Salvador Allende

Discurso en el XXIII Congreso General Ordinario del Partido Socialista de Chile de La Serena 


Pronunciado: El 28 de enero de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Compañeras y muy estimados compañeros de la provincia de Coquimbo y de la ciudad de La Serena; compañeros dirigentes nacionales, provinciales y seccionales del Partido Socialista; compañeros delegados al XXIII Congreso de nuestra colectividad; compañero senador, Secretario General del Partido, Aniceto Rodríguez; compañeros funcionarios del Gobierno Popular; estimados compañeros parlamentarios del pueblo y de los partidos que integran la Unidad Popular; ciudadanas y ciudadanos.

He llegado a esta provincia y a esta ciudad, que tengo en mi corazón, para participar, como es mi deber, en un torneo partidario. No puede ni podré jamás olvidar que todo lo que he sido y soy se lo debo al Partido Socialista y a la Unidad Popular. Por eso he venido para hablar esta mañana en mi condición de militante socialista. Ahora voy a hacerlo frente a ustedes, como es mi obligación y mi derecho, en calidad de Compañero Presidente de Chile.

Pero antes deseo saludar en nombre de todos los socialistas, en nombre de la Unidad Popular, en nombre del pueblo y del Gobierno de Chile, a las delegaciones fraternales que han llegado desde otros continentes y desde el nuestro a dar con su presencia mayor prestancia y significación al torneo partidario que hoy se inicia. Saludo a los representantes del Movimiento Independentista de Puerto Rico, a los representantes de los partidos y movimientos populares de la Unión Soviética, de la República Popular de Corea, a los representantes de Yugoslavia, de la Unión Socialista Árabe, del Movimiento Al Fatah y del Movimiento del Frente Popular de Liberación de Palestina, y expreso nuestro sentimiento de amistad por las delegaciones que vienen de Latinoamérica y que representan a movimientos populares del Perú, de Uruguay y del primer territorio libre de la América Latina: de Cuba.

El fervor, el afecto y el cariño demostrados por ustedes a los representantes de partidos y movimientos populares interpretan el sentimiento de los socialistas, de los integrantes de la Unidad Popular, del pueblo y del Gobierno de Chile.

 

Significación histórica del triunfo popular

Es conveniente que cada hombre, cada mujer y cada joven de la Unidad Popular comprenda la significación y la importancia que tiene nuestra lucha victoriosa para conquistar desde el Gobierno el poder. Todos juntos abriremos el camino al Socialismo. Por eso es indispensable que cada trabajador de Chile, cada compañera nuestra, cada joven de nuestra Patria, mire la significación histórica de la victoria popular alcanzada en los comicios de septiembre, el año pasado en Chile, y den todos un combate sin armisticio contra la reacción y las influencias foráneas que consideramos indeseables.

La Unidad Popular, herramienta de liberación de la Patria, nace como una necesidad frente al fracaso del reformismo de la Democracia Cristiana. Es indispensable que se entienda que es en la unidad donde se afianza la victoria y que esta unidad implica responsabilidad similar para todos los partidos y movimientos que integran la Unidad Popular. Según persistente propaganda de los sectores reaccionarios -nacionales e internacionales-, en Chile habría fuerzas o partidos, mejor dicho, que hay un partido que manda en la Unidad Popular. Yo declaro con absoluta claridad al pueblo de Chile, desde esta tribuna, al pueblo de Coquimbo y La Serena, que en el movimiento popular no existen hegemonías de ningún partido. Todos los partidos tienen igual responsabilidad y la responsabilidad superior descansa en el Presidente de Chile, el compañero de ustedes.

Dije reiteradamente, a lo largo de mi vida política, que no era ni caudillo ni un hombre providencial. Yo sostuve, también, que tenía el sentido de la responsabilidad y dignidad de los cargos que el pueblo me ha entregado, y ahora quiero recalcar que esta responsabilidad la siento plenamente, porque represento el centro del poder del Gobierno y de las instituciones fundamentales de nuestra Patria.

Quiero, compañeros, y también lo sostuve muchas veces en los actos públicos, que era indispensable que cada cual comprendiera su tarea. Ahora repito: pido de ustedes, exijo de ustedes, la atención necesaria. No quiero hacer un discurso de agitación, sino entregar antecedentes que fortalezcan el nivel político que debe tener un pueblo consciente de su gran tarea histórica. El triunfo de pueblo de Chile posee una significación inmensa, trascendente dentro de los marcos y de las fronteras de Chile. Y trascendente más allá de las fronteras de la Patria. Porque eso significa la presencia de ustedes, del pueblo todo, en el ejercicio pleno del Gobierno de hoy, en la conquista del poder que nos encamine hacia el Socialismo. Más allá de nuestras fronteras se nos mira de dos maneras distintas: con recelo y con inquina por un sector minoritario, que teme la presencia del pueblo en el Gobierno de nuestra Patria; pero también se nos mira con afecto fraternal y combativo por millones de hombres, mujeres y jóvenes en el mundo, que ven en la experiencia nuestra la tentativa consciente de un pueblo que abre un poderoso cauce de transformaciones a través de la vía eleccionaria. Dentro de la democracia burguesa vamos a encontrar los resortes que nos permitan realizar los cambios fundamentales que modifiquen a fondo la vida política, económica y social de nuestro pueblo.

