello podía traer a Chile y a los chilenos. (Aplausos).

Por ello, yo que tres o cuatro veces me dirigí al país por radio y televisión, hoy, a horas antes de partir, debo expresar mi reconocimiento agradecido a los trabajadores, a las compañeras, a los hombres y mujeres que laboran en la industria, la empresa, el hospital, el taller, la escuela.

Debo decir que pocas veces en mi vida me he sentido más compañero de ustedes, que cuando comprendieron que la manera de defender a Chile era estar en los frentes del trabajo, y que si otros querían paralizar a nuestro país, los obreros, conscientemente, los trabajadores, con voluntad revolucionaria, impidieron este paro y demostraron su conciencia trabajando más y produciendo más. (Aplausos).

Fue la juventud, la que movilizada en cientos y miles de jóvenes voluntarios de la Patria, cumplieren sus obligaciones, en el Liceo y en la Universidad, en la Escuela Técnica, y en todos los lugares donde desempeñaron duras tareas, que realizaron con fervor.

Debo agradecer al Frente Patriótico de Profesionales, que tuvo también una actitud decidida, para hacer con su esfuerzo que siguieran marchando servicios esenciales para el país; a los Partidos que son la base del Gobierno, y a muchos otros que no estando en las filas de la Unidad Popular, entendieron que su obligación era cumplir, porque trabajando y esforzándose en esas horas duras, cumplían con la Patria.

Quiero señalar que junto a los trabajadores, estudiantes, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos de Chile, junto al pueblo, estuvieron las Fuerzas Armadas de Chile, y las fuerzas de Carabineros e Investigaciones. (Aplausos).

Apelamos primero a las fuerzas de orden: a Carabineros e Investigaciones. Y cuando el sabotaje y la violencia, desatados a lo largo del país, así lo exigieron, recurrimos a las Fuerzas Armadas y tuvimos que decretar las Zonas de Emergencia, y en Santiago y Valparaíso el Toque de Queda, para impedir que amparada en las sombras de la noche, la reacción atentara contra los chilenos y contra nuestra economía.

¡Nosotros defendimos la Vía Democrática! ¡El pueblo y las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, estuvieron junto al Gobierno, porque el Gobierno representaba la Constitución y la Ley! ¡Y fue el pueblo de Chile el que atajó definitivamente al fascismo, y ha quedado en claro que ni la reacción ni el fascismo podrán jamás paralizar la actividad de nuestra Patria! (Ovación). (Gritos: Allende, Allende, Allende).

Por eso, es que di forma y vida al nuevo Gabinete, integrado por representantes de las Fuerzas Armadas, de los Partidos Populares y de la Central Única de Trabajadores. (Aplausos).

Están aquí presentes los integrantes de este Gabinete:

El Ministro del Interior, General Carlos Prats. (Aplausos);

El Ministro de Hacienda, Orlando Millas. (Aplausos);

El Ministro de Educación, Jorge Tapia. (Aplausos);

El Ministro de Salud, Arturo Girón. (Aplausos);

El Ministro de Vivienda, Luis Matte. (Aplausos);

El Ministro de Obras Públicas, Almirante Ismael Huerta. (Aplausos);

El Ministro de Economía, Fernando Flores. (Aplausos);

El Ministro de Minería, General Claudio Sepúlveda. (Aplausos);

El Ministro de Tierras, Humberto Martones. (Aplausos);

El Ministro de Justicia, Sergio Insunza. (Aplausos);

El Ministro de Defensa, José Tohá. (Aplausos);

El Ministro Secretario General de Gobierno, Hernán del Canto. (Aplausos);

El Ministro del Trabajo, Luis Figueroa. (Ovación y gritos: Figueroa, Figueroa, Figueroa);

El Ministro de Agricultura, Rolando Calderón. (Ovación); perdón, compañeros: el Ministro Calderón fue autorizado por mí, porque tenía que cumplir una misión junto a los campesinos, en Paine.

Integra el Gabinete, como siempre, el Ministro de Relaciones Exteriores, Clodomiro Almeyda. (Aplausos).

Repito que este Gabinete nació de la realidad de los hechos que viviera en octubre en nuestro país, y que yo había denunciado en septiembre. Creo que es útil que el pueblo pese lo que significó este paro, que no pudo tener caracteres nacionales, como se pretendió, pero que dañó vigorosamente nuestra economía.

En tributos no se percibieron 1100 millones de escudos, que por cierto eran -y son- necesarios para las arcas fiscales.

No se pagó el impuesto de compra‐ventas, porque estas no se realizaron en un valor superior a 5 mil millones de escudos.

Pudo haber tenido consecuencias imprevisibles, si se hubiera paralizado, por ejemplo, el Banco Central, o Ferrocarriles, o los puertos. Pero fundamentalmente, el Banco Central, ya que ello habría implicado no cumplir los compromisos, las obligaciones que una entidad superior como el Banco Central tiene con el resto de la banca, principalmente los compromisos internacionales.

