Salvador Allende

Alocución en el Gran Templo de la Gran Logia de Chile


Pronunciado: El 14 de abril de 1970.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1 de febrero de 2016.


Venerable Maestro, Queridos Hermanos:

Es para mí motivo de íntima emoción masónica el poder dialogar con los Hermanos de la Respetable Logia “Franklin” 27 y los Queridos Hermanos Visitadores.

Agradezco, en lo personal, los conceptos del Venerable Maestro, y destaco el profundo y hondo contenido masónico de sus palabras, no de aprobación con el que habla, sino con los principios y fundamentos permanentes de la Orden.

Es por ello que estoy aquí con profunda tranquilidad de conciencia, como un Hermano que a pesar que en la vida profana, la arena candente del combate, lo ha obligado muchas veces a usar el lenguaje de la dureza implacable para defender sus ideas, jamás negó su condición de masón y, por el contrario, en más de tres o cuatro oportunidades, dentro de su propio hogar político, cuando por desconocimiento o intransigencia, se quiso excluir a los masones de la convivencia dentro del Partido Socialista, cumplí con el más elemental de mis deberes de señalar que yo era masón regular y en actividad y que el día que el Partido Socialista estableciera esa incompatibilidad, abandonaría sus filas de la misma manera que lo haría el día que la Orden, cosa que no es imaginable, quisiera poner cortapisas al pensamiento de un Hermano.

Pido excusas por no haber traído, y era mi obligación, una plancha escrita; lamentablemente, obligaciones diversas me han impedido hacerlo. Me someto a la tolerancia de los Hermanos.

Creo que disculparán la falta de vertebración que pudiera haber en la exposición de mi pensamiento.

Deseo, antes que todo, referirme a un hecho que pudiera no tener, para los verdaderos masones, significación y creo que no es mi deber explicarlo, porque comprendo y pienso que mis Hermanos habrán entendido el alcance real de los comentarios que en torno a algunas palabras mías, en una entrevista de televisión, se hicieron desde las respetables e imparciales columnas del centenario Mercurio.

Por haber dicho, requerido por uno de los periodistas que actúa en ese espacio de televisión que comento, dije que yo estaba “en sueño” y además agregué, frente a la imputación que se hiciera de que algunos hombres, o en algunos países, la Orden estaba disminuida, que yo personalmente sentía la satisfacción de destacar que la Gran Logia de Chile, a través de su existencia, había mantenido la firmeza y la prestancia del pensamiento filosófico de la Masonería; que no ocurría lo mismo en otros países en donde, a mi juicio lamentablemente, la Francmasonería no ha respetado la profundidad y el sentido humano de nuestras convicciones y de nuestro ideario, palabras que en reiteradas oportunidades dije dentro de los templos cuando fuera invitado a dialogar sobre los problemas del hombre contemporáneo, sobre los regímenes, la sociedad presente y la acción y la actitud de la Masonería en el campo continental o mundial.

Dije que estaba “en sueño”, y en realidad creí que bastaba esa expresión, porque creo que no es pertinente que un masón dilucide los problemas de la Orden en público, sobre todo cuando comprende la intención de la pregunta y la esperanza de una respuesta que pudiera ser aprovechada torcidamente.

El Diccionario enciclopédico de la Francmasonería expresa: En sueño: Se dice del alejamiento voluntario de los trabajos de un francmasón o de la suspensión temporal de los mismos de una Logia, en cuyo caso se titulan “durmientes”.

En realidad, Venerable Maestro, y queridos Hermanos, yo empleé esa expresión por estimar, desde el punto de vista de la concepción responsable que yo tengo de las obligaciones masónicas, que estaba ausente del cumplimiento regular de estas obligaciones.

En un recodo de mi vida, por hechos que no es del caso analizar, y después de haber enviado una comunicación al Gran Consejo de la Orden, pedí mi carta de retiro a mi Respetable Logia.

Fue la comprensión generosa, fraternal y tolerante de mis Hermanos de la Respetable Logia “Hiram” 65, la que hace que este Hermano pueda hablarles esta tarde.

Por la unanimidad de la oficialidad del Taller fue rechazada mi carta de retiro y se me autorizó un permiso que se ha ido renovando a lo largo de algunos años, y en esos años, muy y muy tardíamente, he concurrido a mi Respetable Logia; he ido sí invitado a otros talleres de este Valle y de otros del país, y recuerdo con satisfacción que lo hiciera también el año pasado, concurriendo a una tenida de la Respetable Logia “Franklin” Número 27. Pero para mí, dentro de la acepción clara del término y del contenido que él encierra, es algo que estaba justificado, cuando yo valorizo la obligación que tiene un masón regular de cumplir estrictamente sus compromisos, fundamentalmente con su Taller.

Por respeto a mis hermanos, por afecto fraternal, he creído antes de entrar en materia hacer referencia a este hecho por la intención que él tiene y por el propósito indiscutible de pretender crear una vez más un abismo entre el hombre que actúa firmemente en la vida profana y su lealtad a los principios de la Orden, principios que juró respetar y que cree honestamente que ha cumplido.

Pero pretender deducir de estas palabras que el Hermano Allende renegaba públicamente de su condición de masón es un hecho muy distinto. De allí que me viera obligado a enviar una comunicación, que es posible hayan leído algunos Hermanos, que yo vaya resumir, sosteniendo frente a El Mercurio que reiteraba lo que había expresado seis años antes, cuando también El Mercurio, piadosamente, quiso sorprenderme con una fotografía publicada en dimensión no corriente, cuando yo venía a dar también una charla a mi Respetable Logia.

En aquella oportunidad, y como siempre, El Mercurio destacaba, queriendo crear un clima de resistencia en los ambientes políticos por el hecho de que yo concurría a un Taller masónico.

En aquella ocasión le escribí a El Mercurio en pie y en réplica a su falsía con los siguientes términos: “He recibido como única herencia un nombre limpio, una vocación para servir al pueblo nacida de la formación masónica de mis antepasados”.

En la comunicación, en respuesta a los comentarios malévolos de El Mercurio que hiciera el 4 de abril, digo, entre otras cosas, que fue publicada esta carta mía el día 7, que reitero lo que dijera y aclaro cuál es en realidad mi situación en la Francmasonería y en mi Respetable Logia.