 

El ejercicio irrestricto de nuestra soberanía

La experiencia chilena tiene un valor muy significativo. Por eso siempre dije también que cada pueblo posee su peculiar realidad y que, frente a esa realidad, debemos aplicar una táctica que haga factible las victorias populares y la conquista del gobierno y de poder. Dijimos, y debemos recordarlo, que en materia internacional el Gobierno de ustedes, el Gobierno del Pueblo, declaraba su irrestricto respeto a la autodeterminación de los países y a la no intervención; a la solidaridad, a la lucha por la paz y al diálogo constructivo con todos los pueblos del mundo, al margen del gobierno o régimen político que los rija. Por ello, quiero destacar que, en cumplimiento de estas ideas centrales, nos asistía el legítimo derecho de ejercer nuestra plena soberanía, manteniendo relaciones diplomáticas y comerciales con todos los países con los cuales las hemos tenido antes, y que además, de acuerdo con nuestro criterio, estableceríamos relaciones con todos los países del mundo que el Gobierno del Pueblo estime conveniente y necesario.

Hemos ganado por los cauces legales. Hemos vencido a través del camino establecido por el juego de las leyes de la democracia burguesa, y dentro de estos cauces vamos a hacer las grandes y profundas transformaciones que Chile reclama y necesita. Dentro de la propia Constitución modificaremos esa Constitución, para dar paso a la Constitución Popular, que expresa auténticamente la presencia del pueblo en la conquista y ejercicio del poder.

Hemos seguido estrictamente los caminos que establecen nuestra Constitución y nuestras leyes. Hemos obtenido democráticamente esta victoria, y hemos ejercido el mandato con el respeto más amplio y profundo a los derechos individuales y colectivos, a la expresión hablada o escrita. Y, como era lógico imaginarse, hemos mantenido y mantendremos el más irrestricto respeto a las ideas, a las corrientes filosóficas y a las distintas creencias religiosas.

 

La campaña internacional anti chilena

A pesar de esta actitud, que demuestra la madurez y la responsabilidad de un pueblo en la conquista de la victoria, hay una campaña implacable en contra nuestra, que se ha agudizado en el campo internacional. Se han reunido personeros de la Sociedad Interamericana de la Prensa, para decir que en Chile se pretende suprimir el derecho a informar, a criticar, a comentar los actos del Gobierno.

Yo les digo a los que integran la S.I.P. -Sociedad Interamericana de Prensa- que la Asociación Nacional de la Prensa Chilena ha reconocido la actitud limpia y democrática del Gobierno, y sostengo que carecen de estatura moral los que pretenden marcar a Chile en obedecimiento a designios de menguados mercaderes. Más aún: en dicha reunión participa un señor Edwards, que debería estar en Chile para responder de la actitud del Banco que a él fundamentalmente le pertenece, frente a los Tribunales de Justicia, por haber transgredido las leyes y los reglamentos que rigen las actividades bancarias de nuestro país.

Se ha hecho caudal de que nosotros, a través de un fallo arbitral, frente a una huelga de la Empresa Zig-Zag, pretendemos por caminos indirectos impedir la labor de esa empresa y, por lo tanto, dificultar el que siga publicando a las revistas que edita. Declaro que esa empresa, a no mediar la actitud nuestra, estaría en falencia económica. El interventor designado por el Gobierno, con autorización del Presidente que habla, gestionó en el Banco del Estado un crédito por 7 millones de escudos, primero, y por 3 millones después, para no que pudiera dicha empresa cumplir sus compromisos, para solucionar definitivamente su situación y mantener el derecho que le asiste de seguir haciendo las publicaciones o editar las que estime convenientes. No nos inquieta la crítica, pero sí interesa destruir esos malévolos infundios.

Debe el pueblo conocer la verdad, y esto que ha sucedido en la Empresa Zig-Zag también debemos esclarecerlo con relación a la empresa que edita el diario “El Mercurio” y otros periódicos o diarios, en Santiago y en provincias.