No tenemos datos exactos sobre la repercusión en la producción industrial. Pero no hay duda, que la falta oportuna de materia prima, la no entrega de petróleo o de lubricantes, son factores, que han producido una merma en la producción industrial.

Y más grave, indiscutiblemente, para los próximos meses, porque atentaron contra el agro, en la tierra, en la agricultura nuestra. Se calculan pérdidas superiores a los 250 millones de escudos.

No hubo como transportar oportunamente los abonos y las semillas. Y estábamos en plena siembra de primavera. No pudieron llegar los alimentos para desarrollar y cumplir las metas del plan avícola; esto trajo como consecuencia una alta mortalidad de aves.

Se me ha dicho que hay 5 mil y tantas hectáreas de remolacha que han quedado sin sembrar.

Muchos alimentos perecibles se descompusieron. Y debo decirlo con pena: se perdieron 12 o 15 millones de litros de leche, cuando tenemos que importar, con sacrificio extremo, 50 ‐o más‐ millones de dólares para entregarles el medio litro de leche a los niños de la Patria, se han dejado perder, en un paro pseudo‐gremial, cerca de 12 o 15 millones de litros de leche, que necesitaban los niños de Chile, los hijos del Pueblo.

Debo destacar, que no es el ánimo del Gobierno tomar represalias, pero tampoco que haya impunidad.

Somos el Gobierno del Pueblo, y por lo tanto no albergamos la venganza como sentimiento.

Pero somos justos. ¡No habrá represalias, pero tampoco habrá impunidad, porque el daño hecho a Chile ha sido demasiado grande! (Aplausos).

Es indispensable que se entienda cómo han querido criticar, buscar, con intención a veces clara y otras oculta, algo para asentar básicamente una crítica justa a la presencia de las Fuerzas Armadas en este Gabinete, junto a los trabajadores y a los partidos populares.

Que se entienda muy claro y muy bien; como Presidente de Chile, por el respeto que tengo -que nace del respeto y el cariño del pueblo‐ por las Fuerzas Armadas, ellas no han sido llamadas para problemas políticos de mediano o subalterno alcance; están junto al resto de los sectores que estuvieron luchando contra el paro, para grandes tareas que tienen el contenido de tareas nacionales, mucho más allá de las fronteras partidarias o políticas. (Aplausos).

Por eso es que hay que entender que los tiempos que vienen son muy duros. Y sólo hablándole con claridad al pueblo; sólo teniendo fe y confianza en su conciencia y en su voluntad, es posible entender la responsabilidad común que tenemos.

Hay un bloqueo económico visible e invisible en contra nuestra. Ya he señalado que carecemos de las divisas necesarias, frente a lo que Chile necesita; que nuestras exportaciones no cubren las exportaciones.

Además he señalado, cómo también el paro ha contribuido a acentuar más y más las dificultades que ya teníamos. Y no eludo la posibilidad de algunos errores que hayamos podido cometer o hayamos cometido en la conducción política, en la conducción económica.

Pero cada vez que hemos hablado frente al pueblo, hemos hecho una autocrítica, porque sobre la base de reconocer, los errores, se puede enmendar y no cometerlos en el futuro.

Pero, esencialmente, yo he aprendido del pueblo y le he enseñado al pueblo, que es la verdad ¡sólo la verdad! la que debe decirle un Gobernante, que es compañero de ustedes, a los trabajadores de Chile.

¡Hemos vivido y vamos a vivir horas muy duras! Y tenemos que prepararnos para ello; cada uno de ustedes, cada joven, cada mujer, cada hombre, cada hijo de la Patria, tendrá que entregar, su aporte sin cansancio; la revolución no se hace para beneficio de la generación que actúa; ser revolucionario implica renunciar a ventajas materiales; ser revolucionario significa tener espíritu de sacrificio; ser revolucionario significa renunciar a expectativas de beneficios transitorios y ser revolucionario es comprender que la vida tiene otros valores más allá que los valores materiales y el dinero; ser una generación que participa en un proceso revolucionario, es trabajar para los hijos nuestros, para la generación del mañana, para el futuro de la Patria, camaradas! (Aplausos).

Por eso, sabemos que la inflación nos ha golpeado fuertemente, por causas externas que vienen desde el bloqueo que sufrimos y por causas internas, cuya culminación fue el paro que señalamos.

Hemos planteado una política de reajustes, para defender fundamentalmente a los que viven de un sueldo o de un salario. Pero es importante que los trabajadores entiendan que hay que terminar con la concepción economicista de la lucha por reajustes, de sueldos y salarios más allá del alza del costo de la vida. Hay que darse cuenta que nada sacamos con que se lance más y más dinero sin respaldo, y no podemos entregar la producción en relación con la demanda que ha abierto un mercado interno mucho más amplio, porque hemos incorporado a miles, y miles de chilenos que no tenían trabajo, y hemos elevado la capacidad de consumo del pueblo, con una justa política de redistribución del ingreso.