Venerable Maestro, Queridos Hermanos, siempre he pensado y como usted -en los conceptos profundos que he leído lo dice-, que no siendo la Orden ni una secta ni un partido, busca en el hombre la posibilidad de actuar en el campo profano, sobre la base de hacer que el masón se compenetre en conciencia de lo que es y debe ser un hombre que pretende ser libre y perfecto.

Si la Masonería no actúa colectivamente y lo hace a través de los hombres, que somos los Hermanos, más allá de los templos, en el campo social, es de imaginarse, lógicamente, que la acción de los Hermanos no puede ser en función del pensamiento masónico una actitud objetiva, sino subjetiva, frente a los problemas del hombre, y de allí, también, es lógico pensar que la vida y el hombre van cambiando y haciendo que cada vez haya en el pensamiento humano las mutaciones que la realidad va haciendo necesarias.

Aquí estamos, indiscutiblemente, hombres que tenemos un pensamiento que tuvieron años y años otros hombres que pasaron por la Orden y por los templos, pero que actuaron y hablaron un lenguaje que hoy no hablamos nosotros.

Somos los mismos, pero somos diferentes, y siendo diferentes somos los mismos en cuanto a la vigencia de los principios de la Orden que hemos hecho nuestros; de allí la trascendencia que tiene el pensamiento filosófico de la Francmasonería, que yo no diría se adapta, porque sería empequeñecerlo, sino que hace posible que el hombre, en función de realidades distintas y frente a hechos sociales, aplique, en el campo profano con vigencia permanente, los conceptos y principios que de manera diferente y en otra época, lealmente y como masones, aplicaron Hermanos nuestros.

Por ejemplo, nadie puede negar que la inmensa mayoría de los Hermanos que han actuado y actuaron en el campo profano a fines del siglo pasado, a comienzos de éste y aun siendo masones, desde el punto de vista de sus concepciones, se agruparon, para hacer más factible la posibilidad de la lucha que impulsaba su generosa concepción del masón frente al hombre, en el Partido Radical; pero al mismo tiempo nosotros no podemos dejar de reconocer que en el pensamiento del radicalismo hubo, como era lógico imaginarse, posiciones distintas en un instante de su vida, y quizás, en el momento más decisivo de su trayectoria.

Y fueron los masones los que discreparon, y fueron los masones los que combatieron en posiciones distintas y lo hicieron en el campo profano sin renegar de sus principios, cada cual en el atalaya de sus convicciones, cada cual dándole a su pensamiento el contenido honesto que creía que era mejor para llevar a la realidad profana el pensamiento masónico individualmente interpretado.

Cómo no recordar, por ejemplo, que frente al pensamiento liberal de Mac Iver, se alzó el de Valentín Letelier, que le diera al ideario radical el contenido de un pensamiento distinto para hacer la idea combatiente de la intervención del Estado, dándole el alcance de un pensamiento socialista. Basta leer el trabajo de extraordinaria profundidad de Letelier sobre La génesis del Estado para comprender la efectividad de lo que estamos sosteniendo.

De la misma manera, frente a un mundo regido por un pensamiento dogmático, sectario, los masones individualmente combatieron en el ardoroso campo de la política defendiendo, en su época, los cementerios laicos, el Registro Civil. Y con legítima satisfacción yo puedo decir que un masón, del cual desciendo, en el siglo pasado, hizo posible la primera escuela laica de Chile que tiene más de un siglo de existencia, que es la Escuela Blas Cuevas, que creara el Serenísimo Gran Maestro de la Orden, doctor Ramón Allende Padín.

Quiero señalar en función de esto, que es el proceso de cambio en el pensamiento que ha tenido indiscutiblemente, en función de los medios de difusión y de la realidad internacional, etapas que marcan lentitud, aceleración, digo, que posteriormente a esas grandes luchas que encarnaron los masones, la gran preocupación que naciera en los templos, fue indiscutiblemente la que el hombre pudiera expresar su pensamiento y para ello era necesario crear las condiciones que permitiera la base esencial de un conocimiento que una sociedad les negaba a las grandes masas desprovistas de los medios económicos y la posibilidad de acceso al campo de la educación, no digo de la cultura.

De allí entonces que fueron masones, y fue uno de ellos, el caudillo popular del año ‘20, que antes tomara una bandera levantada por la Masonería, individualmente a través de sus hombres en el campo profano, para hacer posible la lucha por la educación primaria obligatoria, batalla dolorosa frente a la intransigencia de los hombres de la época y al dogmatismo y al sectarismo de las capas del pensamiento retardatario del conservantismo y de la Iglesia.

Y el Hermano Alessandri planteaba como bandera de combate y de avanzada en aquella oportunidad estas ideas, como también, en un lenguaje que hoy día no tendría cabida, la posibilidad de que el hombre explotado, y no lo decía así, tuviera siquiera la posibilidad de expresar, en la voluntad ciudadana, su derecho a elegir.

Y convulsionó a la “querida chusma”, en las movilizaciones que en esa época tuvieron contenido de protesta y rebeldía, y por ello fue acusado hasta de asesino nada menos en la gran batalla que lo hiciera senador por Tarapacá, y donde recibiera el apodo de “El León de Tarapacá”, cuando el prefecto Delgado murió como consecuencia de un incidente en que estaba presente el Hermano Alessandri.

Y además la reacción de esa época calificaba al Hermano Alessandri, por las ideas que en esa época eran avanzadas, de “vendido al oro del Perú” y de “maximalista”, que era el término despectivo con que ignorantemente, motejaban a los que creían que tenían un pensamiento de avanzada, contrario al pensamiento liberal ortodoxo.

Y la mentira y la calumnia azotó muchas veces al Hermano Alessandri, y el encono con que se le combatió lo llevó en su lenguaje de combatiente ardoroso a calificar a los que hoy apoyan a su hijo, de “canalla dorada”.

Son así los tiempos, Venerable Maestro, son los hechos, Venerable Maestro, que golpean más fuerte que la desmemoria de algunos, o que la cobardía moral de otros, y que por cierto no son los que están dentro de la Orden.

Y pasa el tiempo y son masones, pero son masones que teniendo vigencia en su convicción en el ideario de la Orden, actúan de manera distinta, porque el medio es diferente, porque los pueblos avanzan, porque el proceso social tiene un contenido bullente y de manera distinta se expresan las ansias de las masas que ya no son “chusma “, que son trabajadores.

