Salvador Allende

Discurso en su encuentro con los trabajadores de la Compañía de Aceros del Pacífico


Pronunciado: El 16 de febrero de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 3 de febrero de 2016.


Compañero Osvaldo Cerda, Presidente del Sindicato Único de la CAP; compañeros Carlos Matus y Guillermo Gómez, Presidente y Vicepresidente respectivamente del Directorio de la empresa; compañeros integrantes del directorio; compañero Intendente de la Provincia, Vladimir Chávez; compañero Senador por Concepción, Ñuble y Arauco, Alberto Jerez y diputado, compañero Enrique Solís; muy queridas compañeras y estimados compañeros (entre las muy queridas incluyo a Tencha y a la esposa del Intendente): (Aplausos)

Agradezco que se me haya invitado a este acto que a mi juicio tiene extraordinaria importancia y significación.

Y expreso mi reconocimiento a la deferente actitud de mi amigo y compañero Carlos Matus, quien ha debido interrumpir su exposición, que es una verdadera clase, para que pueda hacer yo uso de la palabra ya que lamentablemente debo cumplir un compromiso.

He dicho, lamentablemente, porque me habría gustado sobremanera escuchar íntegramente la exposición del compañero Matus, sobre todo la parte relacionada con las metas de producción alcanzada y lo concerniente a los planes de expansión futuros de esta Empresa. No puedo hacerlo, porque tengo un compromiso internacional. Debo juntarme con el Embajador de Checoslovaquia, quien ha venido expresamente para darme a conocer una película tomada por cineastas checos, sobre el proceso chileno y la época de la transmisión del mando.

Este compromiso honroso es lo que me impide seguir con Uds., si no hubiera sido de alcance internacional esta obligación o pudiera explicarle al Embajador checoslovaco el porqué de mi demora, yo me habría quedado con Uds., hasta el término, no sólo de la exposición de Carlos Matus sino de la asamblea.

 

El obrero no es una máquina

Si alguien, un escéptico, si alguien dudara de que se han realizado cambios profundos en la vida política económica y social de Chile, bastaría que estuviera aquí presente y haber oído lo que hemos oído y visto, para que no le quedara la menor duda.

Siempre dijimos que el obrero no podía ser una máquina más, una fría máquina de una industria en una empresa. Expresamos que él debía ser un factor dinámico, creador; que debía aportar su experiencia, que debía sentirse vinculado con la marcha y el progreso de la empresa en que laboraba; y para ello, había que cambiar el contenido y la significación, no sólo del trabajo sino de la propiedad de la Empresa.

He tenido el honor porque ha sido un honor para mí, como para Tencha el haber entregado la distinción simbólica una estatuilla, que representa lo que es el acero, y los cheques respectivos a trabajadores que han contribuido con su inteligencia, experiencia, responsabilidad, y con su sentido patriótico a una mayor eficacia, más rendimiento, mejor aprovechamiento de las máquinas e instalaciones de esta Industria. (Aplausos).

¡Que extraordinario y demostrativo ejemplo de lo que siempre sostuvimos!

Pero, me ha parecido aunque los Aplausos no reflejan mucho que Uds. han estado poco generosos en sus Aplausos, cuando aquí se ha dicho que, un obrero, que trabajaba en la Planta de Chancado del Mineral es hoy día, el Vicepresidente del Directorio de la CAP.

¿Cómo es posible, compañeros, que Uds. no se sientan satisfechos y no comprendan la magnitud del paso dado?

¿Cómo es posible que no se den cuenta que esta es la participación directa de los trabajadores, a los más altos niveles, y que modestos compañeros, que nunca se imaginaron que iban a ser elegidos, por sus compañeros, para desempeñar estos cargos, los desempeñan?

Esta es la filosofía de un Gobierno Revolucionario, que es el Gobierno de los Trabajadores. (Aplausos).

Quizás, porque muchas veces somos actores de los hechos, no medimos la dimensión que éstos tienen. Pero es bueno meditar, compañeros, pesar y comparar.

Comparar tiempos no muy lejanos, con los tiempos presentes. Entonces, sí que entenderán, cómo es cierto que los hombres que en representación de Uds. estamos en el Gobierno, somos compañeros de Uds. que cumplimos lo que hemos dicho.

Yo vine aquí como candidato. Había una asamblea numerosa, pero, no por cierto, tan numerosa como ésta. Dije en esa oportunidad: la primera medida que tomaremos será reincorporar a los trabajadores exonerados por la Ley de Defensa de la Democracia. (Aplausos).