Pero hay que entender que el desarrollo de nuestra producción agrícola e industrial, no estaba destinada a satisfacer las necesidades de las grandes mayorías nacionales. Por eso tenemos déficits, y a pesar de que echamos a andar el 25% de la producción industrial, que estaba paralizada, la demanda de bienes es mayor que los bienes que podamos entregar.

A ello se agrega, repito, la carencia de las divisas necesarias para adquirir lo que no podemos producir, sobre todo en el campo alimenticio. Si antes comprábamos 200 millones de dólares en carnes, trigo, grasa, mantequilla y aceite, al año, ahora debemos comprar más, porque sabemos que a pesar de comprar esa elevada cifra, el 52% de los chilenos se alimentaba mal.

Hoy hay más bocas que alimentar, y es obligación nuestra intentar darles los alimentos básicos a la inmensa mayoría de los chilenos. Pero los precios han subido, y para traer lo mismo que importábamos antes, debemos gastar un 25% más, y eso debe entenderlo el Pueblo.

Por eso, lo he dicho y lo repito: hay que terminar con el criterio economicista. Hay que entender que es fundamental y básico impedir que el proceso inflacionista sea incontrolable.

Haremos una política de guerra. Tendremos que sacrificarnos. Habrá que apretarse el cinturón.

¡El Pueblo siempre le ha hecho! ¡Nosotros haremos una política para que el sacrificio del Pueblo tenga como consecuencia, que también se sacrifiquen se aprieten el cinturón aquellos que nunca tuvieron necesidad, y aquellos que siempre tuvieron una vida placentera! (Aplausos).

Los trabajadores, las mujeres del Pueblo, aquellos que dieron vida a tanta organización, que se han movilizado con fuerza creadora en la distribución, en las tareas de las Juntas Vecinales y los Centros de Madres, en la vigilancia en las empresas, en los Comités de Producción, nos han dado lecciones que no podemos olvidar.

La madurez del Pueblo de Chile, tiene que hacerle entender que lo fundamental, que lo esencial, es la conquista plena del Poder Político y del Poder Económico, para hacer posibles los grandes cambios estructurales, y organizar la economía con vistas a que el esfuerzo nacional satisfaga las necesidades de nuestro Pueblo.

Y esto no es, asunto de un año ni de dos. En todos los países, en las etapas iniciales de la Reforma Agraria, se han vivido dificultades muy hondas que han tenido que superarse a través del esfuerzo sacrificado de los trabajadores de la tierra.

De la misma manera, cuando el obrero y el trabajador, cuando el empleado y el técnico y el profesional tienen la responsabilidad de administrar las empresas que son del Estado; cuando el compañero que labora en ellas comprende que esas empresas y lo que producen están destinadas al pueblo, cuando se da cuenta que esas empresas no son de él sino de todo el pueblo; cuando sabe que él forma parte de un pueblo organizado, disciplinado y consciente, un pueblo que trabaja y estudia, entonces, ha aprendido que sólo así es posible defender la revolución, defender el Gobierno de los Trabajadores y avanzar hacia la conquista de una sociedad diferente. (Aplausos).

Por eso, repito, tendremos horas, días y meses, muy duros. Pero yo tengo fe en ustedes, compañeros. ¡Nunca dejé de tenerla! Ni en el pasado, cuando nos derrotaron de mala manera y cuando conquistamos la victoria.

Por ello, al partir, al ir a cumplir una tarea de significación patriótica y nacional, sé que llevo el mensaje de Chile; el mensaje de esta tierra que nace materialmente en el desierto del Norte, que reverdece en los valles de su región Central, que se pierde en el Pacífico entre canales e islas y fiordos, que se proyecta en la Antártida y que está presente en la Isla de Pascua; yo sé que llevo el mensaje del campesino silencioso y del minero del oscuro socavón; sé que llevo la palabra humedecida, por el dolor de tanto tiempo, de las madres chilenas; yo sé que llevo el eco del llanto agradecido de los niños que hoy toman leche; yo sé que el anciano, ayer postergado y cuyas pensiones eran miserables, me entrega también su confianza reconocida, para que diga que Chile está en la lucha con un sentido patriótico y nacional para construir una Patria más amplia y generosa, para recuperar -¡y para siempre!- las riquezas en manos del capital foráneo, para que la tierra produzca más, para que las industrias oscurezcan el cielo con el humo de sus chimeneas, para que las Universidades se repleten de obreros y estudiantes, para que Chile, como colmena humana, levante en el mástil de la historia la nueva y justa sociedad que tanto anhelamos, camaradas! (Ovación).