Es cierto que Impuestos Internos ha recogido los libros contables de “El Mercurio”, pero ¿por qué lo ha hecho?, porque el Bando Edwards es de propiedad fundamentalmente de la familia Edwards. Su principal accionista, el diario “El Mercurio”, hizo una maniobra financiera al margen de disposiciones legales de Chile, que el Banco avaló. Se hizo responsable de un crédito que bancos norteamericanos entregaron a una empresa armadora de automóviles, que tenía un capital de 2.500 millones de pesos, y recibió un crédito por 7 millones de dólares, haciéndose responsable el Banco, a espaldas del Banco Central, de avalar este crédito, que es el doble del capital del Banco Edwards. Cuando los bancos americanos reclamaron el no pago de la primera cuota de parte de la empresa y el no pago de parte del Banco Edwards, como tenía que hacerlo en su calidad de aval, intervino el Banco Central, y se constató que la operación que comento no estaba contabilizada en los libros del Banco Edwards ni había sido puesta en conocimiento del Banco Central. Ante la magnitud de lo acontecido, y defendiendo a los accionistas modestos y medianos del Banco, defendiendo el prestigio de Chile y defendiendo, inclusive, el dinero prestado por los bancos americanos, se intervino el Banco Edwards. Se ha estudiado su contabilidad y se ha comprobado una operación que ha hecho el diario “El Mercurio”, también avalado por el Banco Edwards, por un millón de dólares. En vista de la necesidad de ver si esta operación había cumplido con las exigencias legales y estaba contabilizada en el diario “El Mercurio”, Impuestos Internos retiró los libros.

Nada, absolutamente nada en contra del derecho a informar y criticar; nada en contra de la libertad de prensa sí, en cambio, averiguar de qué manera y cómo se cumplen o no se cumplen las leyes tributarias chilenas. Y puedo decir al pueblo de La Serena que la Tesorería General de la República me ha informado que el diario “El Mercurio” debe 5.400 millones de pesos a la Tesorería del Estado chileno. Mientras tanto, se ha movilizado a la opinión pública latinoamericana, eso que llaman la prensa libre, y que es una prensa destinada a defender subalternos intereses, para ir en ayuda moral de “El Mercurio”. El Gobierno lo único que hará es respetar la Ley. Lo que sí les parece extraño a ellos, y posiblemente a los sectores “mercuriales”, es que haya un Gobierno que respete y que haga respetar las leyes de Chile.

Yo creo que el pueblo debe comprender de qué manera se aprecia nuestra victoria. Tengo aquí la reproducción de un artículo de un periodista norteamericano publicado en el “New York Times” y reproducido en un diario brasileño. Este artículo se titula así: “El caso chileno preocupa a la NATO”, o sea, la Organización de Defensa de los Países Capitalistas de Europa.

En este artículo se comenta tergiversadamente una declaración del compañero Secretario General del Partido Comunista, Luis Corvalán, y se dice que a espaldas del “demócrata”, entre comillas, Allende, se va consolidando el poder del PC para dominar la vida de Chile y los chilenos. Bien se comprende que todo esto es falso. Se agrega que esta actitud y la de la Unidad Popular harán posible que en Europa -fundamentalmente en Italia- comunistas, socialistas y otras fuerzas populares sigan el camino de Chile y que, si ello acontece, estaría en peligro la correlación de fuerzas, la organización internacional y los vínculos y compromisos militares para defender Europa. En consecuencia, a la Unidad Popular chilena se le concede una proyección enorme en la política mundial, al señalar que lo que hemos hecho nosotros puede ser imitado en otros países y traer una repercusión, a escala internacional, de grandes magnitudes.

Nosotros sostenemos muy claramente que cada país tiene su propia realidad, y que frente a esa realidad -lo que he señalado ya- está la táctica que sus dirigentes deben aplicar para el logro de la victoria popular. Nosotros no exportamos Unidad Popular, pero si la Unidad Popular se produce en países latinoamericanos o de otros continentes, en buena hora, y ello será responsabilidad de esos pueblos y de sus dirigentes.

En el comentario del artículo a que he hecho referencia, estoy destacando dos aspectos que se confunden en una misma actitud frente a lo que es nuestra auténtica política.

 

La voz de Chile en la OEA

Dentro del campo internacional quiero hacer presente que la voz de Chile se ha manifestado con claridad, con firmeza, en la Organización de los Estados Americanos -OEA-, en la reunión de los Ministros de Relaciones Exteriores, para estudiar la ola de terrorismo que sacude a los países de este continente y del mundo.

