Salvador Allende

Discurso pronunciado en el Congreso colombiano 


Pronunciado: El 30 de agosto de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 3 de febrero de 2016.


Señor Presidente del Senado de Colombia, señores parlamentarios, señoras y señores:

Con emocionadas palabras quisiera expresarles lo que representa para mí que el Congreso de Colombia se reúna en ambas cámaras, para darme la oportunidad de levantar mi voz en este recinto, prestigiado ante su Patria y ante América.

Aquí, ha habido debates que han estremecido al pueblo y a la conciencia de hombres y mujeres de Colombia. Esta actitud de ustedes, señores parlamentarios, está destinada -lo agradezco aún más-, a honrar a mi Patria.

Mi pueblo -como lo ha dicho en elocuentes palabras el señor Presidente del Senado-, es hermano de Colombia, en el dolor y en la esperanza.

Es hermano de Colombia en la iniciación de nuestras vidas. Juntos, continuaremos la gran batalla de los pueblos, por una América distinta, digna y soberana.

Hablar en este Parlamento es recordar al Parlamento de mi Patria. Tiene años y años, como el vuestro. Allí estuve veintisiete años; dos como diputado, veinticinco como senador. Sé lo que es actuar en un Congreso, tener la responsabilidad de plantear ideas y principios, defender proyectos, ser hombre de gobierno y ser hombre de oposición. En el debate público taladré mi personalidad, respetando al adversario, pero reclamando el derecho -que nunca se me negó para exponer con claridad mi pensamiento y mis principios-.

Desde esta prestigiosa tribuna, expreso mi reconocimiento señor Presidente de la República, por su atenta invitación, que me ha permitido llegar a Colombia. A ustedes, señores congresales, por recibirme en su Parlamento.

Al pueblo, que he visto, he sentido, he recibido sus vítores y sus Aplausos desde que llegara al aeropuerto y al recorrer las calles desde la embajada de Chile, en Colombia, hasta aquí. A este pueblo, que está congregado en la Plaza, expreso, en nombre de los trabajadores chilenos, mi saludo más emocionado. Llegue a ellos también el saludo del obrero, del campesino, del estudiante, de toda la colmena humana que vive de su esfuerzo y de su trabajo. Cuánto significa para mí, señor Presidente, el contenido de sus palabras: se las dictaron el afecto de un colombiano por el pueblo de Chile. Gracias, señor Presidente. (Aplausos.)

Uso esta tribuna como un combatiente de América Latina (Aplausos.)

América Latina necesita culminar una etapa que se iniciara en siglo XVIII, cuando en el Perú, Túpac Amaru, levantara la rebelión de los indios y con frases lapidarias marcara una época, al decirles a los suyos: “El patrón no comerá más de tu hambre”. (Aplausos).

En el siglo XVIII, Galán y Antonia Santos en Colombia, también lucharon contra los sectores y grupos dirigentes, contra la dominación social y política.

En el fragor heroico del combate, hombres y mujeres de diferentes latitudes, se unieron en el llamado, en el sentimiento, en la voluntad rebelde de independizar nuestras naciones. Los próceres señeros de este continente, como Bolívar, San Martín, Sucre, Morelos y O’Higgins, el padre de mi Patria, impulsaron la lucha de nuestros pueblos contra los grupos oligárquicos, que se aliaron a las fuerzas foráneas, y a los capitales extranjeros. (Aplausos.)

La lucha de los pueblos ha tenido héroes que han sabido interpretarlos levantando con gallardía patriótica su decisión de luchar por una existencia mejor. Martí se expresaba de esta manera: El trabajador que es aquí el Atlas, se está cansando de, llevar cuestas el mundo y parece decidido a sacudirlo de los hombros y busca poder andar sin tantos sudores por la vida; los acaudalados, los que prosperan en su sombra, no se ocupan de defender estas reclamaciones de justicia, sino en sobornar a los que dictan las malas leyes para que las pongan a sus pies las libertades públicas.

Desde un ángulo distinto en esta lucha emancipadora, un hombre de mi tierra -que pagó con su vida el amarla tanto-, el Presidente José Manuel Balmaceda, en el año 1888 planteaba ante la conciencia nacional la necesidad impostergable de preservar para Chile las riquezas básicas que estaban siendo atrapadas por el capital foráneo. Decía Balmaceda: …porque el crédito y el capital que juegan a las especulaciones de todo género en los recintos brillantes de las grandes ciudades, se retraen y dejan al extranjero fundar bancos en Iquique; en donde la fragua del trabajo humano hace brotar una riqueza que deslumbra y abandona a los extraños la explotación de la salitrera de Tarapacá, de donde emana la savia que vivifica al mundo envejecido; y para conducirlo, para lo cual van y vienen escuadras mercantiles que no cesan de llegar y partir jamás.

Y el extranjero, explota estas riquezas y toma el beneficio del valor nativo, para que vayan a dar a otros pueblos y a personas desconocidas los bienes de esta tierra, nuestros propios bienes y las riquezas que nosotros necesitamos. (Aplausos.)

Necesitamos continuar esa lucha y señalar las estructuras de poder en América Latina.

Debemos luchar contra un sistema interno y externo, que limita nuestro desarrollo. Somas países dependientes, can una economía retrasada y la realidad de nuestros pueblos la confrontamos dramáticamente después de más de 150 años. Séame permitido señalarlo en breves cifras, ya que entre hermanos no podemos avergonzarnos, sino en conjunto, del dolor y el sufrimiento de nuestros pueblos. América Latina, continente próspero, con grandes posibilidades, con riquezas infinitas, marca el drama de sus densas multitudes, sometidas a una infra vida humana.