Las dos cosas que afirmé que tenían un profundo contenido, en una sola frase significaban todo un proceso de transformaciones y cambios: nacionalizar la CAP se ha cumplido.

Reincorporar a los trabajadores exonerados por la Ley de Defensa de la Democracia, no es, sencillamente, volver a darle trabajo a un grupo de trabajadores. Es señalar una vez más ante el país, que nosotros no aceptamos que se ponga cortapisas al pensamiento.

Ayer lucharnos contra aquellos que teniendo el poder, quisieron eliminar a los que tenían ideas distintas. Ahora nos acusan de totalitarios, a nosotros que sabemos cómo se hace intencionadamente la distorsión de un pensamiento filosófico. Nosotros les decimos una vez más desde esta Asamblea que representa el corazón fundamental del acero de Chile, que este Gobierno es el que ha respetado y respetará más las ideas opuestas a nosotros, y que este Gobierno sabe señalar y distinguir lo que es la oposición y lo que es la sedición ¡La sedición la combatiremos y la oposición la respetaremos! (Aplausos).

Una voz: ¡Qué hay de los de Sumar!

Presidente: No le oigo.

Una voz: ¡Qué hay de los de Sumar!

Presidente: Compañero, no necesito su consejo a pesar de que se lo agradezco. (Risas y Aplausos).

Lo único que muy suavemente le pregunto es si Ud. en otras asambleas, años atrás, dijo que le devolvieran la vida a los baleados en “El Salvador”, a los baleados en la “José María Caro”. (Aplausos). En las calles de Santiago; a los metidos en prisión.

En el caso de los obreros de SUMAR, personalmente me he preocupado de ellos.

Es un problema que se está ventilando ¡precisamente! en un terreno judicial y soy yo el que le dije a los obreros de SUMAR que no podía eliminarse obreros por tener posiciones ideológicas distintas, y que si había cargos en cuanto a actitudes y procedimientos, en cuanto a su desempeño como obreros o en cuanto a su conducta como trabajadores, en el sentido del compañerismo, tenían la obligación de precisarlo.

No hay un solo trabajador que pueda decir en este país, que el Compañero Presidente que les habla ¡se ha prestado o se prestará para persecuciones políticas dentro de las empresas! (Aplausos).

Y esa actitud no la asumo ahora; he sido cinco años Presidente del Colegio Médico de Chile, cosa que no han sido otros políticos, en relación con sus gremios, a pesar de que han llegado a la Presidencia de la República.

Yo hice vida gremial. Hice vida Sindical. Y siendo Presidente del Colegio Médico de Chile, nunca pregunté por el apellido político, o si no lo tenía, del médico o de los médicos que planteaban determinadas reivindicaciones. Y por eso también, es que renuncié a la Presidencia del Colegio Médico, cuando intervine en una de mis vastas campañas presidenciales.

Y por eso, también, fui nombrado Miembro Honorario del Colegio Médico de Chile (Aplausos).

Por lo tanto, sé muy bien distinguir, compañeros trabajadores, lo que es la obligación de respetar, en una democracia gremial o sindical, las opiniones distintas; pero sé también lo que es, a veces, adoptar actitudes gremiales que implican una posición política no teniéndose la valentía de decir, con claridad, qué hay detrás de determinados planteamientos. (Aplausos).

Yo como tengo bastantes más años que Uds., he visto muchas cosas, he visto por ejemplo cómo algunos diarios, algunos medios informativos han defendido los reajustes, han combatido los acuerdos CUT-Gobierno. Diarios que durante cien años combatieron a los trabajadores ahora convertidos en vanguardia de los procesos reivindicativos de los trabajadores.

¿Para qué? Para crear una mentalidad, un espíritu para acentuar el sentido economicista, para impedir que se vea la profundidad de los cambios, para que no se aprecie con claridad lo que aquí ha planteado el compañero Matus.

¿Cuándo antes, vino un Presidente de la CAP a hacer un análisis autocrítico y crítico de la marcha de esta empresa?

¿Cuándo antes, tuvieron la libertad de expresarse?

¿Cuándo antes, conocieron y fueron consultados a través de los representantes de Uds., elegidos por la asamblea, sobre los planes que se iban a desarrollar?

