Salvador Allende

El privilegio de estudiar. Clase magistral dictada en la Universidad de Concepción 


Pronunciado: El 29 de mayo de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Pido la palabra y le pido a los compañeros jóvenes que no me interrumpan ni me aplaudan, sobre todo, porque quiero referirme, y no especialmente, sino en la parle respectiva de mi intervención a algunos conceptos emitidos por el joven estudiante y Presidente de la Federación, Nelson Gutiérrez.

Advierto a los jóvenes estudiantes que yo soy el Compañero Presidente pero que tengo la dignidad del cargo y exijo respeto para mí y a los invitados que están aquí por mí. Y les advierto que por muy democrático que sea, la primera falta de respeto me obligará a retirarme. Yo no puedo aceptar que en presencia mía, irresponsablemente y en forma anónima se falte el respeto a las autoridades o a los invitados por esta Universidad. (Aplausos cerrados).

 

No vengo a hacer méritos ni a buscar aplausos

Yo no vengo aquí ni a hacer mérito; ni a buscar aplausos. Una vida entera en una misma línea, en una misma convicción, en un frente de batalla, me dan la autoridad moral para que los estudiantes me respeten. He venido no a dictar una clase magistral; he venido a dialogar con los estudiantes universitarios, sobre todo con ustedes, compañeros de Concepción, por razones que voy a señalar en el momento oportuno.

Quiero, entonces, destacar que ser estudiante universitario dentro de esta realidad, aun de la realidad de un Gobierno Popular, es un privilegio como lo es, compañero joven amante de la teoría, aun en los países socialistas que llevan muchos años, porque también en las Universidades socialistas se ingresa previo un concurso y una selección. De todas maneras, lógicamente, como es de imaginarse, es un privilegio mayor ser universitario en un régimen capitalista o en un Gobierno como el nuestro que es una etapa de tránsito del capitalismo al socialismo. Que ello no lo deben olvidar ustedes jamás, porque hay miles de jóvenes que no han podido ni podrán, durante largo tiempo ingresar a la Universidad, a pesar de los esfuerzos que han hecho, y muy serios y muy profundos, las directivas de las distintas universidades de Chile y del apoyo que han encontrado para ello de parte del Gobierno que presido. Sin embargo, y a pesar, reitero, de que esencialmente en las universidades han entrado hijos de sectores de la clase media y de la pequeña y la mediana burguesía, no podemos dejar de recordar que las luchas de los estudiantes de Chile estuvieron siempre vinculadas a un proceso de transformación profunda en la universidad y vinculadas a las batallas permanentes del pueblo. Puedo asegurarlo porque soy de la generación del año 30, heredera de la actitud combatiente y señera de la generación del año 20, aquella que en su sacrificio simbolizara su actitud cuando muriera José Domingo Gómez Rojas, poeta y exponente audaz del pensamiento joven. Soy de la generación del año 30, que no pasó por la Universidad tras la búsqueda apresurada de un título profesional que le permitiera mejorar sus condiciones materiales de vida y existencia. Cayeron combatiendo Jaime Pinto Riesco y Zafiartu, entre otros, y el que les habla supo de la cárcel y supo de la expulsión de la Universidad. Por eso, también, puedo hablarle a los estudiantes mirándolos cara a cara porque no fui a buscar un título para incrementar ingresos; fui a aprender medicina, porque entendía que la medicina me colocaba más junto al pueblo y aprendía en su dolor las raíces de él. Por eso quiero destacar, entonces, que en el Gobierno que presido, en el Gobierno de la Unidad Popular, se abren para ustedes jóvenes universitarios las posibilidades de estudiar y de luchar, como decía el compañero militante del MIR. Pero algo más, se abren las posibilidades de estudiar, de luchar, de criticar y de crear.

Pero al mismo tiempo, estas posibilidades son más profundas, porque dentro de los cauces de este Gobierno, ustedes están luchando junto al pueblo, porque este es un Gobierno del pueblo, elegido por la voluntad popular que buscó el camino de las urnas para derrotar a los sectores tradicionales de este país y a las minorías que habían detentado el Gobierno y el poder, más que centenariamente.

 

Cada pueblo tiene su propia historia

Quiero, y profundizaré después con ello, ya que cuando llegué a este recinto vi con satisfacción ahí en ese telón, que ha sido bajado por las compañeras y compañeros a quienes lamentablemente debo dar la espalda, está, repito, la imagen de un amigo mío, de un combatiente de la historia y del pueblo, la del Comandante Ernesto “Che” Guevara. Y si digo de un amigo mío no es vanidad personal, jóvenes estudiantes, es porque era así. Durante, muchas veces -20 o más- pude conversar, discutir, jugar ajedrez, disparar y volar junto a Ernesto “Che” Guevara. Y lo he dicho otras veces frente a Chile entero: esa inteligencia y ese corazón que late aun después de muerto, fijó en una dedicatoria que me entregara en su libro Guerra de Guerrillas, un pensamiento que no era sectario, que no era pequeño y que demostraba la conciencia que él tenía, que cada país y que cada pueblo tiene su propia realidad. En ese libro Ernesto “Che” Guevara puso esta dedicatoria: “A Salvador Allende, que por otros caminos pretende lo mismo. Afectuosamente. “Che”.” Con ello estaba señalando, sin decirlo, que la realidad de Chile no es la realidad de Cuba, ni es la realidad de la República Popular China, ni es -como lo dijera en el Congreso Nacional- cita mal traída aquí, en parte, por el compañero Nelson Gutiérrez, la realidad de Chile. Cada país tiene su propia realidad, su propia historia, su propia idiosincrasia, y frente a ella deben actuar los responsables políticos de la conducción revolucionaria del pueblo. Por eso es que quiero entonces hacer presente que, a mi juicio, el compromiso social del universitario en el pasado apuntaba a criticar el régimen imperante; apuntaba a señalar las injusticias del sistema capitalista, apuntaba a que la gente tuviera conciencia de que había una minoría que compraba el Gobierno y mantenía el poder, y que además el régimen en sí mismo y consustancialmente involucra la violencia institucionalizada.