Nuestro delegado, compañero socialista Luis Herrera, ha planteado el criterio del Gobierno Popular. Hemos dicho muy claramente que estamos en contra del terrorismo que se ejerce contra personeros y representantes de los países en el campo de la diplomacia, contra los que toman naves aéreas. Pero, al mismo tiempo, hemos señalado que la violencia se desata, fundamentalmente, en los países en vías de desarrollo, por el drama tremendo y doloroso de millones de seres humanos, jóvenes, niños, mujeres y hombres que no tienen otro destino que la miseria, el sufrimiento material y moral. Para el Gobierno de Chile y para su pueblo, se hace necesario erradicar el hambre y el sufrimiento de las masas para conquistar una vida mejor.

Así terminará la violencia, que es expresión consustancial del propio sistema capitalista. Por eso entre nosotros, esta tarde, queremos insistir en que el Programa de la Unidad Popular representa un compromiso y una obligación que tenemos inexorablemente que cumplir.

 

La política económica

Ya hemos destacado que la política económica del Gobierno Popular tiene como contenido y finalidad recuperar para el Área Social los centros del poder económico que están en manos del capital foráneo o de los monopolios nacionales.

Lo dijimos en la campaña, y se expresa en el Programa. Tenemos que crear un Área Social o estatal de la economía, y, por eso, nuestro primer proyecto de honda trascendencia es la Reforma Constitucional, que permitirá recuperar para Chile y los chilenos la riqueza fundamental del cobre, que debe y tendrá que ser nuestra. De la misma manera hemos estatizado el carbón, hemos adquirido las acciones de la Compañía de Acero del Pacífico, que estaban en manos de particulares nacionales y extranjeros, y la Compañía de Acero del Pacífico -CAP- será el centro vital de todo el proceso de producción e industrialización del hierro. Por eso, en estos instantes, esa Compañía, expresión del Estado chileno, está planteando la nacionalización de los minerales de las zonas de El Tofo y El Romeral, en poder del capital foráneo.

Hemos buscado dos caminos para estatizar los bancos y el crédito, dando opción a los accionistas para vender sus acciones y presentando, como lo haremos en pocos días, un proyecto al Congreso Nacional.

Hemos expropiado empresas textiles, como es el caso de Bellavista en Tomé, porque su propietario había paralizado un alto porcentaje del trabajo de ella, no cumplía sus compromisos financieros y hacía más de cuatro meses que adeudaba salarios al personal. De la misma manera, ayer he firmado un decreto para expropiar la Industria Lanera Austral, que proyecta su actividad en Tomé. Con estas industrias crearemos un complejo textil. Buscaremos entendimientos, de tal suerte que, si es necesario, se crearán empresas mixtas con las empresas que están laborando, respetando ciertamente las empresas privadas que, como es lógico, tendrán que producir en función de las necesidades esenciales del pueblo. Y ese complejo textil tendrá a su cargo la importancia necesaria para que puedan estas empresas marchar normalmente.

 

La Reforma Agraria y los campesinos

Como una manera de cumplir el Programa hemos activado la Reforma Agraria, que es una necesidad económica y social. Allá, en Magallanes, estaba todavía en pie uno de los más grandes latifundistas o estancias del mundo: la llamada Empresa Tierra del Fuego. Ahora y antes, Empresa Exportadora Tierra del Fuego. En un solo decreto expropiamos 528.000 hectáreas y no ha quedado absolutamente ninguna hectárea en poder de esa empresa. Vamos a crear ahí el complejo agrario-industrial que permita el aprovechamiento en general de la riqueza de la tierra y las posibilidades que emanan de la industria del petróleo, que tiene su más alta expresión en esa provincia. Pero, a propósito de la Reforma Agraria, quiero reiterar muy claramente lo que hemos dicho al país, es decir, cuál es nuestro pensamiento. Vamos a expropiar las tierras mal trabajadas, pero respetaremos la Ley y las propiedades de los medianos y pequeños agricultores. Vamos, y ya lo hemos dicho, a organizar a los campesinos para que tengan voz, pensamiento y opinión en todas las actividades relacionadas con el trabajo del agro chileno, y lo haremos públicamente.

En cuanto a la ocupación indebida de tierras y de propiedades que no están en conflicto, o que tienen una cabida inferior a la que establece la Ley, no creemos que puedan seguir aceptándose ese tipo de iniciativas, movidas a veces por la desesperación de aquellos que tienen hambre y han esperado tantos y tantos años. Otras veces por sectores que quieran provocar una anarquía en la producción agrícola y crear, como consecuencia de ello, serias dificultades en la alimentación del pueblo. He presentado al Congreso un proyecto de ley destinado a sancionar y penar esas ocupaciones indebidas. El pueblo y los campesinos, los trabajadores de la tierra, deben entender que éste es su Gobierno, que ellos forman parte del Gobierno y que es el Gobierno el que debe fijar dónde debe producirse más en profundidad y ampliamente, de acuerdo con los lineamientos de la Reforma Agraria.