¿Cuándo antes, pudieron Uds., utilizar con esa amplitud el derecho a sentirse miembros integrantes de un gran esfuerzo colectivo?

¿Cuándo antes, se les dijo: aquí no hay utilidades para particulares?

De la misma manera que se lo he dicho al país, se lo digo a Uds.: Los obreros de la CAP no son dueños de la CAP.

Los obreros del cobre no son dueños de las minas de cobre, como no son los del carbón, dueños del carbón, ni ninguno de los que trabajan en las empresas estatizadas son dueños particulares de esas empresas de Uds. Pero sí son dueños, en aquella relación que hace que Uds., formen parte del pueblo de Chile.

¡Porque esas empresas son empresas de todos los chilenos, y por lo tanto, deben estar al servicio de todos los chilenos y fundamentalmente del progreso del país! (Aplausos).

¿Cuándo un Presidente de la República ha usado el tono que yo uso con mis compañeros? Y les digo lo que pienso, no en función de un capricho, de una improvisación, sino de los hechos que representan el saber conscientemente, que esto es un proceso revolucionario y tener la responsabilidad de conducirlo.

Hablándole así a los trabajadores, sé que voy a encontrar su respuesta. Porque si luchamos para derrotar a los grupos que, tradicionalmente, habían organizado este país y pensamos que Chile podía hacer su Revolución que no es la Revolución de la Unión Soviética ni la de China o de Cuba, que es la nuestra, por caminos nuestros, de acuerdo a nuestra historia y a nuestra tradición.

Si pensamos que era posible transformar el régimen y el sistema capitalista, para abrir paso al Socialismo, lo hacíamos porque teníamos confianza en el pueblo, en Uds. los trabajadores, mejor dicho, en el proletariado, en la inmensa mayoría del pueblo.

Siempre dijimos que el proceso revolucionario implicaba sacrificio, esfuerzo, superior responsabilidad.

Nadie se sacó un boleto premiado de la Lotería, con el proceso revolucionario chileno; al contrario, le salió el boleto sin premio personal, pero le va a salir un boleto premiado, de aquí a poco tiempo, cuando tengan la seguridad que los hijos y los nietos de Uds. van a vivir en una sociedad donde nadie les negará el trabajo, la educación, la salud, la vivienda, y la cultura, camaradas. (Aplausos).

 

Recibimos un país endeudado

En estos días que he pasado en Concepción, hecho también distinto a otros gobiernos, he estado mirando los problemas locales de la industria, de la educación, de la salud, del campesino.

Estuve en Valparaíso el verano pasado. Estaré en Concepción hasta pasado mañana. Iré a Antofagasta en 5 o 6 días más.

En el duro invierno me trasladaré a algunas de las provincias más lluviosas de Chile, para estar allí haciendo Gobierno Nacional.

Esta es la obligación que yo me he impuesto, como gobernante que tiene una dimensión distinta de sus obligaciones frente a Chile y los chilenos.

Y esto también forma parte de mi actitud, de mi lenguaje y de mis planteamientos.

¡Qué fácil sería dejarse arrastrar por la demagogia e impulsar los reajustes!

¡Qué fácil sería dar rienda suelta para que pudieran Uds. tener más billetes en los bolsillos; pero, de qué les serviría, si acaso no hay una relación directa entre la demanda de bienes y la entrega de ellos, en relación con el proceso productivo!

Nosotros hemos recibido un país marcado, internacionalmente, por sus deudas.

Los chilenos somos, después de los israelitas, los seres humanos que estamos más hipotecados en el mundo.

Recibimos el Gobierno con 4.226 millones de deuda externa. Estamos renegociando en este instante, en París, la fantástica suma de 3.826 millones de dólares.

Cuando planteo estos problemas, es porque el pueblo debe entenderlo. Porque ¿qué cosa es un país? Es una familia más numerosa que la propia.

Si acaso un padre de familia de los que están aquí, tiene un ingreso de 3 millones y gasta 4 al mes, lógicamente que tarde o temprano tiene que producirse el descalabro. Lo mismo le sucede a Chile.

Chile tiene ingresos que representan 1.150 millones de dólares al año. Es lo que vende Chile entre otras cosas el hierro fundamentalmente, el cobre, la celulosa, el salitre y algunos artículos agropecuarios.

Pero, necesitamos gastar y debemos cumplir los compromisos internacionales. Tendrán que salir de Chile si no renegociamos la deuda externa 1.600 millones de dólares.

