Salvador Allende

Discurso pronunciado en la Universidad de Lomonosov, Moscú


Pronunciado: El 7 de diciembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Muy estimado compañero Ivan Petrovski, rector de la Universidad de Lomonosov,

Estimado compañero Ministro de Educación;

Queridas y queridos compañeros de la Comunidad Universitaria:

Es para mí, Compañero Presidente de Chile, un motivo de justa emoción el recibir el alto título honorífico del Consejo Científico de esta Universidad de Lomonosov. Lo recibo con la humildad de un luchador social, y viene a mi recuerdo la época en que yo también fui estudiante.

Yo pasé por la Universidad, no tan sólo buscando un título que me permitiera ganarme la vida; mientras estudié en la Universidad de Chile, me comprometí con la lucha del pueblo; por eso fui expulsado de la Universidad, y reincorporado a ella obtuve mi título de médico, para con él, servir al pueblo.

En mi larga vida pública, el único valor que puedo señalar, es la tranquilidad que me queda -desde que fuera estudiante universitario expulsado, hasta Ministro de Salud Pública en un Gobierno Popular, y ahora el Compañero Presidente de los trabajadores- de haber luchado siempre junto al pueblo.

Cómo no agradecer las deferentes palabras de los compañeros de esta Universidad; cómo no agradecerles a todos ustedes este cariñoso recibimiento que me hace a mí, viejo combatiente, sentirme renovado, renovadas mis energías al estar frente a la juventud de la Unión Soviética.

Vengo de un país lejano, materialmente pequeño, que vive una vida pobre siendo potencialmente rico. Vengo de un país donde grandes masas ciudadanas están al margen de la cultura, del trabajo y de la salud. Un país donde la dependencia económica ha marcado el subdesarrollo, donde la dependencia económica ha marcado nuestra dependencia política.

Pero vengo también de una tierra donde el obrero, el campesino, el trabajador, han tomado conciencia de sus derechos. Una tierra donde la juventud ha encabezado la lucha por nuestra emancipación; vengo como representante de un Gobierno Popular que lucha contra el imperialismo, contra la oligarquía.

He venido a la Patria de Lenin, a fortalecer nuestras posiciones y a reafirmar nuestra decisión de construir el socialismo.

Queridos compañeros jóvenes, quizás sea difícil para ustedes pensar la realidad de nuestros países en América Latina y otros continentes. A pesar de la amplia información que ustedes hacen a todos los pueblos del mundo desde sus Agencias en Chile, llegará a ustedes una imagen falsa de nuestra realidad; hablo del continente latinoamericano. Pueblan 230 millones de habitantes ese continente y hay 100 millones de gentes que son semianalfabetos o analfabetos absolutos; faltan 20 millones de viviendas, hay cerca de 30 millones de cesantes absolutos y 40 millones que tienen trabajos ocasionales o de temporadas; un 56 por ciento de la población se alimenta por debajo de lo normal.

Como signo de retraso, quiero decirles que en América Latina hay 20 millones de ciudadanos que no conocen la moneda como medio de intercambio.

En mi país, las cifras son más bajas que el promedio que existe en América Latina, en cuanto a la ignorancia e incultura. Hemos avanzado más que otros países, no obstante, es indispensable entender que dentro de un sistema capitalista, ningún gobierno de América Latina, ha sido capaz de superar los grandes déficits de alimentación, de viviendas, de atención médica a la población.

Hay miles y miles de cesantes -hombres sin trabajo-, y en mi propio país hay miles de compatriotas cuya alimentación es deficiente; y a pesar que hemos adelantado más que otros países en el campo educacional, sigue siendo un privilegio el estudiar en la Universidad.

En la lucha del pueblo, los trabajadores a lo largo de muchos años, han regado esperanza de una vida distinta, con su sangre y con sus vidas. Y siempre los estudiantes -la mayoría de ellos- han estado junto a los trabajadores en las batallas del pueblo.

Allí hay universidades, donde la juventud ha hecho posible romper el viejo concepto de la Universidad enclaustrada, al abrirla a la realidad con un sentido distinto; hemos roto el viejo concepto de la universidad al servicio de una clase, de un status social, por una universidad que primero hizo la reforma y que dará un paso más adelante. Las universidades en nuestro país son universidades más progresistas que el status social; hay la esperanza de que las universidades den el paso definitivo para ser universidades revolucionarias, cuando hayamos edificado nuestro país. (Aplausos).

Tenemos conciencia de la importancia que tienen los técnicos y los científicos en el proceso revolucionario; esto no significa que no le demos la justificación ascendente que en todos los pueblos ha tenido la clase obrera como promotora de la revolución. (Aplausos).