Y este pensamiento lo destaco con satisfacción; no pertenece ahora tan sólo a los que profesamos, y no lo negamos, como ideario el marxismo, también lo han destacado -y con valentía- inclusive los Obispos de la Iglesia Católica reunidos en Medellín, los Obispos latinoamericanos que han dicho que el régimen en sí mismo encierra una violencia institucionalizada. Violencia que no sólo se expresa en la represión que puede desatarse para reprimir las ansias de pan, de trabajo, de cultura, de justicia que anhelan las masas; violencia que se expresa en el padre que no tiene cómo pagar la atención cuando el hijo se muere, sin ayuda médica, sin medicamentos, en brazos de la madre; violencia que se siente cuando el hombre joven y capaz no tiene cómo ganar con su propio esfuerzo la vida; violencia que se manifiesta en la intranquilidad de los ancianos, Que al término de su vida son, a veces, un mendigo más después de haber trabajado siempre; violencia que se hace elocuente y dramática cuando el hombre o la familia carece de techo en que vivir.

Por eso entonces es fundamental entender la diferencia que hay para la juventud hoy día, entre el derecho justo y legítimo que tenían ayer de criticar un régimen y un sistema y la obligación que tiene hoy que comprender que en este país y en esta hora hay un proceso social que lucha por cambiar el régimen capitalista y sustituirlo por una sociedad que conduzca al socialismo, y por lo tanto, que se requiere una actitud sociológica comprensiva muy clara para darse cuenta también que es obligación de los estudiantes que algo saben de teoría, distinguir entre la táctica y la estrategia.

Cada pueblo, cada movimiento, cada país, podrá buscar una táctica determinada y ser valedera si acaso la estrategia es la nuestra: transformar la sociedad y empezar a construir el socialismo.

 

Derrotar el subdesarrollo

Por ello para ustedes, compañeros estudiantes, que recuerdan su propio lema, “estudiar y luchar”, es fundamental, básicamente, entender que la etapa nuestra está destinada a derrotar fundamentalmente el subdesarrollo.

Subdesarrollo no sólo en lo económico, que implica gran dependencia política, sino subdesarrollo que refleja dependencia en lo cultural y en lo científico. De allí entonces la importancia que tiene el proceso de reformas, el proceso revolucionario, incoado en las Universidades Chilenas que han sido un factor que ha contribuido a dinamizar la conciencia popular y una vanguardia en el avance consciente del pueblo. Ayer a la conquista, a través de las urnas, del Gobierno y ahora, a través del Gobierno, a la conquista lenta, serena, pero implacable, del poder, para realizar la revolución chilena.

Quiero entonces también señalar que aquello de estudiar es justo y es necesario. Nada puede justificar, ni aun aquello de ser un buen estudiante. Como dijo Lenin hace muchos años: Lo mejor es para el pueblo y todos sabemos que el socialismo que es científico se afianza, es cierto, en las masas, pero en las masas elevadas en su nivel político, en su conciencia revolucionaria en la técnica y en el conocimiento profundo de los profesionales.

Que hay algo que nos ensena y que debemos meditar profundamente es que para terminar con la exploración del hombre por el hombre hay que recurrir a la ciencia y a la técnica para controlar la naturaleza, para dominarla para el hombre y por eso celebramos con satisfacción cuando con el esfuerzo de los hombres y la inteligencia, algunos del mundo capitalista, y lo reconocemos, y otros del mundo socialista, la naturaleza aparece dominada y el hombre es capaz de pasearse por la luna y dominar los espacios siderales.

No hay socialismo sin técnica, como no hay socialismo sin esfuerzo, sacrificio y trabajo. El socialismo no se regala a los pueblos -jóvenes estudiantes- se conquista no en la lucha frontal y terminal desarmada, sino se conquista en la lucha permanente y cotidiana, porque la lucha de clases existe en cada minuto mientras haya explotados y explotadores en la tierra.

Por eso yo reclamo una juventud vigilante sobre la base de estudiar, luchar, criticar y crear.

Una juventud vigilante al lado de los trabajadores en la afirmación del futuro y en la transformación del presente para hundir en el pasado lo que no sirva a la nueva sociedad que queremos crear.

Reclamo la presencia de los jóvenes en la tarea indispensable de concientización de las masas populares. ¡Cuánto pueden contribuir ustedes a elevar la conciencia política de aquellos que no pudieron, siquiera, aprender a leer! ¡Cuánto pueden contribuir ustedes a abrir un horizonte distinto al campesino, al obrero y sobre todo a la mujer de nuestra Patria! ¡Cuánto deben ustedes entregar para afianzar en un nivel político superior la Unidad Popular, base granítica en que descansan las posibilidades creadoras de este Gobierno! Pero para ello se requiere romper el sectarismo y no sentirse depositario implacable de la verdad. Y los jóvenes tienen la obligación de respetar a los que teniendo, como yo, tantos años, por lo menos demuestran todavía la flexibilidad suficiente para entender las inquietudes de la juventud.

No estoy aquí para detener la pasión justa de muchos de ustedes, para acelerar el proceso revolucionario, pero tampoco estoy aquí para callar mis palabras cuando debo criticar el afiebramiento de algunos que creen que de la noche a la mañana se puede transformar una sociedad.

Una revolución política, jóvenes, se puede hacer en un día. Una revolución social no la ha hecho ningún pueblo jamás en un día, ni un año, sino que en muchos años, y ¡caramba! que es distinto una revolución en un país situado en este continente, y es innecesario que detalle lo que representa en el ejercicio del gobierno en los distintos países que lo componen. Es muy distinto una revolución en el Cono Sur de América Latina, en un continente dependiente en lo económico y presionado en lo político. Es muy diferente una revolución -jóvenes estudiantes- en un país de 10 millones de habitantes a la revolución que realizaron otros países en otros continentes.

Es muy distinta la revolución que queremos hacer nosotros, sin costo social y de acuerdo a nuestra historia, a la heroica y dramáticamente pujante Revolución Cubana que yo conozco a fondo, porque he estado más de diez veces en Cuba y porque sí tengo derecho a decir que fui amigo del “Che” Guevara, soy amigo de Fidel Castro, lo cual no implica que separe y que distinga la realidad de Cuba, luchando contra la dictadura abyecta y brutal de ayer de Batista y la realidad chilena que no combatió contra una dictadura, sino contra un régimen y un sistema. Una revolución que alcanzó el poder con las armas en las manos y una revolución que vamos a hacer por los cauces legales, de acuerdo con el compromiso del pueblo.