Luego, este año, habría un déficit superior a los 450 millones de dólares. Este año no podemos.

No hay ningún país en el mundo que tenga que gastar, para amortizar la deuda externa y pagar intereses cerca del 36% de lo que ingresa en moneda dura. Vamos al despeñadero. Por eso, tenemos que plantear frente al mundo, con honradez, nuestra posición: Nos hemos hecho cargo de compromisos contraídos por Gobiernos anteriores, tenemos la obligación de cumplirlos.

Los hombres, en la actividad particular, y con mayor razón los países, no pueden dejar de cumplir sus compromisos.

Pero, para cumplir los nuestros tiene que entenderse cuál es nuestra realidad. Para cumplirlos, tenemos que impulsar el desarrollo económico de Chile y, fundamentalmente, aumentar nuestras exportaciones.

Teniendo más ingresos podremos pagar sin deteriorar la economía nacional, teniendo más ingresos porque hemos producido más para exportar más estaremos en situación de levantar empresas, industrias, hacer caminos escuelas y hospitales.

Teniendo más ingresos, regularizando nuestras obligaciones externas, en compromisos financieros, podremos elevar las condiciones de vida y existencia de los trabajadores, que no son, compañeros de la CAP, las de Uds.; aunque las de Uds., no son privilegiadas, son muy superiores al promedio de la vida del resto de los trabajadores chilenos.

Internacionalmente, planteamos con claridad nuestro pensamiento. Queremos pagar, deseamos pagar, tenemos que pagar, pero tienen quedarnos facilidades para pagar, y eso no lo hacemos desde una actitud humillada sino con una actitud de honestidad frente al mundo.

Señalando nuestros anhelos de cumplir compromisos pero, sobre todo, cumplir con Chile para sacarlo del retraso y la postración, como lo hemos recibido en muchos de los aspectos de la vida nacional.

Por eso, también, es fundamental que se entienda, que una política de reajuste de sueldos y salarios no es un proceso aislado de la economía de un país, forma parte de un todo. Y, por eso, es que hemos podido caminar cuando la Central Única de Trabajadores ha llegado a convenios con el Gobierno.

Eso representa una madurez extraordinaria, en los dirigentes, de los trabajadores chilenos organizados en la CUT y, representa el apoyo fundamental no al Gobierno del Compañero Allende, al Gobierno de los Trabajadores. Porque este es el Gobierno de Uds., están representados a través de los partidos populares, dos de los cuales son partidos esencialmente de clase, dos de los cuales son partidos de los trabajadores, más que eso: son partidos esencialmente de los obreros, como son los Partidos Socialista y Comunista. (Aplausos).

 

Nuestra revolución

El resto de los partidos representan a los sectores de la pequeña burguesía. Pequeños industriales, comerciantes, profesionales, técnicos, empleados y también por cierto campesinos y obreros están en sus filas.

Tienen que mirar Uds. estos problemas en función de una política general y no sólo en función de los intereses de Uds. dentro de esta empresa.

Lo que sucede en la CAP, su producción, los niveles que se alcancen, serán decisivos en la vida de Chile.

Si fracasara la CAP, si fracasaran los compañeros del cobre, del salitre o del carbón, si las industrias estatizadas, textiles o de la construcción, no respondieran a la obligación de producir más, fracasaría no el compañero Allende, fracasarían los trabajadores, fracasaría la Revolución Chilena.

Con claridad, con honestidad, con dramática firmeza, les he dicho a los trabajadores: así como no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria, así tampoco existe ninguna revolución que no tenga que afianzarse en su desarrollo económico y en su producción.

Las revoluciones no se ganan con slogans. No se ganan las revoluciones creyendo que todos los países tienen las mismas posibilidades, o que se pueden aplicar recetas internacionales. Cada país tiene su historia, su tradición, sus costumbres, su idiosincrasia. Y, frente a esta realidad, cabe trazar la táctica y la estrategia para hacer posible el camino revolucionario.

Y el camino revolucionario de Chile, es un camino distinto a las otras revoluciones que han alcanzado el Socialismo.

¿Por qué es distinto? Porque nosotros hemos llegado al Gobierno, hemos conquistado el poder, sobre la base del sufragio. Porque actuamos dentro de las leyes que no dictaron los trabajadores, sino los congresos y los gobiernos que no los representaban.

Porque nos hemos comprometido a hacer las transformaciones dentro de los cauces constitucionales y legales. Lo que es un hecho trascendente y único en el proceso revolucionario de los países.