Y es un Hermano el que recoge la inquietud, y más que eso, es un Hermano el que toma para la realidad chilena, aunque pudiera pensarse que no era justo, o justa, una táctica que se proyectaba internacionalmente en el año 1937 para combatir la presencia devastadora del nazifascismo en el campo internacional.

Y entonces, en una oportunidad, en el viejo Partido Radical, se alza la voz de un hombre joven formado en la disciplina responsable de los principios masónicos y plantea la creación del Frente Popular, Frente Popular que era nada menos, reitero y repito, Venerable Maestro y queridos Hermanos, que una táctica de tipo internacional nacida del pensamiento socialista de Dimitrov para combatir la ola que amenazaba con ahogar al mundo de la democracia burguesa en escala amplia y profunda de la humanidad.

Y Justiniano Sotomayor fundamenta la necesidad de una táctica, y yo vaya releer, para mí releer y para ustedes leer, parte del pensamiento que tuve el orgullo, entre otros Venerables Hermanos, como el Querido Hermano Héctor Arancibia Lazo, que en esa época era Presidente del Partido Radical.

Dice Justiniano Sotomayor: “El Partido Radical, por su programa, por sus viejas tradiciones, y por su composición social, es un partido eminentemente popular y, por lo tanto está en la obligación ineludible de defender, cueste lo que costare, los intereses nacionales y los derechos del pueblo. Y de acuerdo con las resoluciones de la Convención de Viña del Mar, nuestro Partido reconoce la lucha de clases y frente a ella se coloca sin vacilaciones al lado de las reivindicaciones del proletariado y de todos los humildes que tienen hambre y sed de justicia y libertad; que las riquezas fundamentales del país han pasado a manos del capitalismo extranjero, el cual defiende al fin y al cabo el interés de un grupo de parásitos sin conciencia. La sumisión de Chile al conquistador extranjero sólo ha sido posible por la traición de una oligarquía reaccionaria, vendida al oro de Londres y New York, que se mantiene en el poder por la división en que se encuentra el pueblo chileno y por la instauración, mediante un estado de sitio inconstitucional, de una dictadura reaccionaria y antinacional, suprimiendo todas las libertades conquistadas en heroica lid por nuestros antepasados.”

Era Presidente de la República un Hermano, el mismo del año ‘20. Se constituye la impostergable necesidad nacional de salvar al proletariado, a los campesinos y a todo el pueblo de las consecuencias del hambre, la miseria y las enfermedades, de la ignorancia, del analfabetismo y la incultura y el pago de impuestos usurarios, así como salvar al comercio y la industria nacional y a la agricultura de la ruina a que están condenados por la nefasta política que se sigue.

La asamblea radical de Santiago acuerda que su aspiración más ferviente es la inmediata formación de un amplio Frente Popular, anti-imperialista y anti-reaccionario. Estamos hablando del año 1937.

Se solicita de la Junta Central que tome sin pérdida de tiempo la iniciativa de la creación del Frente Popular, invitando a los partidos del block de izquierda, al Partido Comunista, a las organizaciones obreras, empleados, campesinos, artesanos, estudiantes, profesionales, intelectuales, a las asociaciones deportivas y culturales, a todos los hombres y mujeres honestos y leales al país, sin distinción de ideologías, creencias o religiones, un vasto movimiento, todo el pueblo, en su invariable decisión de luchar por la liberación nacional, por las libertades democráticas y por el mejoramiento y seguridad de las masas trabajadoras.

Las palabras de Justiniano Sotomayor caen en tierra fértil, y el Partido Radical encabeza la agrupación de fuerzas marxistas y no marxistas, porque los radicales del año ‘37 no eran marxistas, como no son hoy día marxistas, y los socialistas del año ‘37 éramos tan marxistas, como ahora somos los socialistas; y los comunistas del año ‘37 eran tan marxistas como marxistas son hoy día. Ni radicales claudicaron, ni vendieron sus convicciones los marxistas. Y Chile fue el único país del mundo, Venerable Maestro, que aun incorporando uno táctica no nacida de lo realidad chilena, pero necesario frente a lo experiencia mundial, que dio un paso trascendente en la historia de nuestra Patria al hacer posible primero, la victoria del maestro estadista Pedro Aguirre Cerda, que además era un buen masón.

Y aquí en el recodo de la historia, se empieza a escribir una página distinta, la presencia de lo clase media en el ejercicio del poder, la derrota de la oligarquía, cuyo abanderado era el que llamábamos en esa época el “ministro del hambre”, Gustavo Ross Santa María, la organización de la clase obrera en la Confederación de Trabajadores de Chile y el proceso, como era justo, en una etapa en que era necesario ya mirar el desarrollo económico, de la Corporación de Fomento, que significó las bases de la industria pesada en nuestro país, con el petróleo, con el acero y la electricidad.

¡Cómo fue combatido Pedro Aguirre Cerda!, ¡cómo se le motejó de vendido al oro de Moscú!, ¡cómo el Hermano Pedro Aguirre Cerda fue artera y canallescamente combatido por las centenarias columnas del diario Mercurio, para no hablar de las columnas de un diario confidencial, no tanto de esa época, pero de ahora, como El Diario Ilustrado!

Pero si al ataque verbal, si a la ponzoña destilada todos los días, había que agregar la nota que expresara lo que siempre se ha hecho, no fue remisa la derecha chilena en demorarse y una tentativa de golpe militar se alzó por el delito increíble, en una manifestación del pueblo, al término de ella, cuando los ministros y el Presidente estaban en los balcones, y yo era ministro de Pedro Aguirre Cerda, se había apoyado en la Casa de Toesca, en el primer piso, un pendón rojo que llevaba algún obrero que tenía derecho por sus convicciones a llevarlo. Y entonces nace la tentativa de Ariosto Herrera, y la derecha chilena se confabula y la amenaza se cierne…

Y el golpe militar se aplasta, sin disparar un tiro por la actitud consciente de las masas populares dirigidas por sus partidos de vanguardia, los marxistas de ayer y de hoy, y por la actitud moral de firmeza de un Hermano que tuvo siempre el sentido de la dignidad del cargo que desempeñaba.