Por eso, por eso reclamo de los jóvenes estudiantes su presencia cada vez más íntima y solidaria con el pueblo. Por eso señalo la importancia que tienen los trabajos voluntarios, no porque ello implique tan sólo el que se podrán arreglar caminos, viviendas o levantar algunas casas, sino porque significa hundirse, fusionarse, ser solidario con el proceso de una nueva mentalidad, de un nuevo espíritu. Y que grato ha sido para mí como compañero y Presidente de la República ver cómo cuando llamamos al trabajo voluntario, en el Día Nacional de él, se confundieron en las poblaciones modestas de la Patria, sacerdotes, soldados, estudiantes y dueñas de casa, obreros y profesionales, que reflejaban la conciencia que están viviendo una nueva etapa y un proceso histórico distinto.

Si alguna duda cupiera de la realidad que estoy señalando, ¿en qué parte de América Latina?, ¿en qué parte del mundo capitalista presenciamos un espectáculo como éste? No sólo el que el Presidente de la República dialogue con los estudiantes, sino que autoridades civiles, militares y eclesiásticas estén aquí presentes. Este es un hecho único, jóvenes estudiantes y no pueden desconocerlo Uds., este es un hecho trascendente, porque no lo lograron en los países capitalistas, los jóvenes estudiantes que movilizaron hace año y medio o dos años en París, aquellos que escribieron su lucha. Aquellos que escribieron con razón en las murallas de la Sorbonne; la revolución comienza antes que en las cosas, en las personas.

Lo cual está señalando la necesidad del cambio interior, el cambio íntimo, el cambio en cada uno y en cada cual. Que la juventud tenga más disposición para ello, que Uds. puedan realizar este cambio sin dificultades, es lógico y es justo, porque Uds. son un sector que empieza a caminar por la vida, porque Uds. no están comprometidos con nada, porque Uds. son limpia, clara y transparentemente una etapa maravillosa de la existencia humana. Pero mediten y piensen, que nosotros, otros hombres los que comparten mis ideas; también tienen que incorporarse a este cambio, para darse cuenta que hay en este instante en nuestra Patria un pasaje de la historia que es distinta a la que escribiéramos ayer. Y en ese sentido yo destaco y lo hago aquí, con vigor y con patriotismo, la actitud de las Fuerzas Armadas de Chile y de Carabineros, tradicionalmente y Uds. lo saben y me parece innecesario repetirlo. Uds. han leído como yo, el libro de Lenin “El Estado y la Revolución”, y lo he ojeado demasiadas veces en mi vida y sé la concepción teórica que tienen de las Fuerzas Armadas, los revolucionarios, los que como Lenin escribieron ese libro. Pero Chile está viviendo una etapa en que demuestra con claridad meridiana, que también, así como son distintas nuestras Fuerzas Armadas. Ellas son Fuerzas Armadas profesionales, y en la correlación de las fuerzas, el hecho que yo sea Presidente de Chile es precisamente por la lealtad de las Fuerzas Armadas y Carabineros a la voluntad popular y al pueblo.

 

Profundidad de un proceso

Hay que entender entonces, qué proceso profundo y hondo se está realizando en este país. Y cómo debe ser en las Universidades, donde se profundice en estas materias. La presencia en este recinto del Presidente de la Corte de Apelaciones de Concepción yo la saludo; yo comprendo perfectamente bien que en la inquietud de un joven estudiante puede hacer -yo también lo he hecho- la crítica de un sistema legal, que queremos modificar. Pero el funcionario que forma parte del Poder Judicial dentro de este régimen, tiene que aplicar las disposiciones legales, y estas disposiciones legales jóvenes estudiantes, tendrán vigencia mientras no modifiquemos nosotros, y por los cauces legales, las leyes vigentes y la Constitución Política.

Por eso no he llamado a nadie a engaño, y por eso como candidato en esta misma Universidad y después como Presidente electo y ahora como Presidente en ejercicio, puedo mirar cara a cara a ustedes muchachos, porque siempre dije la verdad y se la dije a Chile entero desde el Congreso Nacional. En el momento oportuno, mi Gobierno entregará al Congreso Nacional, un proyecto destinado a modificar la Constitución liberal actual, por una Constitución de orientación Socialista y presentaremos un proyecto destinado a suprimir las dos Cámaras, por la Cámara Única que está en el Programa de la Unidad Popular.

Y por eso también hay una interpretación intencionada de mis palabras. No he dicho que someteremos al Congreso esas iniciativas y he agregado que la última palabra la tiene el pueblo, ante el cual responde el Presidente de la República y responde el Movimiento Popular.

Cuando lo digo, estoy diciendo que respondemos también dentro de los cauces legales, porque para ello nuestra propia Constitución establece el plebiscito. Queremos entonces, modificar las leyes, y modificadas estas leyes, los miembros del Poder Judicial aplicarán las leyes del Estado Popular.

Pero no les podemos pedir ni mucho poder, ni mucho menos podemos censurar, el que se aplique imparcialmente las leyes vigentes, porque ella es su obligación, obligación nuestra es modificar esas leyes, avanzar sino premura, pero sin vacilaciones, para establecer los nuevos Cuerpos Jurídicos que determinen la diferencia que hay entre leyes al servicio del pueblo y las leyes al servicio de una minoría.

 

Autonomía y compromiso de la Universidad

Por eso estoy aquí, para reafirmar frente a ustedes, respondiendo directa e indirectamente algunas de las apreciaciones del compañero Nelson Gutiérrez y para señalar entonces, que es fundamental una Universidad autónoma, una Universidad crítica, una Universidad vinculada a los grandes procesos del desarrollo económico, social y cultural de Chile. No me parece que venga a la Universidad de Concepción, a decir cuál es el camino.

Tengo demasiado respeto por esta Universidad y demasiado aprecio por la labor de su Rector y de ustedes, para insinuar siquiera que es necesario que esta Universidad sea autónoma y crítica. Lo que sí puedo señalar, que para el Gobierno Popular, la autonomía universitaria será infranqueable, que la respetaremos implacablemente, y que sabemos que la crítica que emana en la Universidad, será una crítica constructiva porque pensamos y soñamos que ésta y las Universidades como la Técnica y la Universidad de Chile, la Universidad Católica, donde empezara en Valparaíso, un proceso de reforma, tienen hoy la conciencia de que el mundo avanza y que las marcas de la historia no se detienen ni con leyes represivas ni con la violencia.