Sin vanidad, puedo decirles porque no es esa la responsabilidad mía ni de los partidos que forman la base del Gobierno: es la responsabilidad del pueblo, es la responsabilidad de los trabajadores en general, que desde fuera de las fronteras de Chile, apasionadamente, minuto a minuto, miran hacia este país. Analiza, discuten los logros alcanzados. Se discute nuestra política económica y social, porque hay, óiganlo bien: ¡millones y millones de seres humanos de este y otros continentes que anhelan, que desean, que necesitan, que reclaman que el Gobierno Popular no fracase, porque él representa, compañeros, la posibilidad, para ellos, de su liberación! (Aplausos).

Tenemos que señalar lo que representa hacer una Revolución sin costo social, sin preocupaciones.

Aquí no hay un preso político. Aquí existe la más amplia libertad. No digo de ideas, de principio, la más amplia, la más amplísima libertad de creencias y jamás un hombre del movimiento popular o del Gobierno va a tener la audacia torpe de poner cortapisas a las creencias o al pensamiento, cualquiera que sea, de hombre o mujer de este país.

Pero tenemos la obligación de ir elevando el nivel político, de ir oreando conciencia, de ir haciendo que cada hombre, cada mujer de Chile entienda, que ella o que él, son también, por muy modestos o humildes que sean, los actores fundamentales en este proceso que requiere el esfuerzo de todos los chilenos.

Hay que mirar la historia, hay que ver nuestra realidad, hay que pensar que Chile se distingue de los países del mundo, fundamentalmente, de este continente, por el carácter especialísimo de sus Fuerzas Armadas, y lo digo no porque estén aquí dos distinguidos Jefes de la Marina de Guerra de Chile, sino porque es la verdad. Son fuerzas profesionales, son fuerzas que saben de lo que es la disciplina cívica, son fuerzas respetuosas de la voluntad popular, de la Constitución y la Ley, al igual que lo es el Cuerpo de Carabineros fue es un Cuerpo de Seguridad, un Cuerpo obediente a las autoridades legítimamente constituidas.

Esto no sucede en muchos países del mundo. Esto sucede en muy pocos países del mundo.

Esto sucede excepcionalmente en el mundo.

Tienen que pensarlo, los trabajadores, meditarlo profundamente. Explicarse por qué es posible que esto suceda en nuestra Patria.

Hay que entender, el ritmo del proceso que nosotros aceleramos de acuerdo a la realidad y de acuerdo también a las posibilidades de acción.

 

Actuar de acuerdo a la realidad

Algunos compañeros que, a veces, porque han leído demasiado o porque han leído poco, y los que han leído demasiado no han asimilado mucho, piensan que es necesario cambiar, piensan que es necesario acelerar drásticamente este proceso nuestro.

Yo no tendría la tranquilidad de conciencia que me asiste si hubiéramos claudicado en un punto del Programa.

Tengo la obligación de hacerle pensar a los trabajadores cómo los países tienen que actuar a través de sus gobernantes en función de la realidad que confrontan.

¿Qué habrían dicho, por ejemplo algunos de los revolucionarios chilenos si el Presidente Nixon hubiera venido a Chile?

¡Uf! Imagínense lo que habrían dicho del Gobierno Popular. Pero Nixon va a China. Y, China Popular y Democrática, que ha entrado a las Naciones Unidas, acepta la presencia de Taiwán y de Chang Kai Chek, en Formosa.

Y nosotros no podemos criticarlos porque pensamos que seguramente la responsabilidad de la Revolución, y más que nada, la quiebra de la paz en el mundo, dependería del paso precipitado de un país que tiene 900 millones de habitantes.

¿Quién criticaría a Fidel Castro que estuvo aquí porque este es un Gobierno Revolucionario y un pueblo Revolucionario por qué no ha asaltado a la base de Guantánamo, que está en poder de los americanos?

¿Es que la falta deseos de hacerlo a Fidel Castro?

No lo puede hacer y no lo debe hacer, porque pondría en peligro no sólo la Revolución cubana, sino la vida de millones y millones de cubanos.

Esas son las lecciones que no pueden dejar de aprender los que meditan, miran y observan lo que pasa.

¿Qué nos ha ocurrido a nosotros aun actuando dentro de la Ley, de la Ley chilena, para pagar indemnización a las compañías del Cobre?