Me tocó y es un hecho que tiene ribetes de anécdota histórica, estar presente a las cinco de la mañana de ese día en La Moneda; junto a don Pedro, no estaba otro hombre que Roberto Wachholtz, que fuera después ministro de don Pedro, o ya lo era, y misia Juanita, cuando el edecán, Venerable Maestro, vino a decirle al Presidente Aguirre Cerda que estaban listos los autos frente a la amenaza que se cernía de las tropas que avanzaban hacia La Moneda. Y yo oí y aprendí y nunca olvidaré lo que es la firmeza serena de la dignidad hecha hombre. Don Pedro Aguirre Cerda le dijo: “Usted está formado para luchar, use los autos. Yo soy un hombre de Derecho. Saldré de aquí con los pies hacía adelante, pero jamás abandonaré este cargo que el pueblo me entregó.”

Con esa respuesta quedaba definitivamente establecido el hecho de que don Pedro Aguirre, pequeño y moreno, chilenazo y masón, tenía un alma y una conciencia que ha hecho posible, además, que su recuerdo se incorpore al corazón agradecido del pueblo que sabe, sin saberlo, que muy distante de él, tan sólo otro Presidente, Balmaceda, en otro recodo de la historia, puede compararse al Gobierno de Pedro Aguirre Cerda que marcó una etapa del proceso de desarrollo chileno. Y que llevó a la magistratura de la nación su pensamiento masónico y en su actitud fue muy diferente y en su acción, del pensamiento masónico que me imagino que también impulsara al caudillo del año ‘20.

El tiempo pasa y el mundo cruje y la Segunda Guerra implica la presencia de miles, no de miles, sino de cientos de pueblos que emergen a la realidad de un mundo que empieza a crujir en las viejas estructuras, y la Técnica, expresión de la Ciencia, alcanza cada vez niveles superiores. Y los medios de información rompen las fronteras. Y los pueblos sienten en el despertar de su angustia que hay desniveles brutales que señalan la realidad de países pequeños, sometidos y explotados, y países poderosos, y que dentro de sus propios países explotados colectivamente hay sectores minoritarios que tienen todas las ventajas del poder y para quienes es permitido tener la posibilidad de adquirir, como se quiera, aquello que no es indispensable para el hombre, que entra dentro de lo que podríamos calificar ayer de suntuario y que hoy los economistas llaman la sociedad de consumo.

Y los pueblos buscan, en el derecho a vivir, los cauces y los caminos que permitan al hombre el desarrollo integral de su personalidad. Y el masón es masón hoy día como lo fueran los que dieron forma y contenido al Partido Radical, los que innovaron como Alessandri en las viejas concepciones liberales, los que impulsaron, como Pedro Aguirre Cerda, el desarrollo económico de Chile.

Y en nuestro país, que no es una isla, y en donde los vientos renovadores empujan el ansia justa del pueblo, el hombre que tiene como nosotros la posibilidad de mirar más allá de la frontera, adentrarse en la comparación, afincar su fe y su convicción en el estudio, empiezan a comprender que la dimensión de la inquietud individual y colectiva tiene un contenido que no podía tener años atrás.

Y por eso decía -quizás esta explicación sea necesaria-, que somos los mismos, pero que somos diferentes, porque el proceso dialéctico, y para mí el pensamiento es la expresión materialista también, está señalando que el hombre cambia y cambia frente a las necesidades que siente el propio hombre.

Y hoy día nadie pensaría que basta luchar por la libertad abstracta, por el derecho, que por lo demás no existe en las grandes masas, a expresar su pensamiento. El hombre, Venerable Maestro, sabe que es el prisionero de una realidad que lo esclaviza más implacablemente que cuando existía el régimen de los esclavos, y más implacablemente porque el hombre hoy día, lo que no pudo hacer el esclavo, se informa, oye, sabe lo que ocurre en su aldea, en su provincia, en su país y en el mundo.

Y entonces el hombre contemporáneo lucha por derrotar la alienación que constituye el proceso que lo amarra al hambre, a la incultura, a la falta de trabajo, a los salarios insuficientes. El hombre sabe que la libertad, en el amplio y profundo contenido de su acepción, sólo se alcanza en función de derrotar esto que es la gran lacra de un régimen y de un sistema que se caracteriza esencialmente por la explotación del hombre por el hombre.

¿Y cómo, entonces, los masones, los que tenemos el ideario que señala, que luchamos por la Igualdad, la Fraternidad y la Libertad vamos a estar al margen de este proceso que sacude al mundo y que rebota en Chile?; ¿acaso el Venerable Maestro, no ha recordado los acuerdos del Primer Convento Masónico de 1943, donde la Francmasonería habla de la paz en el mundo, de la justicia y la Fraternidad entre los pueblos?

Paz en el mundo. Para nosotros, los que tenemos el derecho a usar un método científico como el marxismo para estudiar la historia, la guerra es un negocio que no quieren los pueblos, pero sí quienes ganan con la guerra.

Para nosotros es un mito hablar de la justicia, cuando hay pueblos famélicos y hambrientos que son potencialmente ricos y que viven como pueblos pobres, empobrecidos por la alianza antipatriótica de las castas oligárquicas y del capital foráneo que perforó nuestra economía y que nos domeñó políticamente.

Para nosotros, y digo para nosotros, y planteo que puedo y creo tener el derecho a sostener que no hay ninguna contradicción entre poder decir que un Hermano piensa que el método científico del marxismo le permite apreciar la historia y decir que no está renegando de los principios masónicos.

Si yo creo en la Fraternidad que me enseñaron en los templos, si yo creo en la Igualdad que me enseñaron en los templos, si yo pienso que es cierto que en los templos me hablaron de Libertad, yo no me imagino que pueda haber Fraternidad en un mundo donde el poderoso aplasta al pequeño desde el punto de vista de la correlación de fuerzas de los países.

Yo no creo que pueda haber Fraternidad entre los hombres, mientras pueblos viven desangrando a pueblos que son hoy, por culpa de ellos, económicamente débiles.

Yo no creo que pueda existir Fraternidad cuando, como consecuencia del proceso económico y la concentración capitalista, se hace cada vez más evidente y claro que minorías tienen, en mayor escala, el control del poder económico y con ello tienen el poder militar y el poder político para defender sus intereses. Y pienso entonces que la Paz y la Fraternidad y la Justicia entre los pueblos están ausentes de muchos continentes, no por culpa de los pueblos débiles, sino por la actitud de los pueblos poderosos.