Por eso, creo que la Universidad será un factor fundamental de ayuda y de colaboración, en esta etapa tan necesaria; ahora, la Universidad reformada, ahora, la Universidad comprometida, mañana será la Universidad revolucionaria cuando Chile alcance la etapa revolucionaria superior, que haya construido integralmente un socialismo.

Por eso es que también deben aprovechar ustedes jóvenes universitarios, la influencia que han alcanzado o una concepción democrática en la participación de la dirección de las Universidades, para estar atentos a los procesos cada vez más profundos de la vinculación de la Universidad con las tareas del pueblo, de los trabajadores.

Por eso quiero decirles a Uds. que tengo la seguridad y la certeza que cada vez será más profundo el vínculo, entre el pueblo y los estudiantes, y entre los estudiantes, el pueblo y el Gobierno. Vínculo no formal sino que de hecho porque Uds. forman parte del gobierno.

Aquí no hay, dentro de la concepción que nosotros tenemos, una separación de generaciones.

No jóvenes estudiantes, nosotros no aceptamos las luchas generacionales. Nosotros aceptamos y estamos ubicados en la lucha de clases, que es muy distinto y por lo tanto Uds. forman parte del gran ejército de la lucha liberadora de Chile y a ello deben responder. Por eso veo a los jóvenes integrados en el proceso que compromete a todo nuestro pueblo, he tenido la honradez de afirmar reiteradamente, que la tarea revolucionaria de transformación de Chile no depende de un hombre, de un Gobierno, es la tarea de un pueblo, Uds. forman parte integral de este pueblo y forman la parte más avanzada por sus años, por su ímpetu, por su pasión, que respeto y que inclusive estimulo en el sentido de la justicia social. Por lo tanto Uds. deben entender que los procesos revolucionarios sólo se alcanzan cuando participa el pueblo pero cuando participa organizado, disciplinado, concientizado. Cuando cada hombre, cada mujer, cada joven, entienda su propia tarea y comparte la responsabilidad de la tarea común.

 

El extremismo revolucionario

Por eso es que también quiero esta mañana, variando en gran parte la pauta de mi intervención, referirme al proceso que vive Chile y ubicarlo frente a la realidad, como respuesta respetuosa pero como respuesta, a las palabras del Compañero Presidente de la Federación de Estudiantes.

Mi respuesta que es necesaria darla no sólo por venir de un joven honrado en sus planteamientos, aunque equivocado, a mi juicio en gran parte de ella, sino porque me interesa calificar y calificar muy claramente cuál es la actitud. Yo no quiero que nadie preste apoyo a este gobierno, si no comparte la realidad de la táctica y el camino que nos hemos fijado.

Y debo anticiparles que no me inquietan, ni los silbidos ni los aplausos. Tengo demasiados años en la lucha social para sentirme intranquilo frente a la recepción parcial que puedan tener mis palabras. Y si acaso los jóvenes que expresan aparentemente un repudio, quieren que discutamos en el terreno teórico, yo les digo que vengo preparado para ello, y tengo nada menos que aquí algunas citas de Lenin que le pueden refrescar la memoria a algunos.

Empezaré por la más cruda y no silben porque van a silbar a Lenin, a mí no. Dice: “El extremismo revolucionario es traición al socialismo…” Silben a Lenin, no a mí… Compañeros: yo les pedí que me oyeran como yo oí… Cualquier otro Presidente no habría oído lo que afirmaba el Compañero Presidente de la Federación de Estudiantes. Yo lo he escuchado, e inclusive me he parado y lo he saludado, y me estoy refiriendo con respeto a sus palabras.

Pero advierto que las mías deben ser recibidas con el mismo respeto.

Lenin por ejemplo, dice: “El triunfo es seguro y tenemos nueve posibilidades sobre diez de obtenerlo, sin derramamiento de sangre”. Y agrega, que “dependerá de la reacción de los sectores heridos en sus intereses, para que se desate la violencia”. ¿Qué etapa está viviendo Chile, compañeros jóvenes y asistentes a este acto? Está viviendo una etapa a la cual hemos llegado no por un hecho casual. La victoria alcanzada en septiembre y reafirmada en abril, señalan un proceso de maduración política, que comienza hace muchos años. La mayoría de ustedes no había nacido, me refiero a los estudiantes cuando ya las grandes batallas de estudiantes y trabajadores se daban en Chile, para hacer posible conquistas políticas que nosotros debemos preservar. Si hay un hecho que es conveniente no olvidar, es que la teoría marxista de la historia nos enseña, que es indispensable superar, progresiva y efectivamente cada etapa, y que hay que dejar que perduren los aspectos positivos de una sociedad para aprovecharla en el proceso de creación de la otra sociedad. En el caso concreto de Chile, nosotros queremos transformar las conquistas políticas en conquistas sociales. Y ello se alcanzará cuando el hombre haya terminado su alienación, cuando deje el hombre de ser una mercancía en el trabajo, y cuando la explotación del hombre por el hombre cese.

Y este proceso, que es duro y largo, es un proceso difícil que implica además, y esto ha ocurrido en todas las revoluciones, que hay una fuerza esencial que Uds. conocen muy bien, y vital, que es el proletariado, pero al mismo tiempo coadyuva, y muy fuertemente, el campesino, pero ha estado presente y debe estar en los procesos revolucionarios, los sectores de la pequeña burguesía, que son también una clase que sin saberlo, es una clase explotada en el régimen capitalista, es una clase subyugada por el imperialismo. De allí entonces que las batallas de los pueblos como el nuestro, que la lucha de los países dependientes, sea muy distinta y muy diferente a la batalla que da el proletariado en los países del capitalismo industrial. Sin embargo, y a pesar de los teóricos, los hechos históricos señalan que estos teóricos se equivocaron, y no pocas veces. La Revolución de Octubre se esperaba en los países industrializados, y se hizo en Rusia zarista. Nadie se imaginaba un proceso como el de Cuba, en un país a 45 millas del país esencialmente más poderoso del capitalismo. Y nadie pensaba que pudiera el camino descrito por los teóricos del marxismo, de alcanzar el Gobierno para conquistar el poder por las urnas, que esto pudiera realizarse en un país dependiente como Chile. Era más posible que esto ocurriera en países del capitalismo industrial, en donde hay poderosos partidos marxistas como ocurre por ejemplo en Italia y Francia. Sin embargo, la realidad histórica nos demuestra que aquí y en nuestro país, hemos utilizado un camino que nuestra realidad ha permitido que se emplee; y este camino ha sido la lucha dentro del sufragio. Muchas veces, y lo puedo decir, estuve sólo defendiendo esta posibilidad, en mi propio partido. Los hechos han demostrado que tenía razón, la conquista del gobierno por las fuerzas populares es un hecho, compañeros jóvenes de la Universidad de Concepción, que ha sacudido y muy fuertemente a este país, que ha sacudido y muy fuertemente la conciencia de muchos pueblos de éste y de otros continentes. Hay una minoría que implacable, internacional y nacionalmente, buscará todos los cauces, legales o ilegales, que le permitan obstaculizar la consolidación de la victoria popular. Pero hay también millones de seres humanos, que miran la experiencia chilena con apasionado interés. Lo miran fundamentalmente después de los hechos ocurridos en este continente, en donde muchos pensaron, que la única posibilidad era

el “foquismo”, el brazo armado, la insurgencia y el ejército popular.