 

Ocupaciones indebidas de viviendas

De la misma manera, en ese proyecto de ley sancionamos la ocupación indebida por parte de trabajadores de algunas poblaciones en construcción y de algunas viviendas construidas que pertenecen a otros obreros. No podemos aceptar el enfrentamiento de una misma clase, no podemos, impasiblemente, ver que gente obrera o empleados que se han sacrificado con la esperanza de tener una vivienda sean despojados de ella por otros trabajadores. Ningún hombre, ninguna mujer de la Unidad Popular puede prestarse para una actitud de esta naturaleza. Nosotros no queremos apelar a la fuerza; hemos acudido al razonamiento, a la comprensión de nuestros compañeros, y así esperamos que tengan, no diré paciencia eterna, pero sí la que es razonable, para que el Gobierno Popular pueda desarrollar planes de vivienda que están destinados a darle techo a la inmensa mayoría de los chilenos.

Yo quiero insistir en este aspecto porque, indiscutiblemente, trae, además de las repercusiones humanas que he señalado, la posibilidad de un enfrentamiento entre gente de una misma clase social, y dificultades de orden económico. Porque muchas de esas viviendas son construidas por empresas de la construcción que no continúan su trabajo, o no pueden recuperar lo que han invertido, y no están en condiciones de cobrar las cuotas correspondientes. Esto trae aparejada una mayor cesantía, hecho que nos preocupa profundamente.

El Gobierno Popular en el mes de diciembre logró que no subiera el costo de la vida, hecho que no se lograba en Chile desde hace muchos años, y posiblemente no se había alcanzado hace más de 50 o 60 años. Pero junto a ese hecho que demuestra nuestra preocupación por defender a los que viven de un sueldo y de un salario, tenemos que reconocer que la cesantía aumentó en el Gran Santiago en dos puntos, subiendo del 6 al 8 por ciento, como consecuencia de la paralización parcial del ramo de la construcción.

Los trabajadores, los militantes de la Unidad Popular, deben comprender estas cosas, y saber entonces cuál es su responsabilidad y el camino que deben seguir para no crear dificultades artificiales y producir serios y profundos antagonismos entre sectores que necesitan una vivienda.

 

El Convenio CUT-Gobierno

Quiero hacer presente, frente a ustedes, que todo el empeño y el empuje del Gobierno Popular ha estado destinado, además de crear esta área del capital social que estoy señalando, a redistribuir los ingresos, vale decir, a mejorar las condiciones de remuneraciones de los sectores más postergados. Por eso hicimos un convenio, que tiene una gran importancia -pues es la primera vez que se realiza-, entre el Gobierno Popular y la Central Única de Trabajadores.

Sobre la base de ese entendimiento, presentamos el Proyecto de Ley de Reajustes, en donde, fundamentalmente, se alzan en más del ciento por ciento del alza del costo de la vida los sueldos y salarios de los que tienen menos de dos sueldos vitales; así también se mejoran fundamentalmente las pensiones modestas de los compañeros imponentes de la Ley 10.383.

De igual modo se defiende la tranquilidad de las viudas y se aumenta en un ciento por ciento la asignación familiar de los campesinos y de los obreros de Chile.

Este proyecto no es un simple proyecto de reajuste. Muy bien han hecho los trabajadores en señalar que él forma parte de toda una política destinada a recuperar para Chile las riquezas de manos del capital foráneo; a realizar un amplia profunda Reforma Agraria; a controlar el comercio de importación y exportación y a estatizar la Banca. Nunca antes se había hecho igual, lo que señala no sólo la conciencia alcanzada por los trabajadores, sino la comprensión cabal que tienen de que forman parte de este Gobierno. Por lo tanto, los obreros, los campesinos, los empleados, los técnicos, los profesionales, los pequeños y medianos comerciantes o industriales, tienen que entender que ellos son el Gobierno de Chile, y que, por tanto, su actitud debe corresponder a la responsabilidad de los que tienen el poder.

Yo he criticado a aquellos sectores de obreros que quieren obtener por el hecho de trabajar en empresas importantes que pesan demasiado en la economía del país beneficios muy superiores a los obtenidos por el resto de los compañeros trabajadores. No es posible que ello suceda, porque ello implica poner trabas y dificultades al Gobierno en su deseo legítimo y decisivo de derrotar la inflación. Todo el empeño, todo el empuje, toda la orientación del Gobierno Popular están destinados a derrotar la inflación, a derrotar la cesantía. Sobre esos dos pilares camina el esfuerzo de un pueblo consciente y disciplinado. Y yo reclamo de ustedes la decisión y la voluntad de ser las avanzadas en la victoria popular contra estos dos grandes flagelos de la Patria: la inflación y la cesantía.