América Latina, tiene 80 millones de analfabetos y 40 millones de semianalfabetos. 80 millones es el 30% de la población total. América Latina, con 65 millones de seres humanos, el 28 por 100, no tiene cómo emplear su capacidad, no hay mano de obra para ellos. América Latina, donde el promedio de alimentación alcanza a 2.500 calorías por persona; el mismo en los países desarrollados sube de 3.000. Aquí el, hombre nuestro, consume 65 gramos de proteínas al día, y en los países europeos pasa de 100. América Latina, donde faltan 14 millones de viviendas y donde hay -que parece no ser cierto- 25 millones de seres humanos que no conocen la moneda, como valor de intercambio. América Latina, con su cultura inicial, con la grandeza de los creadores indios. América Latina, con el valor de la raza secular. América Latina, con los hijos de Atahualpa o de Lautaro, dominada durante siglo y medio. En las cifras breves que entregamos, podemos palpar el drama común de nuestros pueblos que reclaman, más que nunca, la presencia combatiente de nosotros. (Aplausos.)

He dicho que somos países dependientes, englobados en el proceso de desarrollo económico de las grandes metrópolis. La razón dialéctica se expresa con claridad. Existe el subdesarrollo, porque existe el imperialismo.

Existe el imperialismo, porque existe el subdesarrollo.

Medidas económicas tomadas desde afuera, repercuten violenta y dramáticamente en la existencia de todos nuestros pueblos y nosotros estamos ausentes de poder influir, de poder opinar -y a veces de poder protestar.

La realidad nos señala que cuando los países poderosos o el país hegemónico confronta las consecuencias de una crisis, somos también nosotros los que sufrimos y los que tenemos que soportar las medidas que golpean tan fuertemente a nuestros pueblos. Ya antes, el mundo lo vivió en una época cruenta y está próximo, quizás, a vivirlo de nuevo.

Yo puedo aquí incursionar indebidamente en la vida interna y en la conducción de un gran país. Lincoln, decía de su propia Patria, que “eran mitad esclavos y mitad libres”.

Sabemos la realidad que señala el proceso interno financiero del más poderoso país capitalista del mundo. En 1949, poco después de la guerra, Estados Unidos tenía en reservas de oro 24.600 millones de dólares. En 1960, 17.800 millones; ahí comienza a intensificarse el proceso de penetración en Asia. La guerra de Vietnam, es una consecuencia, también, de la realidad que Estados Unidos nos refleja, cuando sus reservas descienden a 10.000 millones de dólares.

La deuda externa de este gran país, a corto plazo ha subido 40.000 millones de dólares, especialmente comprometido con Europa Occidental y Japón. Como puede verse, esta deuda es cuatro veces más alta que sus reservas actuales. Estos hechos son aleccionadores, y nos obligan imperativamente a meditar sobre las consecuencias que para nuestras economías podrán tener las repercusiones que ya se sienten, como resultado de las medidas tomadas.

Pueblos como los nuestros, siendo exportadores de capitales, viven la angustia de conseguir unos cuantos millones de créditos. Paradojalmente se gastan 66 millones de dólares al día -24.000 millones de dólares al año- en la guerra de Vietnam, frente a un pueblo pequeño que, como los nuestros, tiene pleno derecho a la autodeterminación. (Aplausos.)

Frente a ustedes, como una obligación de Latinoamérica, en forma muy resumida, quiero demostrarles ¡lo que somos!, ¡lo que queremos!, ¡por qué luchamos en nuestra Patria!

Chile es un país con un proceso político que alcanzó altos niveles en el desarrollo de la democracia burguesa. Este año, el Parlamento chileno va a cumplir 166 años de existencia ininterrumpida. Acordes con nuestra historia, hemos dado una batalla en que las fuerzas populares, por los cauces del sufragio, han alcanzado el Gobierno. No ha sido un proceso que, como aluvión populista, haya arrasado con las viejas concepciones partidarias.

Desde hace muchos años en nuestro país las fuerzas llamadas de izquierda se han ido conglomerando. En 1938, ya se hizo presente la decisión de Chile, de su pueblo, de sus mayorías, de alcanzar el Gobierno para los sectores populares. Fuimos uno de los tres países del mundo en que hubo un Gobierno de Frente Popular. La campaña internacional y nacional que siguieron en contra nuestra no es necesario recordarla. Mientras el francés desapareció en el silencio de la inacción, mientras el Frente Popular español devino en una dolorosa guerra civil, nuestro Frente Popular aglutinó a los sectores de la clase media y a los obreros, en el Gobierno del pueblo. (Aplausos.)

Se organizaron los trabajadores en una Central única y se creó la Corporación de Fomento que ha permitido dar a Chile electricidad, petróleo y acero, o sea, se echaron las bases de la industria pesada del país. Nosotros no renegamos del pasado, ni desconocemos lo que otros hombres hicieron en nuestra Patria, en su época y en su oportunidad.

El Frente Popular chileno fue el acuerdo de los partidos Radical, Socialista, Comunista y Democrático, para formar la izquierda del régimen capitalista y realizar profundas innovaciones, sobre todo, en el campo social. Posteriormente dos gobiernos, uno similar al del Frente Popular, y otro que se desviaría, posibilitaron esas fórmulas Por último, en el período pasado, como expresión de disconformidad frente al sistema capitalista, se levantó también la voluntad d cambio de la Democracia Cristiana que alcanzó el Gobierno.

Podemos decir, basándonos en los hechos, que jamás en Chile, y tampoco en ningún país de América Latina -cualesquiera que haya sido la fórmula de su Gobierno-, se han podido solucionar los problemas urgentes de nuestras masas populares. Ni de la vivienda, del trabajo; ni de la salud, y educación, recreación, ni descanso.