Yo siempre sostuve, y lo sostengo, que la lucha revolucionaria puede, de acuerdo con la realidad de los países, hacer viable el foquismo, el brazo armado, el ejército popular, la insurgencia, pero también el cauce electoral lo prueban los hechos que ha vivido Chile, pero estos hechos, repito, no son producto de una casualidad, no es porque se dividiera antojadizamente la Democracia Cristiana y la derecha que triunfó la Unidad Popular.

Las causas, sociológicamente hablando, son mucho más profundas y hay que encontrar, en la realidad y en la composición de sus partidos, la fuerza contrapuesta que los llevó en el instante a no entenderse electoralmente, porque no podemos negar que dentro de la propia Democracia Cristiana hay sectores populares juveniles que tienen una conciencia honesta y que también creen en la necesidad de los cambios.

Por ello fue posible nuestra victoria y cuando yo estuve aquí con la honestidad con que siempre he hablado, les dije en la época en que era candidato que el triunfo era difícil pero no imposible, pero que era mucho más difícil la etapa que mediaría entre el 4 de Septiembre y el 3 de Noviembre. Jóvenes estudiantes, mediten ustedes en esta etapa, piensen lo que ocurrió, dense cuenta qué caminos utilizó la reacción y no olviden jamás que se consolidó la victoria popular con el sacrificio nada menos que del Jefe del Ejército de Chile, General René Schneider Chereau, asesinado vilmente por la reacción chilena.

Eso abrió los ojos a muchos hombres que visten uniforme y eso abrió los ojos a mucha gente que viviendo la vida civil nunca entendieron que para algunas personas la Democracia es una palabra que la usan cuando favorece sus intereses y que reniegan de ella cuando el pueblo, usando ese camino, alcanza la victoria. No olvidemos jamás esta experiencia vivida, como no olviden lo que yo les dije, que acaso fue difícil llegar del 4 de septiembre al 3 de noviembre, y reconocemos hidalgamente que la Democracia Cristiana votó por nosotros en el Congreso, sin que comprometiéramos nosotros nuestro programa, más difícil, más duro, implacablemente más difícil y más duro tendrá que ser este período de la construcción del camino hacia el socialismo.

Cuántos años, cuántas horas de lucha, cuánta sangre derramada, sobre cuántos cadáveres se edificó la revolución liberal, la revolución democrática burguesa, la Revolución Francesa, la de las frases bellas de igualdad, libertad y fraternidad. Cuánta sangre y cuánta lucha y cuánta batalla para la Revolución Rusa, para que fuera posible el nacimiento de la Unión Soviética.

Cuántos años lleva un país, que es medio mundo, como China Popular, y sin embargo compañeros jóvenes, por qué no se preguntan ustedes, que la realidad es más fuerte que la teoría, ¿cómo un país de 900 millones de habitantes tiene que aceptar Hong Kong; tiene que aceptar Shanghái, por qué acepta que esté presente Formosa y Chiang Kai Chek? Porque la correlación de fuerzas políticas le obliga a aceptar esa realidad. ¿Quién de ustedes me va a discutir a mí, sobre el contenido revolucionario de Cuba? ¿Y quién de ustedes se atrevería a pedirle a Fidel Castro que mañana tomara la bahía de Guantánamo, que está en poder de los americanos? Si lo hiciera, la revolución sufriría su más grande derrota.

Luego, la realidad, los porfiados hechos de que habla tanto Lenin, jóvenes, son más fuertes que los deseos de la gente. ¿Cuándo comenzó en Cuba socialista de hoy la Revolución Agraria?

¿Comenzó compañeros jóvenes, el año 59? ¿Comenzó el 60? ¿Comenzó el 61? ¿Comenzó el 62? ¡No! Comenzó la Reforma Agraria el año 65, es decir, cinco años después de la revolución.

¿Qué significó la política agraria de Lenin? ¿Tendré que recordárselo a ustedes que han leído tan bien como yo? ¿No tuvo que cambiar su política agraria? ¿No tuvo que retroceder? ¿Acaso no es cierta la frase que afirmara tantas veces “un paso atrás para dar dos pasos adelante”?

¿Me van a negar ustedes, que son doctrinarios, que hay países socialistas en que el sesenta por ciento de la tierra está en manos privadas como ocurre en Yugoslavia, Polonia y en Rumania? Y son países socialistas compañeros.

Frente a cada realidad, frente a cada realidad, está la responsabilidad para actuar objetivamente de los dirigentes políticos. Y yo asumo la mía, ante el pueblo, porque no tengo pretensiones de decir que la asumo ante la historia. Yo me comprometí ante mi conciencia y ante Chile entero, a ser candidato de una Unidad Popular integrada por partidos marxistas y no marxistas; una Unidad Popular afianzada en un programa, que no es, como dijera tantas veces frente a ustedes, ni un programa socialista ni un programa comunista. Es un programa en que se vació la inquietud de radicales, comunistas, socialistas, mapucistas, social demócratas y apistas. Este programa es el que tengo que cumplir y yo, fundador del Partido Socialista, no soy el Presidente Socialista, soy el Presidente de la Unidad Popular.

Jamás he negado lo necesario, lo indispensable que es la participación activa de otras fuerzas revolucionarias que no están en la Unidad Popular. Pero jamás he aceptado ni aceptaré que la conducción política de la Unidad Popular y del Gobierno la llevan otras fuerzas.