Yo no me imagino algún Hermano que no se pregunte por qué el país más poderoso del capitalismo ha gastado más de 120 mil millones de dólares en la agresión más brutal, en el genocidio histórico más amplio, para tratar de impedir que un país pequeño, de economía agraria, que se llama Vietnam, a pesar de los compromisos internacionales, pueda reunificarse y ser un país como nosotros, siquiera políticamente libre.

Yo no me imagino algún Hermano que no piense que el proceso de la realidad que confronta el mundo, donde las viejas estructuras crujen y alcanzan a seculares instituciones, como la Iglesia, en donde la Iglesia Joven, motivo sería de entrar a profundizar el contenido de este movimiento, llega a expresarse hasta con la actitud de algunos de sus integrantes que usaron las armas para expresar su protesta a un régimen y a un sistema.

Pero si el ejemplo pudiera parecer exagerado, bastaría leer las pastorales de los obispos chilenos o las encíclicas papales: bastaría darse cuenta del lenguaje distinto de un Juan XXIII, para comprender que algo ha estado y está pasando en escala mundial.

Si no somos una isla y si Chile, que es indiscutiblemente el país latinoamericano que ha alcanzado el más alto nivel de desarrollo de la democracia burguesa, constata en los hechos que ningún Gobierno, hasta ahora, ha sido capaz de satisfacer las necesidades esenciales del hombre, no porque seguramente no lo deseen los gobernantes, sino porque el régimen y el sistema no lo permiten.

Pondré un ejemplo: don Pedro Aguirre me llamó un día y me dijo: “Yo quiero que usted, ministro de Salud Pública, haga una exposición de la vivienda, porque yo sé, y usted lo ha escrito, la interrelación que hay entre vivienda insalubre y salud”.

Y de ahí entonces, Venerable Maestro, la Primera Exposición de la Vivienda que se hiciera en Chile. Fue el año 1940, frente al Club de la Unión, en la Alameda de la Delicias. Y ahí, con cifras y datos irrefutables, poniendo el acento en la producción, e inclusive los elementos de la construcción, señalábamos que en esa época en Chile faltaban 320 mil viviendas y que un millón 250 mil chilenos vivían en habitaciones insalubres.

Ya han pasado 30 años, estamos en el año 1970, han pasado cinco gobiernos distintos, cinco Presidentes diferentes, y en todos ellos yo supongo que había un anhelo humano y tibio: darle techo al hombre que no lo tiene. Y hoy día en Chile, Venerable Maestro, queridos Hermanos, no faltan 320 mil viviendas, hoy día en Chile faltan… 420 mil viviendas, y hoy día, Queridos Hermanos, no viven en Chile un millón 200 mil chilenos en habitaciones insalubres, sino que viven… un millón 550 mil a 600 mil chilenos en esas condiciones.

Es decir, ningún Gobierno ha sido capaz de construir para el aumento vegetativo de la población. Y si del campo de la vivienda, esencial para el hombre, pasamos al campo de la educación, sin negar lo que se ha hecho, todavía este país está marcado por niveles del analfabetismo que alcanzan, en algunas provincias, sobre el 28%.

Y sabemos que a pesar de lo que se ha hecho, y todo Gobierno hace algo, cientos y miles de niños se quedan sin matrícula en la escuela primaria, a pesar del esfuerzo de los masones para hacer de la educación primaria una obligación.

Y los maestros, que por suerte decoran en gran y crecido número nuestras columnas, saben qué porcentaje de jóvenes no pueden aprender un oficio, terminar el ciclo secundario, y qué porcentaje de jóvenes hoy día quedan al margen de la universidad. Si mal no recuerdo, de 46 mil postulantes, tan sólo 17 mil han ingresado a la universidad.

Y en la Universidad de Chile, más democrática que otras universidades del continente, nunca ha pasado un hijo de obrero, y el dos por ciento de los alumnos son hijos de obreros.

Y este país democrático, de la democracia que defienden con tanta pasión, y con tan pocos argumentos y tan superficialmente, alguna gente; en este país, Venerable Maestro, y lo saben los médicos que decoran estas columnas, hay 600 mil niños retrasados mentales, hijos de obreros y de campesinos, y aun de empleados, que nacieron de parto de término, de padre normal que nacieron con peso y estatura normal, en la inmensa mayoría de los casos, pero cuyas madres no tuvieron la leche para alimentarlos y cuyos padres, o no supieron o no pudieron comprar la leche que ese niño necesitaba.

Y los médicos y los sicólogos y los maestros que están aquí saben que el desarrollo cerebral se conforma en los primeros ocho meses de vida, y si en esos primeros ocho meses no hay alimentación necesaria, se puede después, sobrealimentando al niño, hacer que recupere el peso y la estatura, pero no recupera el desarrollo de las células cerebrales, las conexiones, y ese niño, de peso y estatura normal, es un niño con menos imaginación, con menos memoria, en resumen, con menos posibilidades de asimilar y aprender. 600 mil niños en Chile, en esta democracia, que se exalta hasta el paroxismo.

Venerable Maestro y nadie podría imaginarse en un hombre que tiene la responsabilidad de un Taller y que usa el mallete, siendo un igual entre sus iguales, ha dicho que no habrá paz en la conciencia de los masones mientras haya un niño sin zapatos, sin leche, sin cuadernos, pero si no son niños imaginarios, Hermanos, si no son niños de otro país, son los hijos del pueblo, son niños chilenos, son hijos de trabajadores. No son hijos nuestros, porque nosotros tenemos la suerte de formar parte de los sectores de la burguesía media, que aún pueden todavía alimentar a sus hijos normalmente. Pero, ¿habrá paz en la conciencia masónica?, ¿habrá tranquilidad en la conciencia de los Hermanos?, ¿habrá silencio en el lenguaje que cada Hermano, que tiene la firmeza de sus convicciones, debe levantar su voz en el mundo profano para condenar una realidad que hace en forma tan brutal el destino y el futuro de la Patria, estén marcados por el hecho increíble de que falta la leche, como símbolo de una realidad y de un sistema?

Entonces, frente a lo que sucede, siendo Chile un país en donde la democracia burguesa ha alcanzado los niveles que sostengo, no alcanzado por otros pueblos en América Latina, de todas maneras aquí, con más claridad, hemos podido observar el fracaso de un régimen.