Sabemos que la revolución no pasa por la universidad; la revolución pasa primero por los obreros, por los campesinos, por los trabajadores. Sabemos perfectamente bien que la juventud copó una parte en la lucha de generaciones, quienes están ubicados en la lucha de clases, sobre todo en la revolución; y por eso tenemos confianza en nuestra juventud; allá más que en otras partes, la lucha es constante contra el imperialismo y la reacción interna del país.

No es la lucha violenta y heroica, la lucha que tiene que resistir la metralla y el bombardeo; pero es la lucha contra el poder económico que cada día se hace más fuerte, para ahogar este proceso y por lo tanto hacer fracasar las posibilidades de otros. Por eso un poeta revolucionario ha dicho algo que es cierto: “Chile es un Vietnam silencioso”. (Aplausos).

Por eso es que estamos aquí, mirando la cuna del socialismo y viviendo una sociedad socialista.

Antes de la victoria del Pueblo en Chile, ya la Unión Soviética había abierto sus puertas a todos los trabajadores, a todos los revolucionarios y los estudiantes chilenos que estaban por una sociedad más justa.

Quiero, en este recinto universitario, agradecer a la Unión Soviética por haber facilitado el que muchos estudiantes chilenos hayan pasado por las aulas universitarias para aprender en ellas la técnica y la ciencia, sobre todo para aprender en ellas que la ciencia y la técnica tienen que estar al servicio del pueblo.

Sé que en esta Universidad, por suerte para nosotros, hay jóvenes chilenos, hombres y mujeres. Yo les digo a ellos, que están representando a su Patria en este pueblo, y les pido y les exijo que sean excelentes alumnos, grandes compañeros, que se preparen para ir a su Patria a trabajar por la construcción del socialismo. (Aplausos).

Ellos han tenido una gran oportunidad, que deben aprovechar al servicio de su Patria y de su pueblo, como la han tenido otros estudiantes que han estado en otras universidades, entre ellas la Lumumba. En nuestro país no se reconocen todavía los títulos recibidos en las universidades soviéticas; ese era el criterio de la burguesía que gobernaba. Nosotros lucharemos para que estos títulos sean reconocidos, a pesar que en Chile las universidades son autónomas y será una conquista más del pueblo chileno, porque la mayoría de los estudiantes que pasan por las universidades soviéticas, son compañeros que vienen de hogares modestos cuyos padres no pudieron pagarles la educación superior en nuestro país. ¡Son hijos del pueblo chileno, educados con los hijos del pueblo soviético, que son los padres de la revolución proletaria! (Aplausos).

En el mundo contemporáneo, sobre todo en el mundo capitalista y también, lamentablemente, en los países dependientes en lo económico, la juventud busca caminos fáciles; se arranca de su responsabilidad, en el escapismo de la irresponsabilidad, cayendo en el vicio. Y es lamentable ver tan alta cifra de jóvenes en el mundo que usan drogas, que fuman marihuana. Esto puede ser realidad cuando falta una conducción, un ideal, una fe, en la lucha del hombre; pero no puede ser realidad en los pueblos que tienen la gran tarea emancipadora.

Por eso, para nosotros la juventud soviética debe ser la guía de las juventudes nuestras, porque el poder y el pueblo soviético no sólo han sabido derrotar la ignorancia, la incultura, y la falta de salud en la Unión Soviética, sino que han extendido su mano fraterna, revolucionaria, más allá de sus fronteras, para estar junto a los pueblos que quieren alcanzar su independencia económica y su dignidad. Ejemplo más claro y elocuente, es el del apoyo dado por el pueblo soviético y su Gobierno, por el Poder Soviético, a Cuba y fundamentalmente a Vietnam. (Aplausos).

Compañeros jóvenes de la Universidad de Moscú: Ustedes también han tenido el privilegio de ver de cerca cómo otros hombres dieron su vida para hacer posible que ustedes avancen en una nueva sociedad. Son cientos y miles de hombres y mujeres soviéticas que cayeron en la Revolución de octubre, los que se sacrificaron en la etapa inicial de la construcción de su Patria, los que dieron un ejemplo de heroísmo al mundo en la Segunda Guerra, cuando derrotaron al nazi-fascismo.

Ustedes son los herederos de esa noble tradición humanista. Yo tengo la certeza y la seguridad, de que ustedes seguirán la ruta del internacionalismo proletario, hasta que algún día llegue a ser realidad lo que el poeta Neruda, comunista, y Premio Nobel de Literatura, dijo: “Mi casa sin puertas es la tierra, las estrellas y el mundo son mi Patria”.

Gracias, queridos compañeros. (Ovación).