 

Algunas medidas básicas del Gobierno Popular

Quiero entonces señalar que el Gobierno Popular, junto con trazar una política muy clara sobre estas materias, ha estimado indispensable, además, cumplir con los puntos que expusiéramos al pueblo, cuando hablamos de las medidas inmediatas. Por eso hemos convertido en realidad el medio litro de leche. A lo largo de Chile vamos a mitigar el hambre material y psicológico de los niños, porque antes lo dijimos y hoy lo reafirmamos: el futuro del pueblo está en los hijos del pueblo.

Hemos terminado con la leche de primera y con la de segunda clase; hemos terminado con el pan para ricos y con el pan para pobres. Una sola leche y un solo pan para todos.

Hemos estudiado un proyecto que congela los arriendos y enviaremos la próxima semana una iniciativa destinada a terminar con los reajustes de las cuotas CORVI. A pesar de la claridad con que hemos expuesto la política económica del Gobierno Popular, todavía la campaña iniciada después del 3 de septiembre no termina. Es por eso que de vastos sectores, o de sectores más restringidos que han sido dañados por las medidas adoptadas por el Gobierno, nace la resistencia sórdida que envía al extranjero, en la forma de una campaña de insidias que se hace en contra nuestra.

De acuerdo con lo que siempre dijimos, hemos creado el Consejo Nacional de Desarrollo, y hace 48 horas firmamos el decreto respectivo en Santiago. Estarán representados allí los trabajadores, entendiendo por tales a los obreros, los campesinos y los empleados, los colegios profesionales y técnicos, los empresarios no monopolistas y la juventud. Es decir, queremos que haya un diálogo, queremos escuchar a los sectores más representativos de la comunidad, queremos exponer nuestras ideas y que ellas sean analizadas, y, en definitiva, sea el Gobierno el que adopte las medidas. Pero nunca nos negaremos a escuchar una sugerencia justa o un reclamo, también justo y oportuno. Lo anterior demuestra una nueva actitud y una amplia comprensión de lo que debe ser una postura auténticamente democrática.

Quiero decir que el Gobierno Popular, para impulsar la economía, para poner atajo al aumento de la cesantía, para desarrollar la posibilidad de mayor producción, ha adoptado medidas destinadas a vitalizar la economía chilena, en parte debilitada por la actitud de temor de algunos sectores a los cuales se les ha expresado que nuestro propósito es terminar, brusca y definitivamente, con toda actividad privada.

Por primera vez un plan de vivienda audaz está destinado a crear este año una posibilidad de techo para más de 90 mil familias chilenas. Para ello tenemos que movilizar, sobre todo, los aserraderos paralizados en el sur, en un número superior a sesenta; crear un poder de compra en las provincias de Cautín, Bío-Bío, Osorno y Llanquihue; hacer posible que las empresas privadas se presenten a una licitación pública, para comprarles de inmediato 20 mil viviendas prefabricadas y para comprar nuevamente, antes de tres meses, otras veinte mil viviendas prefabricadas, con lo cual daremos trabajo a cientos de industrias en nuestro país.

Fuera de eso, hemos planteado convenios de producción con distintos sectores industriales; por ejemplo, los llamados de la “línea blanca”. Hemos adquirido el número necesario del utilaje doméstico para las viviendas que vamos a levantar. Del mismo modo señalaremos metas a esas empresas que producen silenciosos, lavatorios, lavaplatos, etc., es decir, lo que se llama la línea blanca.

Tendrán ellas un mercado seguro de parte del Estado, que al comprar en forma masiva, junto con impulsarlas a una mayor producción y multiplicar el número de trabajadores, obtendrá precios más bajos, controlándose de parte nuestra tan sólo la calidad.

Queremos establecer también convenios de producción con empresas metalúrgicas que están paralizadas. Así, por ejemplo, hemos planteado que en los próximos seis años Ferrocarriles pasará a construir seis mil seiscientos carros de carga, con lo cual daremos vida a empresas que estaban paralizadas y mayor trabajo a FAMAE -Fábrica y Maestranza del Ejército- y a los propios Ferrocarriles del Estado.

Hemos adelantado negociaciones con la industria electrónica, para aumentar la producción de televisores, a un precio de un cuarenta por ciento más bajo que el actual, y, de paso, quiero advertirles que en la próxima semana daré instrucciones pertinentes para que alcance hasta estas provincias el Canal Nacional de Televisión.

Planteamos un plan nacional para la adquisición de vehículos armados en el país, para la ampliación del parque de vehículos de uso público, y hemos impulsado un plan extraordinario de exportación, facilitando y ayudando a los pequeños y medianos productores.