Ser dirigente y ser gobernante implica responsabilidad y esa responsabilidad no me las va a enseñar nadie a mí. Así como cumpliré implacablemente el Programa que el pueblo aprobó el 4 de septiembre y reafirmó el 4 de abril, así también no me voy a separar de lo que aquí dije, y por eso es que tienen que entender los estudiantes de la Universidad de Concepción, que tenemos etapas que recorrer y una de ellas, fundamentalmente, es la lucha en que estamos empeñados.

Piensen compañeros jóvenes en qué condiciones recibimos este país. Atemorizado, sometido a

presiones externas o internas, con gente que huyó de nuestra Patria, con dineros y capitales que se han ido de las fronteras de Chile, con un comercio brutal en el dólar para perjudicar la economía nacional, con industrias paralizadas, con resistencia en los sectores patronales, con falta de cohesión en las propias fuerzas populares. Recibimos este país en esa situación, y hemos caminado unos pocos meses y, sin embargo, y a pesar de todas las dificultades, hemos sido implacables en cumplir el compromiso contraído ante nuestra propia conciencia.

En este país no hay un solo preso político. ¿Cuántos son los países que pueden decirlo? En este país no hay nadie que pueda decir que no hay libertad de reunión, de asociación, de prensa y de radio. En este país la libertad, en ese aspecto, ha llegado a ser una licencia para atacar implacablemente. No nos inquieta. Tenemos confianza en el pueblo y en su nivel político, que sabe de los ataques que aviesamente defienden bastardos intereses.

 

Libertades políticas

Por eso estamos aquí, con tranquilidad de conciencia, porque estamos haciendo un proceso revolucionario sin costo social; ¡ni un preso! Lo repito con profunda satisfacción. No hay un adversario político nuestro, perseguido, lo que no ocurre en ningún país del mundo, ¡en ningún país del mundo! No digo un muerto porque jamás se me pasaría por la mente utilizar la represión. Hemos hablado que el escudo de la Patria dice: “Por la razón o la fuerza”. Pero primero por la fuerza de la razón, terminado este camino de persuasión y de diálogo, utilizaremos la fuerza de la fuerza. Pero no llegaremos a él, si tenemos la convicción profunda e íntima de que el pueblo unido es invencible, que el pueblo unido es capaz de derrotar, sin necesidad de usar la fuerza, a sus adversarios, lo cual no implica que no entendemos nosotros lo que la historia nos enseña: que aquellos que son heridos en sus intereses se defienden.

Por eso también, sin reticencia, he dicho: serán respetados los derechos de nuestros adversarios políticos, mientras ellos se expresen por los cauces legales; si ellos rompen la ley, que en este caso, óiganlo bien, y puede que a algún revolucionario le parezca mal, el título legal que tengo es la mejor defensa frente a un mundo que quisiera, desde el punto de vista de un sector pequeño, vernos aplastado. Este título de legalidad alcanzado en las urnas, amarra las manos a los que utilizaron la fuerza para invadir países, cuando golpes insurgentes revolucionarios alcanzaron transitoriamente el Gobierno. Nosotros respetaremos los derechos porque son legítimos, porque el pueblo conquistó sus derechos políticos, para que los ejerza la oposición. Pero si se rompe el dique de los cauces legales y si otra gente utiliza la contrarrevolución, y quiere usar la violencia reaccionaria, lo he dicho como candidato y lo he dicho como Presidente, utilizaremos la fuerza de la ley y si no hay tiempo para aplicarla, a la violencia reaccionaria opondremos la violencia revolucionaria.

Pero eso implica tener conciencia cabal de la etapa que está viviendo Chile. Y por ello que he señalado en el Congreso Nacional, que el camino que sigue Chile es una vía distinta, diferente a la que se da en otros pueblos, y que puede servir, no porque exportemos Unidad Popular, puede servir para que otros pueblos entiendan que en la unidad, en la unidad está la gran fuerza. En la unidad, que hoy día rompe barreras que antes se creyó infranqueables. ¿No hemos visto nosotros discutir? ¿Y que satisfactorio es poder contemplar el alto nivel en que esa discusión se ha hecho, discutir inclusive a sacerdotes de la Iglesia Católica entre ellos, sobre la posibilidad de entendimiento de los católicos o cristianos con los marxistas? ¿En que otro país sucede esto, en que otra parte acontece? ¿No hemos visto acaso con satisfacción cómo hasta ahora -y no ocurrirá jamás porque la Unidad Popular lo ha demostrado en su vida y cada uno de los partidos en toda su existencia y yo también- que vayamos a atentar contra el derecho legítimo de cada hombre y cada mujer de Chile, de tener la creencia que más se avenga a su venero íntimo?

 

Tiempos nuevos

Por eso también son tiempos nuevos que sacuden al pueblo y a Chile entero y por eso también hay que destacar que el Primero de Mayo no sólo estuvieron presentes los Ministros y el Presidente de la República, hecho excepcional en nuestra historia, sino que estuvieron los Embajadores de los distintos países con los cuales tenernos relaciones, representantes de las Fuerzas Armadas a través de sus Edecanes de la Presidencia, y estuvo también el Cardenal Arzobispo de Santiago, quien dijera que lo que más podía dolerle a él y a la Iglesia es que siendo Jesús el hijo del Carpintero se creyera que la Iglesia no estaba al lado de los humildes.

Son hechos distintos compañeros. Si hay algo que tiene de contenido y de valor el marxismo es que es dinámico, es que es un proceso de ebullición que comprende que en cada etapa de la historia, indiscutiblemente, hay hechos nuevos y sobre esos nuevos hay que operar. Aquellos que repiten y repiten consignas, aquellos que viven con el barco cerrado de lemas que a veces aprendieron sin haber leído bien, no tienen a mi juicio la tranquilidad suficiente para comprender que cada país y cada pueblo, cada etapa de su historia debe recorrerla de acuerdo con su propia realidad. La lucha a que estamos enfrentados es una lucha de Chile, pero más que nuestra le pertenece a otros pueblos, como es de nuestra la lucha de Vietnam, como es nuestra la lucha de Cuba, como es nuestra la lucha de los pueblos oprimidos del mundo por conquistar su independencia. Allá ellos con su propia realidad, aquí nosotros expresando solidariamente nuestro anhelo de su victoria, así como ellos miran nuestra lucha emancipadora con respeto y algunos de ellos con admiración.