Hemos sentido las reacciones que pueden crear a los sectores afectados, no ya en el ámbito en que ellos se mueven, sino en las esferas de Gobierno de EE.UU., y se nos ha tendido algunas dificultades en el campo crediticio y, opiniones de parlamentarios estadounidenses, tampoco han faltado.

Y, porque no pagamos, de acuerdo con las disposiciones constitucionales, hasta que resolvamos si las inversiones han redituado en beneficio de Chile y los pagarés que respaldan el crédito que dio la Braden a la Kennecott, se han embargado depósitos de CODELCO en EE.UU.

Pudiera haber el embargo de otras cosas que nos podrían doler más; porque también se ha demandado al Estado chileno, ya que el Estado ha respaldado los pagarés.

Compañeros, si miramos un poco más allá si dijéramos nosotros: no nos dan facilidades; y no pagamos la deuda. ¿Qué podría significar para este país? ¿A dónde podríamos llegar?

Chile no se autoabastece y necesita comprar maquinarias, motores, petróleo, repuestos, insumos, materias primas.

Alguien podría pensar: cómprelo en el mundo socialista. No compañeros, no los producen para las maquinarias que nosotros usamos, no los producen para las instalaciones que nosotros tenemos.

La economía de esos países es una economía planificada, hacen sus planes quinquenales.

Ellos exportan de acuerdo con las necesidades de los países con que tienen relaciones y no pueden de la noche a la mañana entrar a suplir las necesidades de un país como el nuestro, en todos sus aspectos.

Entonces, compañeros, tenemos que caminar lenta y firmemente, porque además de las resistencias exteriores, emanadas de los intereses poderosos que hemos herido, está la resistencia interna de aquellos que nos combaten duramente.

A veces una oposición que no respeta nada, que no reconoce nada, que nos niega todo; y otras veces la oposición expresada en la tentativa de convertirse en sedición, a través de destilar día a día, minuto a minuto, la gota de un veneno destinado a hacer creer que en este país no hay Gobierno, que hay anarquía.

 

Así no se resuelven los problemas

Compañeros, yo no sería Presidente de Chile, si tuviera que usar la represión contra los campesinos y los obreros. Por eso, uso el diálogo.

Hay una huelga aquí en este instante, que me duele profundamente. Los compañeros grueros de la acería, están en huelga.

Estando presente el compañero de Uds., estando presente los directivos de la CAP, estando presentes compañeros de tos trabajadores, en la Dirección de la Empresa; por qué por último no agota ron el diálogo con la Dirección de Empresa. ¿Por qué, ni siquiera fueron a hablar con el compañero que es Presidente de la República?

¿Por qué compañeros? Yo les digo por qué me inquieta este proceso. No sólo por el hecho de que puede significar la paralización de la empresa, sino por la repercusión que tiene.

En una Empresa del Estado, donde los trabajadores han alcanzado todo lo que tenían derecho a alcanzar, en una empresa del Estado que ha superado los niveles de producción, se provoca una, huelga creando una imagen que nos perjudicó, extraordinariamente. Una imagen que deforma lo que es el entendimiento, lo que es la Dirección con participación de los trabajadores, lo que es el diálogo que tiene que haber entre los trabajadores, que dirigen por mandato de, trabajadores que laboran en esa Empresa, que les pertenece, porque es del pueblo.

¡Ah, compañeros! acabó de leer aquí los planteamientos de un pliego de peticiones. Sí, compañeros, está no es la manera de discutir los pliegos de peticiones de una asamblea de trabajadores, de una Empresa estatal.

No se puede plantear que haya un reajuste indiscriminado y total de 2 millones de pesos mensuales, dos mil escudos para todos los trabajadores.

¿Sobre qué base? ¿Se ha pensado qué porcentaje representa esto? ¿Se analiza lo que repercute esto en la marcha de la empresa? ¿Se piensa qué desniveles trae en el campo de las remuneraciones en la provincia de Concepción?

¡Cómo sería el reguero de Pliego de Peticiones que tendría este mismo contenido!

¿Qué economía puede soportar esto, compañeros?

¿Tienen autoridad moral para exigirle a una empresa que es de ellos, que proceda de esa manera, cuando antes no lo hicieron, cuando luchaban, inclusive, contra los propios patrones? (Aplausos).

¿A dónde nos quieren llevar? ¿Esta es una manera de contribuir a fortalecer el Gobierno Popular, que es el Gobierno de Uds.? ¿Esta es una posición auténtica de clase?