Y perdón si me veo obligado, para ejemplarizar, a fijar fechas y gobernantes: inflación, alza del costo de la vida, cesantía, incapaz de construir más viviendas, salarios insuficientes, en el Gobierno tipo del capitalismo de Alessandri, en los años ‘58 y ‘64.

Inflación, alza del costo de la vida, cesantía, incapacidad para construir más viviendas, salarios insuficientes, en el Gobierno de Frei, del ‘64 hasta ahora. En ambos gobiernos, el proceso social bullente; en ambos gobiernos, la protesta expresada, dentro de los cauces legales, en huelgas que duraron días y días y meses. La de los maestros, la mayoría radicales y masones, en el Gobierno de Frei. La de los obreros del carbón, en el Gobierno de Alessandri. La de los maestros mojados, apaleados y encarcelados, en el Gobierno de Frei, por reclamar preocupación para la educación y dignidad para sus cargos.

Persecución implacable en el Gobierno de Alessandri contra trabajadores que se hunden en las profundidades del mar, con una vida más negra que el propio carbón, para cuando salir a la superficie y encontrarse con la represión, la angustia y la muerte de sus hijos, que tuvieron que sacar muchas veces de sus casas para sembrarlos a lo largo de Chile en hogares pequeños de sus hermanos de clase.

En ambos gobiernos la violencia, pero no la violencia de unas cuantas piedras, la violencia ceñuda, característica de un régimen y de un sistema, la violencia en el Gobierno de Alessandri en Madeco y en MADEMSA y en Pedro de Valdivia y en José María Caro, y superando la violencia y los muertos, la violencia en el Gobierno de Frei en El Salvador, en las calles de Santiago y en Puerto Montt, en Pampa Irigoyen; pero no hubo esa violencia en el Gobierno del Frente Popular.

Y éramos marxistas, los que junto con los radicales, teníamos el ejercicio del poder. Y no hay un Hermano que pueda desconocer cómo y de qué manera se respetó la dignidad humana en esos años de lucha ardorosa y de progreso social en nuestra Patria.

Y no sólo se respetó la dignidad del hombre y los derechos del hombre, sino que se respetó aun a aquellos que teniendo una posición filosófica distinta a la nuestra y formando parte de una Iglesia combatiente contra el Frente Popular, Pedro Aguirre Cerda, en su actitud de tolerancia, hizo posible la designación del primer cardenal de la Iglesia Chilena, y por eso fue cardenal de Chile José María Caro.

Pero los tiempos cambian y las contradicciones del régimen y del sistema se expresan en nuestro país. Y al fracaso del capitalismo típico de Alessandri se sucede implacablemente el fracaso del reformismo demagógico de la Democracia Cristiana y el Gobierno de Frei.

Y los procesos sociales se agudizan, como tienen que agudizarse, no por culpa de los agitadores; por eso, Venerable Maestro, que Chile ha visto la ocupación de un regimiento por militares chilenos, representando a las Fuerzas Armadas y a Carabineros en un reclamo justo de mejores sueldos y salarios frente a una postergación indebida, pero como expresión muy clara de las contradicciones de un régimen y de un proceso inflacionario que alcanza niveles que no son ya de empleados, obreros o campesinos.

Y, por cierto, qué rapidez en solucionar un problema de gente que tenía razón, pero que además tenían cañones.

Pero no son dirigentes sindicales, no es gente que desconoce las leyes. Y de un Poder del Estado se solucionan sus problemas y nadie va a la cárcel y nadie pierde su puesto, pero queda la estela de un proceso que no ha terminado, Venerable Maestro, y que no podrá terminar mientras en este país no haya un cambio social, no haya un nuevo orden, una nueva concepción; mientras no se aproveche al hombre de la Patria para que con una nueva economía camine el proceso del desarrollo auténtico, económico nacional.

Y por eso, porque el proceso político ha llevado a la polarización de las fuerzas, es que nace, no por la voluntad de unos cuantos hombres, sino por una realidad social que ustedes viven, queridos Hermanos, la Unidad Popular, que me designó candidato y que me honro como masón y como chileno de poder representar. Nace un proceso de amplitud, de proyecciones incalculables en el destino de Chile. Y yo pienso, y por eso mi satisfacción profunda para la amplitud de su pensamiento y el de su Taller, Venerable Maestro, de que pueda, con el respeto a todas las ideas, expresarse en los templos masónicos un pensamiento que tiene la fuerza vital y un sentido patriótico, que yo pienso que ningún Hermano nos podrá negar.

¿Qué queremos?, ¿qué deseamos?, ¿por qué luchamos?

Queremos que el hombre de Chile deje de ser carne de miseria moral y psicológica, en un porcentaje muy amplio.

¿Qué anhelamos?

Que Chile sea un país capaz de colocarse en la era del proceso científico y técnico que vive la Humanidad, si no en una posición señera, por lo menos en un proceso de desarrollo no sólo económico, sino cultural, que le dé a la vida un sentido distinto.

¡Cómo no comprender que la realidad de nuestro drama está mucho más allá de la voluntad de los gobernantes y que entronca en un proceso yen un régimen y un sistema que nosotros como masones deberíamos no sólo discutir, sino combatir!

Pero si la esencia de nuestro pensamiento, de nuestra doctrina y de nuestro ideario es la Igualdad, es la Fraternidad, es la Libertad, ¿es que tiene libertad el campesino? ¿Es que la tiene el obrero?, ¿Es que la tiene el empleado?, ¿Es que la tiene el periodista, cuyos niveles educacionales y culturales son más amplios?, ¿Es que puede haber fraternidad e igualdad entre el explotador y el explotado, el opresor y el oprimido?

Yo creo que son cosas tan elementales que no me imagino no hayan pensado o pesado los que tenemos el dinero de un pensamiento que si tiene vigencia, es porque tiene como base el hombre que en nuestros templos se preparó para ser en la vida profana, realmente hombre.

Yo no me imagino a un masón renuente a mirar lo que sucede frente a su casa o a diez minutos de su hogar; basta para ello que algún día, en horas de ocio, llegue a las poblaciones marginales y mire con ojos de masón.

Pero si desde el punto de vista humano, y no me lo imagino, algún Hermano no quisiera hacerlo, que piense que este país, como la mayoría de los países de este continente, como la mayoría de los países en otros continentes, está sacudido por tensiones y fuerzas sociales que harán estallar la realidad actual y que nuestra obligación es buscar un cauce que impida la lucha fratricida, la quiebra sin destino, la violencia sin meta y la pasión enferma sin contenido.