¿No ven ustedes como ya se ha proyectado en Uruguay la posibilidad del Frente Amplio? ¿No ven ustedes cómo en Argentina se ha convocado a la conversación o al encuentro de los argentinos? ¿Hemos nosotros ido a lanzar a Uruguay o Argentina la semilla de Unidad Popular? No compañeros. Las fronteras no atajan las ideas; los límites materiales no pueden detener las experiencias de los pueblos y si acaso a esta experiencia nuestra siguen otros pueblos para que haya una auténtica democracia, en buena hora, si acaso nosotros podemos influir para que haya cambios y transformaciones en el mundo sin costo social; si acaso podemos salvar vidas y detener el derrame innecesario de sangre, tanto mejor. Y yo lo digo con pasión de chileno, con responsabilidad de gobernante, lo que estamos haciendo aquí en Chile, jóvenes de Concepción, representa un aporte al proceso revolucionario y no lo podemos malgastar precipitándonos o retardándonos.

 

Avances sin vacilaciones

Pero aquí, hay un gobierno, aquí hay alguien que tiene que asumir la responsabilidad y esa responsabilidad la asumo yo, frente al pueblo de Chile, para fijar el ritmo y el avance que debe tener nuestra acción. Estamos satisfechos de haber enfrentado sin vacilaciones, primero que nada, la reconquista de las riquezas básicas. Comete un error el compañero Gutiérrez cuando asevera que el Congreso no ha apoyado el proyecto de Reforma Constitucional para recuperar el cobre. Ello nos permitirá, y sólo falta la aprobación del Congreso Pleno, rescatar para Chile esa riqueza fundamental, y lo he dicho claramente frente al Congreso Nacional, vale decir en el acto más solemne en que puede hablar un Presidente: “Pagaremos si es justo hacerlo, y no pagaremos si no es justo hacerlo, por el cobre”. Pero no partimos con la premisa intencionada de no pagar.

Planteamos, dentro de las concepciones más aceradas del marxismo, la indemnización contemplada y repetidamente establecida, como está establecida en los teóricos también, y Marx lo dice, la adquisición de parte de acciones en poder del capital para avanzar hacia la creación de un área económica del Estado, como etapa inicial hacia el socialismo.

Nosotros hemos usado ese camino y este camino, ¡que ha significado en estos instantes, jóvenes de Concepción! Hemos acentuado en otro aspecto la Reforma Agraria, y aquí voy a detenerme unos minutos pidiendo excusas a los asistentes a este acto por lo avanzado de la hora, pero tengo que hacerlo por la responsabilidad que entraña el ser Presidente de la República. Nosotros, en cinco meses y medio de Gobierno, hemos expropiado 570 predios, un millón 400 mil hectáreas. Nunca hubo un país que en un día expropió, como expropiamos nosotros, 526 mil hectáreas pertenecientes a la Compañía Explotadora de Tierra del Fuego, en la provincia de Magallanes. Hemos dicho que vamos a expropiar, en el mes de junio, los 430 fundos que faltan para enterar los mil que nos comprometimos con Chile. Y además tenemos que asignar la tierra del 50 por ciento de los fundos expropiados por el Gobierno anterior.

Tenemos entonces una dura tarea. Pero compañeros jóvenes, la Reforma Agraria es parte integrante de un proceso de desarrollo económico, es parte integrante y fundamental de él, y no basta tomarse la tierra. La tierra hay que abonarla, trabajarla, hacerla producir, y para ello hay que elevar el nivel de los trabajadores del agro. Y para ello creamos los Consejos Nacionales Campesinos, los Consejos Provinciales, Regionales y Locales. Los campesinos participan en el estudio y la programación de los planes con que actúa la CORA. Discuten con nuestros funcionarios, y se fijan la lista de los predios que hay que expropiar.

Sabemos perfectamente bien que hay más predios que expropiar, pero no podemos hacerlo de inmediato. Porque no tenemos ni los recursos económicos, ni los recursos técnicos, ni la posibilidad de hacer producir esos predios, dentro de la realidad que confrontamos hoy día, tomando en cuenta que vamos a expropiar 1000 predios, más los que expropiara el Gobierno anterior, la tierra reformada, por así decirlo, sólo es capaz de producir el 30% de las necesidades alimentarias de Chile. El 70% está en manos de los privados. ¿Podemos desatar una guerra implacable contra esos privados cuando ha destacado inclusive que después de años y años hay países socialistas en donde existe la pequeña propiedad privada regulada por la política general, pero propiedad privada al fin?

Nosotros necesitamos que el 70 por ciento de privados entienda que debe trabajar la tierra este año, como antes, aunque tenga menos extensión de tierra, nos interesa que esa tierra produzca, ¿por qué, compañeros jóvenes de Concepción? Porque estamos enfrentados a una realidad muy clara y muy dura: Chile nunca ha podido autoabastecerse. Importamos todos los años 180 millones de dólares en carne, trigo, grasa, mantequilla y aceite. Aunque duplicáramos y triplicáramos la producción en la tierra reformada, si no contamos con la producción particular, el próximo año no tendríamos que importar 180 millones de dólares, sino 200, 300 o 400 millones de dólares en alimentos. ¿Y dónde los vamos a comprar? No están disponibles en el mercado, y el mercado capitalista, después que tomemos algunas medidas muy duras frente al capital foráneo se nos va a cerrar en ese o en otros aspectos en algunas partes del mundo, y los países socialistas tienen una política planificada que impide que, de la noche a la mañana, puedan decir aquí están los millones de toneladas de trigo o quintales de trigo que necesita Chile. Por lo tanto compañeros, hay que entender que el proceso fundamental de la tierra es hacer la Reforma Agraria a través también de un proceso consciente, de elevar el nivel político del campesino y su capacidad técnica, para incorporarlo como ciudadano con plenitud de derechos a una gran tarea colectiva. No basta que el campesino mire su tierra, su hacienda, ni aun la frontera de la Patria. El campesino debe entender que el trabajador del salitre está trabajando para él, y él está trabajando para el trabajador del cobre y del salitre. Y ¡caramba que es difícil compañeros! hacer entender a algunos de esos sectores obreros la responsabilidad que tienen en el campo de la producción. Yo les digo a ustedes por ejemplo, no hemos aumentado la producción del cobre.