¿Cuántos son los miles de obreros y campesinos que ganan un tercio de lo que perciben Uds., compañeros?

Piensen eso. No estoy diciendo que Uds. sean súper privilegiados.

Pero, estoy señalando que hay una diferencia fundamental entre lo que gana un obrero del cobre, del salitre, del acero, del petróleo que además tiene expectativas que son legítimas y que con orgullo la destaco.

Cuando caminaba por ese edificio, que va a ser Biblioteca, oí al Compañero Presidente de Sindicato Único, camarada Cerda, decir: Aquí van a funcionar cursos, porque anhelamos que los trabajadores del acero tengan hasta segundo año básico.

Ya hay 1.900 trabajadores que van a recuperar el tiempo que perdieron, no por culpa de ellos.

Y, van a estudiar.

Yo pensaba, en silencio, en los miles de chilenos que no saben leer ni escribir. En los miles de compatriotas que no pueden abrir un diario. Yo pensaba, compañeros, en los cientos de campesinos que nunca han oído una radio.

Por eso, camaradas, el proceso revolucionario hay que tomarlo integralmente, con una responsabilidad superior, y esa les pertenece a Uds.

Por eso, yo lo he dicho y lo invoco siempre; ese pensamiento escrito, afiebradamente, por un muchacho, sin medir la proyección que tenía, cuando las huelgas de los Universitarios en Francia, en las murallas de Sorbona; decía este pensamiento sencillo: “La revolución comienza en las personas antes que en las cosas”.

¿Qué significa eso, compañeros? Que tienen que cambiar Uds. de vida, que tienen que cambiar de pensamiento, porque no están luchando contra patrones que se metían al bolsillo la utilidad del trabajo de Uds.; que forman parte de una empresa que es del Estado, en un país donde el Estado está en poder de Uds.; que están trabajando para transformar una sociedad sin herir los derechos individuales y colectivos; que están actuando en un proceso que apasiona al mundo entero, porque tiene seriedad. Inclusive el propio Presidente de Estados Unidos ha dicho que este es un Gobierno de gente que piense de manera diametralmente opuesta a él, pero que es gente seria. Porque, en realidad, compañeros, no somos ni demagogos ni irresponsables.

Yo también quizás exagerando un poco, en estas provincias, azotadas hasta ayer por la desocupación, donde hemos incorporado al trabajo un nivel extraordinario de trabajadores, yo he hablado tantas veces del cambio de existencia de vida y de costumbres. Le he enseñado a la gente cómo debe comer, cómo debe beber.

Por eso también, le he criticado a mis compañeros su trato frente a las relaciones, al vínculo, al contacto, al diálogo con la mujer chilena.

He dicho una vez más que hemos perdido las elecciones en O’Higgins, Colchagua y Linares. No por culpa del Gobierno. Porque hemos hecho muchas cosas compañeros. Por culpa ¿de quiénes? de los que forman parte en las bases de la Unidad Popular, que no llevan a su casa el diálogo, que no le explican a su compañera, porqué ellas se van a beneficiar más que nadie en el Gobierno Popular.

Cuando he llegado a esta empresa he preguntado ¿por qué no hay una Guardería Infantil?

Me han dicho por suerte, que se está construyendo, igual que el Jardín Infantil. Y digo por suerte, porque esa ley es mía, porque la creé con cariño, junto con María Elena Carrera y Julieta Campusano, para que la mujer que trabaja, tenga derecho a la tranquilidad, sabiendo que su hijo, el hijo de su amor, está protegido y amparado en una Guardería o en un Jardín Infantil.

Camaradas, (Aplausos) pongo pasión, porque las horas que tenemos por delante, son muy duras.

 

Economía de transición

Ningún proceso revolucionario ha dejado de ser pesada carga de los hombres que han hecho la Revolución.

Nosotros tendremos que abocarnos a una economía de transición como lo explicaba, con gran claridad el compañero Carlos Matus. Tendremos que enfrentarnos a compromisos que no contrajimos.

Tenemos que dar más a los que piden más. Ya echamos a andar la capacidad ociosa de las industrias. Por ejemplo, hemos aumentado el 15% de la producción del cemento y falta cemento en Chile ¿Por qué? Porque ahora se construye más, porque ahora es cuando se tiene más ingreso.