De allí la importancia que tiene la Unidad Popular, que reitero, es un instrumento del pueblo de Chile, nacido de su experiencia y su realidad, no es el producto de la cábala de unos cuantos dirigentes que buscan ubicación en función de ventajas personales o de posibilidades electoreros. Es la responsabilidad histórica de los que nos damos cuenta que este país o hace posible dar un paso hacia adelante en un proceso de auténtica democratización, o caeremos en una dictadura civil implacable o en un golpe militar.

Pero si somos una isla en este continente, si somos una excepción en este continente, si los derechos humanos están barrenados, si ningún Hermano masón chileno puede llamar Hermano a un masón brasilero, si acaso no alza la voz para protestar por cosas que protesta hasta el Papa. Si ningún masón chileno puede mirar con indiferencia el silencio del masón americano cuando el genocidio de Vietnam lo condena hasta el Papa.

¿Es que tienen o no tienen valor nuestros principios, Venerable Maestro? Si los tienen, y yo creo que los Hermanos lo sienten, tendrán por lo menos la comprensión para los que hemos asumido en la vida profana, una dura tarea que hace que la mentira., la insidia y la calumnia lo rocen a uno. Si a mí, desde el punto de vista de combatiente social, no me alcanza ni la mentira ni la calumnia, me puede sí, en mi entereza, quebrar un poco la duda de algún Hermano. Y eso me duele en mi convicción, en la tibieza de la Fraternidad que yo reclamo, porque la he dado, o si quieren la Tolerancia, para comprender que otros tenemos el derecho de jugamos más cuando sentimos más la aplicación profana de las ideas y los idearios que nos enseñaron en los templos.

Por eso, y quizás abusando, y pido excusas, pero no es posible que yo vuelva a dialogar con mis Hermanos quizás por mucho tiempo, yo quiero insistir en que el movimiento unitario popular chileno tiene un contenido trascendente y mucho más importante, a pesar de la importancia que tuvo el Frente Popular de 1938.

Y salvando la distancia de los hombres y el valor de ellos, Pedro Aguirre Cerda es Hermano y el que les habla es Hermano. Pedro Aguirre Cerda fue el candidato del entendimiento de partidos marxistas con partidos no marxistas, y yo que soy marxista soy la expresión de un entendimiento muy amplio, entre partidos marxistas y no marxistas; pero, dejaría de ser el Hermano de ustedes si no les dijera que hay una distancia sideral entre la lucha que dimos el año 1938, y yo fui, en la dimensión pequeña de mi responsabilidad de ese entonces, actor en ella.

El año 1938, Venerable Maestro, queridos Hermanos, luchábamos por ser la izquierda de un régimen y de un sistema. En 1970 no luchamos por ser la izquierda de un régimen capitalista, luchamos por sustituir el régimen capitalista, por hacer posible una sociedad distinta, una convivencia social diferente, una moral diferente, por hacer posible el desarrollo integral de la personalidad humana, porque sea verdad el humanismo que no tiene la expresión de grandeza en el régimen capitalista que alcanza en la sociedad sin clases de un régimen socialista.

Y aquí estamos, combatientes unitarios los que ayer inclusive, en actitudes distintas, tuvimos hasta la palabra dura y el término injusto para agitar nuestras posiciones. Los radicales no han llegado a la Unidad Popular sin sacrificios ni entregas y nosotros no hemos llegado a la Unidad Popular sin también podar muchas de las posiciones que antes intransigentemente sosteníamos.

Yo soy marxista y fundador del Partido Socialista, pero no soy candidato del Partido Socialista, soy el candidato de la Unidad Popular, que es el pensamiento común de radicales, socialistas, comunistas, mapuchistas o mapucistas, socialdemócratas e independientes que se agrupan en el API y en otras organizaciones.

El programa de la Unidad Popular no es un programa socialista, ni es un programa comunista, ni es un programa radical, ni es el programa de los mapucistas, ni de los socialdemócratas, ni del API. Es el programa de todos los que en este pedazo de la historia de la Patria creemos que es indispensable para crear el nuevo orden y evitar que el actual tenga que mantenerse sobre ríos de sangre y sobre cientos de cadáveres.

Y nuestra lucha tiene un acento, que tiene de estimulante, porque saben que cuando las masas populares comprendan el contenido patriótico de nuestro ideario y el embate de nuestro combate, serán más y más todavía las voluntades que vengan a fortalecer este ejército combatiente de la liberación económica de Chile.

Seiscientos mil niños retardados, año a año más grave el problema de la vivienda, importación todos los años de 180 millones de dólares en carnes, trigo, grasas, mantequilla y aceite; 250 mil cesantes, miles y miles de chilenos viviendo hace años en la Patagonia Argentina; niños marcados por la injusticia y ancianos condenados en vida para ser mendigos en la etapa final de su existencia de explotados, sean civiles o de las Fuerzas Armadas o Carabineros.

Y los que hablan de democracia ni siquiera cumplen con la ley, ni con la propia Constitución y nos vemos obligados a acusar a ministros de Estado para que cumplan como la ley determinó, pero siempre se confabulan los que dicen estar en posiciones distintas cuando se sabe que se hieren sus intereses.

Nosotros sostenemos con patriótica devoción, que podrá discutirse pero no negarse, que Chile no podrá progresar jamás, ni alcanzar el desarrollo económico necesario mientras las riquezas fundamentales de la Patria estén en manos del capital extranjero.

Venerable Maestro, todos los años salen de Chile 450 millones de dólares, la mitad del Presupuesto Nacional, para ir a fortalecer las grandes empresas del país más poderoso del capitalismo del mundo.

Todos los días, Queridos Hermanos, un millón 300 mil dólares sale de Chile. Yo decía esto en Valparaíso y después que yo habló un regidor, que era maestro, y en ese sentido mucho más cálido y didáctico, que les dijo a las masas ahí reunidas: “Lo que ha dicho el senador Allende es esto: la Ilustre Municipalidad de Valparaíso, de la cual formo parte”, dijo ese regidor, “tiene un presupuesto para urbanizar los cerros que son 36 mil millones de pesos al año. Y los americanos se llevan en dos días el presupuesto de la segunda municipalidad en importancia en Chile, en dos días el presupuesto del año de la municipalidad para urbanizar los cerros”.