Yo les digo a Uds., por ejemplo, que es ejemplar la actitud tenida por algunos trabajadores en otros campos, no hay una respuesta similar y todavía el ausentismo está marcando un 35 o 40%, en algunas empresas fundamentales de Chile, especialmente los días lunes y martes. El proceso revolucionario entonces compañeros, debe llevarnos a entender a nosotros que no es fácil tomar un aspecto de la producción o del desarrollo sin contemplar la repercusión que tienen otros. Si el proceso chileno de la Reforma Agraria no se hiciera, si aumentara la producción en la forma magra que lo ha hecho hasta ahora, si acaso aumentara la población chilena en el aumento vegetativo anual que alcanza a un 2.6, mientras la producción alcanza un 2.8, el año 2000 Chile, como lo he dicho muchas veces, tendría que importar mil millones de dólares, ¡Mil millones de dólares! y todo el comercio de exportación de Chile alcanza a 1.050 millones de dólares. Es decir compañeros, tendríamos un hambre brutal, que azotaría no sólo a los sectores campesinos o del proletariado, sino a vastos sectores de la clase media.

Piensen Uds. que un Ministro de Agricultura de Estados Unidos señaló la década del 70 al 80 como la década del hambre en América Latina. La década del hambre en América Latina cuando aquí, en este continente, más del 63 por ciento de la gente se alimenta mal. Por eso nosotros no hemos dejado de desconocer, compañero Gutiérrez, lo justo que hay en el ansia de los trabajadores agrícolas por tener la tierra, pero las tomas indiscriminadas de tierras, las tomas de predios agrícolas por debajo de la calidad legal, la toma de predios que ni siquiera la CORA los puede tomar porque son improductivos, no contribuyen a acentuar el proceso revolucionario, sino que contribuyen, compañeros, a obstaculizar la posibilidad planificadora que tienen en sus manos los dirigentes de un gobierno popular que tiene como columna vertebral a los campesinos organizados en el Congreso Nacional Campesino.

 

Voluntarismo y proceso revolucionario

De la misma manera las tomas indiscriminadas de determinadas industrias, no contribuyen al proceso revolucionario. Ejemplos: ¿qué ganaron los trabajadores de FENSA? ¿Qué ganaron los trabajadores de FENSA con tomarse una industria que nosotros vamos a expropiar para que formara parte del complejo del acero? ¿Qué ganaron? Absolutamente nada. Crearon una imagen errada que nacional e internacionalmente será explotada. Y ASIMET, una organización patronal que venía llegando de Cuba, que ha firmado un contrato con los cubanos cercano a los 300 mil dólares como etapa inicial de exportación de la línea blanca, han tenido que recurrir a publicaciones que nos dañan compañeros. Han dicho vamos a recurrir al Presidente de la República, al Presidente de la Corte Suprema, al Presidente del Senado, al Presidente de la Cámara, creando, compañeros, confusión. Aquí hay un solo responsable, era por el ejercicio democrático del país: el poder ejecutivo. Yo respeto al parlamento y respeto al Poder Judicial, pero aquí hay un solo responsable que es el Poder Ejecutivo, por mandato de la Constitución Política del Estado.

Podrá el Parlamento juzgarme si lo estima conveniente, eso es otra cosa. Pero yo soy el responsable. Por eso es que he criticado esas tomas.

Estuve en Linares. Me recibieron ahí con el anuncio que habían tomado los muchachos alumnos de la Escuela Agrícola de Linares un predio agrícola de una familia que ha regalado muchas cosas a la ciudad de Linares. Tierras, casas, escuelas, lo cual no significa que si su predio tiene más que la cabida y está mal trabajado, le aplicaremos las leyes de la Reforma Agraria. Pero ¿por qué se lo tomaron los estudiantes? Se los tomaron porque quisieron tomárselos. Tienen su Escuela, les faltan pabellones, pero es justo imaginarse que una casa de una propiedad agrícola particular es más chica que una escuela, por mala que esté, y tienen tantas hectáreas en su predio, como hectáreas tenía el predio que se tomaron.

Le hablé no directamente a los estudiantes. Le hablé por radio a Linares y critiqué esta actitud.

Los estudiantes abandonaron el predio. No pude ir a felicitarlos o a conversar con ellos, no para felicitarlos sino para decirles lo bien que lo habían hecho en el sentido de entender. Y cual fue la respuesta de los patrones de esa casa: la regalaron para una escuela pública.

Compañeros, ¿qué ganaron los estudiantes? Nada. Se desprestigiaron pasando por sobre sus maestros, por sobre las autoridades y por sobre los compañeros de la Unidad Popular que fueron a hablar con ellos y qué no quisieron hacer caso. Podría citar dos o tres hechos que demuestran el sacrificio inútil, no de responsabilidad del gobierno, de algunas vidas. De algunas vidas, compañeros, estudiantes, innecesariamente segadas.

Por eso no estamos con las tomas indiscriminadas, y además compañeros, quién no les dice, que detrás de algunas tomas, está la mano intencionada de los que quieren crear dificultades.

Junto a la convicción, justa o no, de algunos que legítimamente son y se llaman revolucionarios, puede ajustar el criterio de la reacción, de crear la conciencia internacional y nacional, de que el estado de derecho ha sido superado y sobrepasado en Chile. ¿Es que la historia no les dice nada compañeros? ¿Es que los provocadores no existen? ¿Es que el incendio del Tercer Reich no les enseña nada compañeros? Piensen, lean, la historia es fuente fecunda de experiencia. Por eso y finalmente, agradeciendo la deferencia excesiva de Uds. y pidiendo excusas, estamos nosotros configurando frente a la realidad chilena, la Revolución Chilena. Revolución Chilena que aprovechará la experiencia, que venga de donde venga, que no tiene fronteras, en lo técnico y científico, que defiende Chile en lo económico, en lo cultural que anhelamos un país independiente en lo económico y soberano en lo político. Que actuamos con respeto en lo internacional, a la autodeterminación y la soberanía de los países.

Que somos solidarios con los sectores revolucionarios de todas partes del mundo. Pero que queremos hacer el camino y la construcción socialista, de acuerdo con nuestra propia realidad y nuestro propio esfuerzo. Diciéndole al pueblo que construir el socialismo es dura y pesada tarea, que tiene que vencer enemigos internos y externos, y que sólo se logra sobre la base de una unidad granítica, y de una concepción unitaria de la táctica a seguir.

Vengo a esta Universidad a remozarme con la entrega generosa de la lealtad de los jóvenes, con los cuales puedo discrepar, pero sé que estarán junto a mí en la gran barricada para defender al Chile Nuevo que juntos vamos a construir.