Un compañero compra un saco para reparar cualquier cosa de su casa. Pero, son miles los que lo hacen; porque quisimos hacer 100 mil viviendas, y Chile no tiene capacidad instalada para hacerlo.

Se han elevado los niveles de la producción del acero, y sin embargo, falta acero porque se consume más.

En los primeros meses de este Gobierno yo recibí a Carlos Matus y a Fabián Levin y me decían que estaban las canchas atochadas de hierro, que estaban las canchas atochadas de acero.

Hoy, no queda una tonelada. Hemos aumentado la producción, y se han abierto más mercados y hemos hecho un contrato con Japón para venderle 40 millones de toneladas, en seis años.

Tenemos que alcanzar a producir 12 o 15 millones de toneladas por año, y tenemos que alcanzar el millón de toneladas de acero, para dar un paso más largo, y terminar con el millón y medio el año 1975. Porque esas son las necesidades de Chile.

Tenemos que aumentar en un 70 u 80% la producción de cemento; para eso no bastará la planta que estamos terminando de construir, compañeros, en Antofagasta, o la que vamos a levantar allá en Magallanes.

Tendremos que levantar otras plantas, pero el diseño y las factibilidades de realizarlas, representa, uno o dos años de esfuerzo y de trabajo.

Compañeros, tienen que entender Uds., lo que es planificar la economía en función de las necesidades de un pueblo y las posibilidades de su mercado exterior.

Les hablo aquí, porque he sentido la satisfacción profunda de respirar una atmósfera distinta y diferente. Pero, me ha amargado el leer, compañeros, la forma como están presentadas las sugerencias que se hacen para discutir el próximo pliego.

Pero, compañeros, no siempre un Presidente de la República vive horas gratas y tampoco siempre son amargas.

Allí sentado recibí esta carta; me piden audiencia ¿quiénes? los padres de Uds., o los abuelos de Uds., los pensionados de Chile, las madres de Uds., para decirme qué cosa: (¡Gracias, compañero, por lo que el Gobierno Popular ha hecho por nosotros!) (Aplausos)

Eso sí que representa algo.

Eso sí por primera vez en la Historia de Chile, un Presidente de la República recibe las gracias de los pensionados, de las montepiadas. Por primera vez en la Historia de la Patria, los viejos que agotaron sus energías y su capacidad creadora, no tienen que tender las manos, en actitud humillante para pedir un pedazo más de pan. Por primera vez no se ocupan los jardines del Congreso y no andan con su miseria a cuestas rondando La Moneda. Los ancianos de Chile los padres de Uds., los abuelos de Uds., las madres de Uds., han recibido el pan de la justicia del Gobierno de Uds., trabajadores. (Aplausos).

Me duele profundamente, que haya demagogia, irresponsabilidad, oportunismo político, cobardía política, de algunos que levantan banderitas gremiales, para defender posiciones partidarias, que no supieron defender cuando tenían el Gobierno. (Aplausos).

Compañeros, no he venido como un extraño ni como un Presidente formal. He venido como un compañero de Uds., a decirles: camaradas, piensen, mediten, la responsabilidad de este Gobierno está en Uds.

El acero, para los caminos, las escuelas, los edificios, el progreso de Chile. Uds. son el pilar, uno de los pilares, junto con el cobre que tienen que darle estabilidad a este Gobierno.

Yo anhelo que Uds. sepan cuánto esperamos de Uds., como yo entrego mi confianza a la responsabilidad de Uds.

Compañeras, yo las saludo, sobre todo a Uds., y les pido que se sientan incorporadas a este proceso; que no se olviden que en este país, como en cualquier otro, no habrá revolución, sin la participación directa de la mujer, en este gran proceso histórico.

Me voy de aquí, compañeros, despidiéndome de los trabajadores de esta Asamblea de los Trabajadores.

El viernes volveré a Santiago para ir al Norte a dialogar con los compañeros del cobre.

Pero volveré, algún día no lejano, a Concepción para decirles: gracias compañeros del acero, era justa la confianza que el pueblo, a través de mi persona, depositó en Uds. (Aplausos).

Compañeros, quiero decirles que no deseo que salga un compañero o una compañera a despedirme. Me parecería de una irresponsabilidad increíble, si Uds., no se interesaran por oír lo que se ha alcanzado en la producción, y lo que se planificará para el futuro.

Sería la primera decepción que me darían.

Se quedan todos aquí, compañeros, y a lo mejor yo vuelvo en una hora más. (Aplausos).