Fijamos una política de tarifas de la Empresa Nacional de Minería -ENAMI-, de tal manera que se favorezca sobre todo a los pequeños productores-pirquineros-, y hemos rebajado el impuesto que se les aplicaba en un cinco por ciento, cuando el propietario demuestra aporte y esfuerzo de dinero o de trabajo en la mina. Rebajamos en un 2 por ciento, cuando lo anterior no se comprueba; así se benefician directamente 18 mil pirquineros de Chile.

Ya he dicho que movilizamos a las provincias del sur en la compra de la madera. Al reseñar brevemente estas actividades debo agregar que las iniciativas planteadas en el área estatal, como el proyecto de mejor distribución del ingreso, por ejemplo, alcanzan no sólo a los asalariados, sino también a pequeños y medianos industriales, comerciantes y agricultores.

Quiero hacer hincapié en que la política del Gobierno es una política global. Que las medidas que se toman obedecen a una concepción orgánica y planificada. Por eso, hemos dicho que es fundamental que el crédito esté en manos del Estado. Y el pueblo debe entender que esta medida es la que ha golpeado más a los sectores oligárquicos y reaccionarios. Es por tanto lamentable que un sector de la Democracia Cristiana se haya movilizado para criticar las medidas destinadas a hacer que el crédito, en manos del Estado, alcance democráticamente a la mayoría de los chilenos. El pueblo debe saber que el 70 por ciento del crédito beneficiaba a Santiago, y que un 1, 3 por ciento de gentes obtenían el cincuenta por ciento del mismo.

Nosotros queremos estatizar los bancos y crear un Banco de Fomento, un Banco de los agricultores pequeños y medianos, un Banco de los medianos y pequeños industriales, un Banco de los medianos y pequeños comerciantes.

Queremos defender a los que han sido expropiados y explotados. Hemos rebajado el interés del crédito, pero si acaso el crédito no se estatua, esa rebaja de interés irá, como siempre, a servir a los señores poderosos de este país. Por lo mismo, en esta política global, insistiremos en que el crédito esté en manos del Estado para ponerlo al servicio de Chile y de la mayoría de los chilenos.

Junto a estas iniciativas entregamos al Congreso Nacional un proyecto destinado a crear los Tribunales Vecinales. Se ha dicho que ésta es una iniciativa anticonstitucional; se ha dicho que nosotros queremos silenciar a nuestros adversarios políticos. Se niegan los fundamentos jurídicos que posee esta iniciativa, a pesar de que se funda en estudios y debates de juristas, con o sin domicilio político en la Unidad Popular, de catedráticos, de magistrados. Debo señalar que la Asociación de Magistrados, en su Convención de Valdivia, aprobó que se llevará adelante la organización en nuestro país de estos Tribunales Vecinales.

Nosotros queremos entregar al pueblo una responsabilidad mayor. Que él pueda designar por votación directa sus propios Tribunales Vecinales, que tendrán atribuciones frente a las pequeñas faltas, a los problemas diarios o contingentes de la vida; a fin de que la justicia llegue a sectores que nunca antes la conocieron, porque los propios magistrados han reconocido que la justicia en nuestra Patria es cara, lenta y el pueblo no puede pagarla. Y al entregarle una responsabilidad superior demostramos nuestra fe y nuestra confianza en el pueblo. Por eso esta iniciativa tiene profundas proyecciones de orden social y está destinada a enseñar a la gente a ejercer una justicia al servicio del pueblo y por el propio pueblo.

 

Críticas al jefe del Estado

Se me ha criticado duramente por haber presentado el proyecto que comento, y haber firmado los indultos, que por indicación mía se convirtieron en decreto del Ministerio de Justicia. Se me ha acusado también por haber criticado a la Corte Suprema frente a un fallo que dejó en la impunidad a un senador de la República. Pues bien, yo sostengo que es responsabilidad mía el haber firmado esos decretos e indultos para que compañeros jóvenes puedan incorporarse plenamente a la vida. Es cierto que algunos de ellos cometieron delitos que no pueden estimarse simplemente políticos, pero los cometieron en función de una seria convicción ideológica. Y otros países y otros pueblos, y el propio Chile, también utilizan el camino del indulto aun antes de que hubiera sentencia para obtener una pacificación amplia del país. Eso es lo que yo quiero. Y la incorporación de jóvenes idealistas dentro de la tarea constructiva de la Patria tiene amplia justificación; por eso he buscado el indulto para ellos y por eso he firmado esos decretos y asumo la responsabilidad de haberlo hecho.