Y el Fondo Monetario Internacional nos amarra a compromisos que implican, ¿qué cosas?, que implican que cada quince días sube el dólar, que cada quince días baja el escudo. ¿Será necesario que en los templos, donde el nivel cultural es más alto, tenga que explicar yo qué representa eso en un proceso inflacionista del alza del costo de la vida?

Yo sostengo que esa falta implica estar expropiando todos los días el sueldo y el salario de la inmensa mayoría de los chilenos, expropiación diaria, de todos los días, que implica hambre y sufrimiento para miles y miles de hogares.

Venerable Maestro, cuando el mundo se sacude, cuando América Latina se estremece, cuando la juventud, en Francia o en el mundo, lanza en su protesta airada, inconexa, lo que es la generosidad joven, pero que no tiene continuidad: cuando vemos que en nuestra propia Patria los jóvenes se sacuden de la inercia de los adultos y buscan una explicación, un cauce y un camino y se sienten atraídos por la guerrilla, por el foco militar, por la violencia armada, nosotros los acusamos de violentos.

Nosotros los marxistas decimos, Venerable Maestro, que todavía es posible que aquí en Chile, dentro de los cauces legales, podamos conquistar el Gobierno; pero esto no se reconocerá jamás por los enemigos, esto nunca se reconocerá, pero sí tendrán que reconocerlo los Hermanos que no podrán negar que nuestra voz es la voz responsable de los que no están predicando, sino que haciendo lo que piensan que debe hacerse. Pero también es cierto que tenemos que herir intereses y que esos intereses son poderosos, que son demasiado poderosos y por eso se defienden y por eso la mentira y por eso el terror.

El mismo lenguaje frente a Alessandri, el que hablaba de la “chusma” y le decían “vendido al oro del Perú”; el mismo lenguaje, frente a Aguirre Cerda, quien no hablaba de la “chusma”, sino de los trabajadores y le decían “vendido al oro de Moscú”; ahora es el terror, son los marxistas, es la violencia desatada contra los trabajadores en el carbón. Y el Hermano que les habla fue al carbón a desagraviar a los obreros, porque los obreros del carbón no querían la violencia, pero sí tenían derecho, y yo lo sostengo de marcar a fuego con la expresión de no trabajar, al gobernante que por lo menos les negó el pan para sus hijos y la tranquilidad para sus hogares.

Es que las cosas están dadas en este lenguaje, Venerable Maestro, y ése es el lenguaje que un Hermano tiene que usar, no pidiendo la Tolerancia de los talleres para que lo escuchen, sino porque es la esencia de su convicción y porque ella se afinca en los principios que aquí aprendió. Por eso esta tarde yo les pido a los Hermanos que me juzguen o no lo juzguen en función de lo que somos y no en función de lo que quieren que seamos. El pueblo no quiere la violencia, no necesita la violencia; la violencia no la ha ejercido jamás el pueblo, sino cuando se rompen los diques de la historia y cuando las masas avanzan a la revolución.

Jamás el terrorismo, el ataque físico, ha sido la táctica que usaran en ninguna parte del mundo los partidos que tienen un ideario como el nuestro. ¿Cuántos años tiene de vida el Partido Comunista en Chile? ¿cuándo alguno de ustedes, queridos Hermanos, ha visto el ataque a una persona?, ¿cuántos años tiene el Partido Socialista?, ¿qué sacaríamos mañana nosotros con suprimir físicamente a un Alessandri, cuando saldría otro del mismo apellido o de las mismas ideas y los mismos intereses aunque no tuviera ese apellido?, ¿qué sacarían con liquidarme a mí, cuando habría, con más capacidad y con más devoción, cientos de gentes que representarían, como yo represento, los intereses, las ideas y el pensamiento de un vasto sector de chilenos?

No queremos la violencia. No necesitarnos la violencia. La violencia revolucionaria es la respuesta a lo violencia reaccionaria. Son otros los que pueden usar la violencia, porque tienen los medios para usarla. Nosotros soñamos, Venerable Maestro, y con esto termino, en un Gobierno fuerte, pero en un Gobierno fuerte que no esté afianzado en la fuerza de las armas, sino en la fuerza moral, en la unidad de un pueblo, en la responsabilidad colectiva. En el hecho social que haya aquí un maestro universitario que se sienta hombre junto al compañero campesino o al obrero. En el hecho que el hombre entienda que la mujer no sólo es un motivo de placer o de explotación.

Soñamos con una sociedad distinta y queremos luchar por ella, aprovechándonos de la experiencia histórica, pero sin ser imitadores y sin ser repetidores de procesos que en otras latitudes tuvieron el contenido de una realidad para su propia realidad. Alguna vez lo dije vulgarmente y lo repito aquí con perdón de ustedes, dije que la revolución cubana se hizo con gusto a azúcar y sabor a ron; la revolución chilena la haremos con gusto a vino tinto y sabor a empanada de horno.

Cada pueblo tiene su propia realidad y, frente a esa realidad, los dirigentes responsables tienen que desatar las tácticas que hay que seguir. En algo sí estamos de acuerdo más allá de nuestras fronteras: hoy no es el hombre individualmente el que puede hacer el proceso del desarrollo de un país, o la tarea de un pueblo, ni siquiera en el caso nuestro, por muy respetables que sean, y lo son en dimensión iguales-igual, pero siempre en una dimensión de valor, los partidos que integran la Unidad Popular, desde el centenario y más que centenario Partido Radical, hasta las fuerzas pujantes que rompen con la Democracia Cristiana, renunciando al poder y sus ventajas, para bajar, en los mapucistas, a las tareas del combate; por eso, frente a la realidad de Chile, en la quietud de los templos un Hermano de ustedes rompe, quizás, no diré con la tradición, sino que rompe con el hecho de haber usado un lenguaje que quizás en su tono se pudo apartar en un instante, del que debe usarse aquí donde se invoca siempre la Serenidad, pero más allá del tono de las palabras, está la Serenidad de las convicciones que en el caso mío tienen los años que tengo dentro de la Orden Masónica.

Como corresponde a tenidas de esta naturaleza, no hubo Aplausos; pero quienes asistieron a la reunión recuerdan que se produjo un intenso silencio, que en todos los lugares del mundo es el escenario de la meditación.

La semilla quedó sembrada.