Salvador Allende

Fuerzas Armadas y proceso de cambio. Discurso en el acto de entrega de la Condecoración Presidente de la República y de la espada O’Higgins a nuevos generales 


Pronunciado: El 15 de abril de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Este acto tiene una alta, profunda y solemne significación. Vais a recibir las espadas que simbólicamente representan todo un pasado, un presente, un futuro para el pueblo y para Chile. En esta espada están grabadas, con la vida de los que antes los precedieron en el camino de las armas, el lema ennoblecedor que ellas tienen: “No me saques sin razón, ni me envaines sin honor”.

Llegan ustedes, señores Generales y señores Contralmirantes, a la cúspide de una carrera que tiene el alto contenido de significar en cada cual que la eligió una profunda, y honda vocación patriótica. Llegáis a la cúspide que significa el Alto Mando, lo que entraña derechos, deberes, y, sobre todo, alta responsabilidad. Lo hacéis en instituciones como el Ejército, la Marina y la Aviación, tan caras para Chile y para su pueblo, que tiene un contenido en la historia, con valores que es difícil definir, y que yo quisiera proyectar en las palabras siempre presentes de un hombre que está presente en la conciencia de la Fuerzas Armadas, en el corazón agradecido de la tradición democrática de Chile y de su pueblo.

En ocasión similar a ésta, el General René Schneider Chereau se expresó así: “En las distintas etapas de gestación de quienes integran los Altos Mandos, están representadas en forma muy clara la noble ubicación de las Fuerzas Armadas, como parte integrante y representativa de la Nación y como estructura de Estado; lo permanente y lo temporal, que orientan su doctrina con principios y normas, por una parte de prolongada vigencia, y por otra parte, organizan y contrapesan los cambios periódicos que rigen su vida política dentro de un régimen legal”.

Recordar estas palabras es rendir también un homenaje a aquél que cayera por vivirlas en plenitud y conciencia ciudadana y militar.

Forman parte ustedes de la tradición de Chile enraizada en sus instituciones armadas, nacidas en los albores de la Historia y mantenida a lo largo de nuestra vida como nación con dignidad, con independencia. Fuerzas Armadas profesionales, con valores permanentes, como lo dijera Schneider, de dignidad y de honor para ponerlos al superior servicio de Chile, en la defensa de su soberanía, de su frontera. Fuerzas Armadas conscientes de su poderío, que es y será defensivo, y sólo será agresivo hasta el heroísmo cuando se atente, y no espero que esto ocurra, contra nuestra soberanía o nuestras fronteras. Está precisamente en el contenido material y sobre todo espiritual del valor de nuestras FF. AA., muy grabadas, profusas e indeleblemente, la convicción de que somos un pueblo orgulloso de sus Fuerzas Armadas, y, por lo tanto, sólo anhelamos la paz.

Fuerzas Armadas, cuyos valores permanentes he destacado, pero que al mismo tiempo, y afianzando aquellos, deben comprender las etapas temporales, que como instituciones tienen que vivir. Una de estas etapas es la que hoy confronta Chile, que hace que por voluntad del pueblo exista su propia revolución. Revolución dentro de los cauces democráticos y legales, pero que implica hondas y profundas transformaciones en el campo político, económico, cultural y social. Revolución cuya finalidad suprema es el hombre, en el amplio, sin fronteras, contenido de esta palabra, porque el pueblo es tan sólo la suma de los hombres, y los países sólo avanzan y progresan cuando sus habitantes, que son el pueblo, tienen conciencia de la tarea histórica que en momentos cruciales de su existencia tiene que vivir. Tarea que el pueblo de Chile ha materializado con el respeto de los más, y yo diría al margen de lo personal, con la admiración del mundo, porque queremos en Chile, en esta lejana latitud del orbe, hacer lo que otros pueblos no hicieron, lo que otros países no lograron, hacer los cambios revolucionarios que Chile anhela y necesita con el respeto integral a la persona humana y a los derechos que el pueblo conquistó y que nadie le regaló.

Respeto a la personalidad y derechos de su Gobierno, porque es el Gobierno del Pueblo que alcanza a la más alta jerarquía.

Por eso, y pensando en voz alta en el sentido profundamente profesional que orgullosa mente podemos decir que detectan las Fuerzas Armadas chilenas, creemos que ellas no pueden estar ausentes en estos cambios que significan, repito, luchar por dignificar la vida y existencia del hombre genéricamente hablando, por hacer con afiebrada inquietud y anhelo patriótico un impulso y tarea común para el progreso de la Patria.

Fuerzas Armadas que no pueden estar al margen de un gran esfuerzo colectivo, porque tenemos conciencia que si ellas valen por los que humanamente en ellas sirven, también sabemos que las Fuerzas Armadas de los países son poderosas cuando esos países son poderosos en su desarrollo económico; que son eficientes no sólo por la preparación que ya tienen en nuestro caso los institutos armados chilenos, sino porque además se cuenta con un pueblo que las nutre en sus contingentes, que tienen que cumplir con su obligación patriótica de paso por las aulas que son donde Uds. laboran, cuarteles, aviones o barcos.

No hay Fuerzas Armadas poderosas si hay pueblos diezmados por la enfermedad o castigados por la incultura. No hay Fuerzas Armadas poderosas en países dependientes en lo económico, lo cultural y a veces, y con demasiada frecuencia, en lo político.

Por eso, sin olvidar jamás la esencia vital que destaca señeramente el hecho tan significativo de ser Uds., y seguirán siéndolo siempre, profesionales, en el más alto sentido de la técnica y de la ciencia de la jerarquía y de la disciplina, como Generalísimo, por mandato de la Constitución, de la FF. AA. de Chile, yo reclamo su presencia en esto que es un esfuerzo de Chile por un Chile nuevo, donde la justicia, el trabajo, la salud, el derecho al descanso y la recreación, sean patrimonio de todos los chilenos.

Fuerzas Armadas incorporadas al gran y definitivo proceso del desarrollo económico, comprometidas en la defensa patriótica de restañar, de cuidar, de preservar las fronteras económicas que pertenecen a todos los chilenos.

Por eso cuando Uds., señores Generales y señores Contralmirantes, llegan a formar parte, y con derecho, por la eficiencia de sus vidas, la vocación de servicios a Chile a que habéis llegado, yo puedo reafirmar, como Presidente de la Patria, la confianza absoluta que el pueblo y mi Gobierno tiene en la ayuda, en la cooperación, en la presencia de Uds., en esta etapa revolucionaria que vive nuestro país, pero que implica una revolución sin atropellos, sin violencia y en función de un sólo y grande anhelo: hacer de Chile la Patria independiente y soberana, la gran Patria de todos los chilenos.

Uds. que llegan a los Altos Mandos tienen entonces, como dijera, deberes, derechos y responsabilidades, y yo entrego a la responsabilidad de Uds., a los deberes de Uds., y a los derechos de Uds. a la convicción reiterada del pueblo de Chile, que seguirán siendo las instituciones armadas la raíz de nuestra historia de Chile, ennoblecida en la guerra y en la paz y que seguirán siendo Uds. los que, sabiendo el valor de la fuerza material, tienen conciencia plena del valor de la fuerza espiritual cuando ello se expresa en el consciente acatamiento a la voluntad ciudadana, expresada en las urnas y escrita en la Constitución de la Patria.