De igual manera estudiamos un proyecto de amnistía que alcance a otros sectores, a quienes no llegan los decretos e indultos. Con ellos queremos demostrar plenamente nuestros deseos de tranquilizar al país y dedicarlo a un esfuerzo constructivo y creador. Para este esfuerzo yo reclamo fundamentalmente la cooperación de ustedes.

 

Responsabilidades del pueblo y sus organizaciones

Hay una gran responsabilidad en los partidos populares, y no sólo en los partidos populares, sino que en las masas populares chilenas. La gran responsabilidad es no fracasar, la gran responsabilidad es construir, la gran tarea es edificar la nueva sociedad, y para ello necesitamos un pueblo organizado, disciplinado y consciente. He dicho y lo repito: la única manera de que los pueblos progresen es produciendo más y trabajando más. Se trata de producir más y trabajar más para que esta mayor producción alcance a la mayoría de los chilenos que han vivido al margen de las necesidades esenciales del hombre y la familia. Para eso vamos a trabajar más, para el pueblo y para Chile y no para una minoría ávida de riquezas, como dije.

Por ello yo debo insistir en que el esfuerzo que estamos realizando no sólo compete al Gobierno o a los partidos que forman su base política. Este esfuerzo, que debe ser hasta el heroísmo en el trabajo, es una obligación de todos los chilenos. Cuánto agradezco yo el trabajo voluntario de la juventud. Yo sé que ella, con generosidad, irá al campo, al hospital o a la escuela a llevar un mensaje le esperanza y a convertir sus horas de descanso y vacaciones en horas de esfuerzos y de trabajo para el progreso de Chile y los chilenos.

Lo he dicho y debo repetirlo: para mí, el mejor dirigente político juvenil será al mismo tiempo el mejor estudiante. Ningún estudiante puede disculparse frente a las obligaciones que no cumple, en su tarea de estudiante, por ser dirigente político juvenil. El que es dirigente político debe demostrar también su capacidad y su responsabilidad siendo un magnífico estudiante, porque siendo un buen alumno será mañana un mejor técnico, que es lo que necesita Chile, o un mejor profesional, que es lo que necesitamos para servir a nuestra comunidad nacional.

Los partidos políticos y los trabajadores deben comprender que forman parte del Gobierno; deben mirar la realidad que confrontan, y deben darse cuenta de que la historia nos señala y enseña que los grupos que detentaron el poder no se resuelven dócilmente a desprenderse de él. Aquí en Chile hemos vivido una etapa que rompió con la quietud tradicional que caracterizaba a nuestra Patria. Hoy en la mañana se realizaba en Santiago la reconstrucción del acto que significó el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, General René Schneider. El pueblo debe meditar, debe entender, lo que significó ese asesinato. El asesinado debí haber sido yo. El asesinato del General en Jefe del Ejército facilitó la llegada nuestra al Gobierno, porque unificó a las Fuerzas Armadas y señaló de inmediato la responsabilidad coludirla de los grupos reaccionarios chilenos para impedir la victoria popular.

Por eso debemos nosotros estar alerta y vigilantes; debemos comprender que detrás de la apariencia de aceptación de los sectores reaccionarios está su actitud de siempre. Yo no dudo de la lealtad de las Fuerzas Armadas de la Patria, destinadas a cumplir con la Constitución y la Ley y a ejercer su trabajo profesional que Chile reclama y necesita. No dudo tampoco del acatamiento a la disciplina de parte del pueblo, pero necesitamos que el pueblo comprenda, que el pueblo repase la experiencia histórica, y, por lo tanto, sea un pueblo movilizado en su patriótica vigilancia.

Las masas cumplen una gran tarea ciudadana. Los partidos populares llevan nuestro mensaje creador, proyectando nuestro Programa, analizando las dificultades que el Gobierno tiene. Es necesario que cada hombre, cada mujer y cada joven comprenda las tareas que realiza y las perspectivas que se traza el movimiento popular. En cada Comité de Unidad Popular todo debe debatirse con altura y seriedad. Cuando esos comités salgan a organizar a los cesantes, a los sin techo; cuando convirtamos a los Centros de Madres en talleres; cuando en cada Centro haya capacitación política más alta y un nivel superior de comprensión de los problemas generales de Chile; cuando cada obrero entienda que su problema no radica esencial y exclusivamente en su propia actividad; cuando el conocimiento del obrero, del campesino, del empleado, se proyecten a la necesidad nacional, entonces Chile entero estará movilizado en la gran tarea de reconstrucción que se requiere; así nosotros estaremos seguros del porvenir que juntos vamos a conquistar. Aplastaremos definitivamente toda tentativa que emane de aquellos que serán heridos por las medidas económicas y sociales del Gobierno; y así avanzará el pueblo por los caminos de la auténtica democracia y libertad, con la bandera de la Patria y el Programa popular en sus manos.